El indecoroso comportamiento del remero que dedicó La Concha al asesino de Inaxio Uria
Tras la zafia actitud de Rubiales de tocarse la entrepierna, conviene preguntarse si no es tan o más indecoroso ofrecer un logro deportivo a alguien que cumple una pena de 44 años por asesinar a Inaxio Uria
Finalizó la temporada de traineras con el claro dominio de Urdaibai, el mejor bote del Cantábrico por segundo año consecutivo, de la mano del gran ... dueto Iker Zabala-Gorka Aranberri, que antes reinaron en Santurtzi. La Sotera, en cambio, ha pasado en poco tiempo de la gloria al infierno, tras un mal curso en rendimiento e imagen. Toca purgar pecados. A la 'Bou Bizkaia' bermeotarra zorionak por su novena corona liguera, que se completa con la brillante victoria en la Bandera de La Concha.
Sin embargo, en la regata donostiarra no todo fue edificante. Nos referimos al hecho de que un remero de Urdaibai, haciendo de ello al parecer costumbre, dedicara el triunfo deportivo a alguien que cumple pena de 44 años de cárcel por asesinar a Inaxio Uria, entre otros crímenes execrables. Que lo son lo sentimos la mayoría de este pueblo, aunque un responsable político, que aspira a gobernarnos a todos los vascos y vascas, siga pensando que es elogiable acordarse de los presos «políticos», de aquellos que causaron tanto dolor y degradación. Sin apercibirse, parece, el remero y el político, como oportunamente recordó el lehendakari Urkullu, de que en la misma prueba participaban dos remeros huérfanos de padre por el asesinato perpetrado por aquellos a los que Otegi cree que hay que seguir dando apoyo. Todavía hay diferencias entre quienes pretenden llevar las riendas de este país.
En lo referente a la disciplina meramente deportiva la reacción del club de Bermeo fue rápida y de desmarque, pero la pregunta que cabe hacerse es, cuando venimos del zafio comportamiento de un responsable federativo para celebrar una victoria tocándose la entrepierna, si no resulta tan indecoroso o más el ofrecer un logro deportivo, también en público y en directo, a quien se dedicó. Y con reincidencia. Cabe entonces acudir a la recientemente aprobada Ley de la actividad física y del deporte del País Vasco, apoyada por los partidos que sostienen al Gobierno y también por Bildu, que en su artículo 111 prohíbe en nuestro ámbito las acciones, directas o indirectas, constitutivas de violencia, intolerancia y discriminación por cualquier motivo, así como la incitación al odio en la actividad física y el deporte. Hasta el punto de considerar infracciones muy graves, o graves, las declaraciones y actos en la actividad deportiva que inciten a la violencia, al racismo, a la xenofobia o a la intolerancia. O la realización de actos notorios y públicos que afecten a la dignidad, al decoro o al respeto en el deporte. ¿Nos suena, verdad, lo de la dignidad y el decoro? Y hablamos, también en Euskadi, de sanciones de privación definitiva de licencia o de suspensión de la misma hasta por cinco años, o de multas que pueden alcanzar los 60.000 euros.
Leyes tenemos. Allí y aquí. Renovadas, extensas, literarias, llenas de buenas intenciones. Alarma social, afortunadamente cada vez mayor en contra de la intolerancia y de los desvalores. Está la sagrada libertad de expresión, por supuesto, y la efusión del momento como atenuante. Pero también la contumacia en el desprecio al otro, a las víctimas, incluso al compañero y a la compañera. Los valores deportivos. Porque no vale cebarse si el actor es el impopular Rubiales y disculpar a «uno de los nuestros». Al que, por cierto, el periodista de la televisión pública se dirige haciendo caso omiso a la representación elegida por el club, con cariñoso gesto final incluido (menos mal que no le bailó un aurresku). Hay que pasar página, se dice, pero algunos siguen sin dar la ciaboga.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión