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Aquí inició Rahm el principio de su fin, cuando el segundo golpe desde el búnquer del 11 lo envió en busca del green en vez de asegurar calle y el resultado fue una bola al agua. Afp
'Rahmbo' se impone al Jon más sereno

'Rahmbo' se impone al Jon más sereno

Aguantó en el liderato hasta a falta de cuatro hoyos, pero llegaba muy presionado al sprint por una moneda al aire que le mostró la cruz en el hoyo 11 cuando buscó la magia y no la encontró

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Domingo, 17 de marzo 2019

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Cruel moraleja para el jugador de Barrika, que en cuatro horas de juego pasó por todos los estados imaginables, desde una arrancada en falso con tres bogeys en los cuatro primeros hoyos, a resarcirse entre su mejoría y los males ajenos para mantenerse en el liderato en solitario y compartido, hasta que

La víspera, cuando se supo el jugador a batir como líder tras la tercera jornada, Rahm habló y habló de mentalización, de serenidad, de los cambios que se ha autoimpuesto y en los que ha trabajado en los últimos meses. Dijo que unas hojas de almanaque atrás no habría reaccionado de manera tan positiva ante el error, el fallo o la frustración.

Un tripateo en el 1, un arenal en el tres, que ya era el segundo del día visitado, y una bola con vida propia que impactó en el pecho de un espectador le hicieron perder tres golpes de su botín y

Se iba montando un monumental atasco en la cabeza, pero hasta con tal déficit de anotación Rahm seguía vivo, decidido a atacar, a la espera de sobrevivir a los ocho primeros hoyos para adentrarse en los siguientes diez que la estadística presentaba como un vivero, un terreno conocido y abonado para su ambición. Se fue a la cuarta trampa de arena en el territorio de la sexta bandera, pero sus hierros comenzaron a mostrar su buena forja.

Por delante, la locura. Golpes inverosímiles, una pléyade de candidatos a la pasta y la gloria.

Y se pasó de frenada. Llegó al hoyo 11 con el cuchillo entre los dientes. Un par 5 al que había reventado las costuras esta semana con dos birdies y un eagle previos. Salivaba imaginando otra heroicidad. La bola se le escapó al búnquer por la izquierda.

Se puso con -13 a rebufo de Pepperell y Vegas, magos con birdies inexplicables por difíciles y bellos en el green de la isla verde y resistió hasta que con un birdie al 13 se enganchó al vagón de cabeza en el que ya viajaban Furyk y McIlroy. Hasta la bandera 14 no se descolgó. Quedaban cuatro hoyos, una hora.

Por buscar el imposible apuntó a un puñetero trapo en el 17 y remojó la segunda bola del día para que la cicatriz del doble bogey le recordara un axioma tan viejo como el deporte. Lo que pudo haber sido y no fue.

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