La casa de los remeros de Urdaibai se cae a trozos
Obsoleto ·
Los 'txos' tienen el peor pabellón de todos los clubes de la ACT, con techos que se vienen abajo, paredes desconchadas y puertas y ventanas desencajadas por la humedadPara las personas disponer de una buena casa es importante. Se busca que sea acogedora, amplia, que esté bien ubicada y, ya puestos a pedir, ... que tenga buenas vistas. En el caso de los clubes de remo sucede algo parecido. No se requieren lujos, pero disponer de unas instalaciones amplias, funcionales, bien equipadas y con un pantalán cerca para embarcar y desembarcar resulta fundamental para prepararse y competir en condiciones óptimas. En Bermeo-Urdaibai, eso no se da. Los éxitos deportivos no casan con las escasas posibilidades que ofrece su vetusto centro de operaciones y por ello los logros tienen mayor mérito si cabe.
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El pabellón del líder de la Eusko Label Liga y máximo candidato a llevarse la Bandera de La Concha el próximo domingo se cae literalmente a pedazos. De hecho, si no fuera por el desinteresado trabajo de mantenimiento que llevan a cabo un grupo de voluntarios, las instalaciones estarían poco menos que inutilizables. El club más laureado de este siglo -el que más ligas (8), Conchas (6) y banderas y campeonatos ha conquistado- cuenta, de largo, con las peores dotaciones de las doce tripulaciones de la ACT, así como de muchas entidades que militan en la ARC como Deusto o Pedreña por poner algunos ejemplos cercanos.
La sede de los 'txos', que es de titularidad municipal, se edificó en el muelle Matxikorta en 1983 y «hace tiempo que ha quedado obsoleto no, lo siguiente», apunta su presidente, Agustín Aramburu. Tanto es así que tienen que dejar parte del material en la calle con «el consiguiente deterioro que ello acarrea por el efecto del salitre y la climatología y tampoco podemos comprar equipamiento nuevo por falta de espacio», apunta. Un simple vistazo al edificio desde el exterior ya da idea de cómo puede ser por dentro. Nada que ver con los recintos modernos y prácticos de Hondarribia y Zierbena y a años luz del centro de tecnificación que dispone Orio por citar tres de sus rivales directos el fin de semana en la bahía donostiarra.
El pabellón de los azulones se sostiene con pinzas. Por detrás transitan las vías del tren que une la villa marinera con Bilbao y por debajo pasa una corriente de agua. En la planta baja del edificio hay un pequeño hangar en el que, a duras penas, entran las dos traineras y tres trainerillas que utilizan en competición y al que resulta imposible acceder con el vehículo que los transporta. Las maniobras de entrada y salida se realizan a mano. El foso está ideado para banco móvil y, aunque ha sido reacondicionado, dista mucho de lo que se necesitaría. La humedad se deja ver en las paredes y techos desconchados y, en algunos casos, a punto de caer por «la cantidad de agua que entra en invierno», apuntan. La mayoría de ventanas también están desencajadas y es imposible cerrarlas.
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El pantalán para tirar la trainera al agua está a un kilómetro de distancia, justo en el lado contrario del puerto
Lo poco que se salva
El gimnasio, que es de lo poco que se salva, se encuentra en la primera planta, pero «en invierno la humedad y el frío lo convierten «en una auténtica nevera en la que casi hay que entrenar con chaqueta», resaltan los responsables de la entidad. Tanto es así, que cuando hay pruebas de esfuerzo o toca hacer ergómetro, los remeros se trasladan a la sala de calderas «a la que llaman 'sala de torturas' porque se está más caliente», detallan. No queda ahí la cosa. Uno de los vestuarios ha tenido que ser reconvertido en sala de masaje.
Además de todo eso, la ausencia de un pantalán cerca obliga a trasladar a diario la embarcación remolcada por una furgoneta hasta el otro lado del puerto -alrededor de un kilómetro de distancia- teniendo que cruzar medio pueblo para poder salir a entrenar. «Es un despropósito», denuncian los responsables que llevan años demandando, sin éxito, un nuevo pabellón que permita aprovechar el tirón deportivo de la trainera para potenciar el club y la cantera. Desde 2007 se han elaborado dos proyectos para trasladar la obsoleta dotación al otro lado de la dársena, pero por el momento el plan sigue sin ver la luz y la casa en la que Urdaibai forja sus éxitos cada año pierde un trozo más.
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La cifra
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1983 fue el año en el que se construyó el actual pabellón que, por diseño y funcionalidad, ha quedado obsoleto y también carece de espacio. Existe un proyecto diseñado para trasladar el recinto al otro lado de la dársena.
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