La judoca que se hizo pasar por hombre
Maestra ·
Carmen Solana se ha abierto camino en un deporte «machista» cuando ella empezó hasta convertirse en referente nacional desde su gimnasio de Bilbaojulen ensunza
Jueves, 8 de diciembre 2022, 01:26
El judo es un estilo de vida, pero para Carmen Solana es muchísimo más: «Es mi vida» remarca esta vizcaína-cántabra que lleva décadas afincada ... en Bilbao aunque es natural de Santoña. Comprensible. Su existencia ha estado vinculada en cuerpo y alma a este deporte. «Llevo más tiempo con el judogi puesto que con ropa de calle», asegura esta 'maestra' que, fiel a su carácter inconformista, luchó para poder competir desde niña en un deporte «machista» entonces hasta convertirse en un referente a nivel nacional.
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De hecho, dada la ausencia de pruebas femeninas en sus inicios -trece años- se hacía pasar por chico. No le quedaba otra. Su primer entrenador, Manolo Palacios ya fallecido, era su gran aliado en este sentido y le inscribía como Pepito Solana en las competiciones. El hecho de llevar pelo corto y que derrotaba a la mayoría de chicos de su edad dada su determinación por llegar lejos le hizo que nadie se percatase de lo que pasaba.
«La madre de un chico con el que casi siempre me topaba en las finales le llegó a decir a mi entrenador que su hijo no quería tenerme como rival», recuerda al mirar atrás. Y es que, siempre ha estado acostumbrada a romper barreras por altas y sólidas que fuesen. Solana, que recientemente ha recibido por parte de la Federación Madrileña el galardón de 'Maestra del judo' en reconocimiento a su trayectoria junto a Lucía Mañés y Teresa Campo -integrantes del primer equipo femenina español que disputó un Europeo-, se podría decir que se enamoró del judo a primera vista.
El flechado llegó estando con su padre en un bar de Santoña. Vio en la televisión un combate de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 y «me quedé súper enganchada». Pasional e incombustible tuvo que convencer a su progenitor -la familia la conforman once hermanos- para que le apuntase a un gimnasio. No lo consiguió a la primera porque en su casa consideraban que no era lo más adecuado para una chica. Se equivocaron de pleno y su insistencia tuvo finalmente premio. Poco después, cuando se desplazó a Santander para seguir progresando en el gimnasio de Manolo Palacios junto al maestro Lee Young les dijo a ambos que sería como ellos «para enseñar a la gente».
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Ambos preparadores se rieron de la ocurrencia de la menor, pero lo cierto es que volvió a romper moldes y los deseos de aquella alumna se hicieron realidad. Desde hace años imparte sus conocimientos, que son muchos, en su gimnasio club Ohisama Solana de Bilbao. «Siempre me ha gustado transmitir los valores del judo: el coraje, la sinceridad, la amistad, el autocontrol, el respeto... Creo que los secretos no existen y que hay muchas personas con ganas de aprender y que no pueden por falta de dinero o simplemente que no tienen quién les ayude técnicamente. Por eso cuelgo también vídeos y demás en las redes sociales y durante la pandemia por ejemplo han tenido un gran éxito», detalla.
Su objetivo es ir a Japón y visitar los kodokan de Osaka y Tokio para «ampliar conocimientos y transmitirlos»
Aprendizaje continuo
Carmen Solana fue la primera mujer en Euskadi en alcanzar el grado de octavo Dan y la más joven de España en contar con esta distinción. El Consejo Superior de Deportes del Comité Olímpico Español se lo otorgó en 2020. «El aprendizaje continuo» que predica por convicción le ha permitido sumar durante su carrera deportiva nada menos que once campeonatos nacionales y nueve entorchados europeos. Palabras mayores. «Para participar en el primer Europeo tuve que poner que era dos años mayor. Tenía 16 añitos», rememora.
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Uno de sus primeros profesores, Lee Young que fue seleccionador nacional en su momento, señaló recientemente sobre ella que «la alumna ha superado al maestro» dejando claro el rango que ocupa Solana a nivel nacional dentro de este deporte. Es un referente y fuente de inspiración. «Este tipo de cosas te dan ánimos para seguir trabajando y transmitir conocimientos, siempre intentando evolucionar porque, de lo contrario, me apagaría y yo quiero vivir el judo hasta que Dios quiera», subraya.
De hecho, sus ganas por enseñar no tienen fronteras y lleva años impartiendo clases también en Martinica donde llegaron a otorgarle «la medalla del país». Ahora su próximo objetivo es viajar en abril a la cuna del judo, Japón, y trabaja en la búsqueda de ayudas para sufragar el viaje. En tierras niponas visitará los kodokan -sede central de la comunidad mundial de judo- de Osaka y Tokio para «seguir ampliando conocimientos y transmitirlos a los alumnos». Las ganas de aprender de la 'maestra' no tienen fin y el judogi sigue siendo su indumentaria preferida.
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