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Pablo Sanz
Jueves, 16 de enero 2025, 00:19
Entrena de lunes a viernes varias horas al día. Ataviado con su kimono, despierta a su padre a las siete de la mañana si es necesario para entrenar antes de ir al colegio. Su disciplina, constancia y sus ganas de progresar son sus principales señas ... de identidad. Es el duro régimen del vitoriano Aritz Franco, que el pasado año se proclamó Campeón del Mundo de jiu-jitsu en Abu Dhabi. Es una jovencísima promesa alavesa que aspira a lo más alto. «Quiero llegar a la UFC y ser como Topuria. Es mi ídolo», revela. Solo tiene 9 años.
Su afición por las artes marciales comenzó con 5 años cuando se inició en el judo. Un día, observando a su padre en uno de sus entrenamientos, le empezó a atraer el jiu-jitsu. «Cuando era un bebé lo plantaba en una esquina, me ponía a luchar y él me observaba. Hasta que un día fui a entrenar con un alumno mío y se percató de que también entrenaban a niños», comenta su padre, David Franco, también practicante de este arte marcial. Así fue como Aritz se inició en la nueva disciplina en un gimnasio de Vitoria con 7 años. Sin embargo, el txiki no estaba satisfecho. «Le dejó de gustar porque no aprendía nada y no le tomaban en serio. «Decidimos sacarle de allí y que entrenara solo con su padre», relata su madre Andrea Jiménez.
Así fue como Aritz y su padre idearon un tatami dentro de casa y comenzaron a entrenar juntos. El trabajo y esfuerzo de ambos empezaron a dar sus frutos. «No paraba de ganar. Fuimos creciendo y en un torneo nacional un árbitro nos dijo que le llevásemos a competir por Europa porque el niño tenía algo», explica Andrea. Pero en los entrenamientos había un inconveniente. «Con mi tamaño y el suyo teníamos un problema. Necesitaba a otros niños para poder crecer», reseña David. Por ello, padre e hijo comenzaron a ejercitarse con algunos amigos del chico en casa hasta que, debido al gran volumen de niños, empezaron a dar clase en el gimnasio Rodas de la capital alavesa. «Tenemos casi 45 niños. Esto se ha hecho una bola hasta el punto de que ya hemos comprado un local en Zabalgana para hacer un gimnasio», relata Andrea sobre las instalaciones que estarán listas para finales de este año.
Aritz es un todoterreno. Más allá del judo y el jiu-jitsu, esta joven promesa internacional practica lucha libre y gimnasia deportiva de la mano de Luis Crespo, quien fuese entrenador de Maider Unda, medallista olímpica en Londres 2012. «No me cuesta nada cambiar de una modalidad a otra, aprendo los reglamentos y me adapto. Lo llevo genial», manifiesta orgulloso. Además, el luchador vitoriano lleva una dieta equilibrada y variada con la que poder estar a tono para cada combate. «De lo único que se priva es de alimentos procesados, chucherías y bollos. De vez en cuando los come, aunque también tenemos la suerte de que a él no le gustan demasiado. Sus médicos están encantados», indica Andrea.
Estos sacrificios y arduas horas de trabajo llevaron a Aritz el pasado mes de noviembre a ser Campeón del Mundo en Abu Dhabi, tras superar en semifinales a un luchador emiratí y en la final a un competidor kazajo. «Cuando gané no me lo creía. Todo el esfuerzo que hice en el pequeño tatami de mi casa mereció la pena», señala Aritz emocionado. Un gran éxito culminado mediante la técnica de arco y flecha, un movimiento que se realiza desde la espalda del oponente, y que le permitió desquitarse del Europeo celebrado en Lisboa en el que el alavés cayó derrotado en la final frente a un contrincante brasileño. «Era un niño muy bueno. No tuvo su día y, en vez de dar pataletas o llorar, aplaudió a su rival y le dio un abrazo. Aritz acabó feliz y se centró en mejorar», rememora David.
Grandes lecciones que en 2023 ya permitieron a Aritz ganar a nivel nacional el ranking absoluto de la liga Spain BJJ Tour, en el que toman parte alrededor de 1.000 niños. Un logro por el que percibió 500 euros y que se suman a otros tantos que recibió por parte del promotor por su gran actitud sobre el tatami. «Gana y no lo celebra. Lo primero que hace es ir donde el rival a levantarle y a darle la mano. Es un niño muy noble y humilde al igual que muchos otros», comenta Andrea. Unos valores que ha aprendido de su progenitor. «Como entrenador no permito que los niños se sobrepasen celebrando ni tampoco que hagan un drama cuando pierden. A veces se gana y otras veces se pierde», apunta David.
Un modo de vida con el que Aritz espera seguir en lo más alto del jiu-jitsu. Sin embargo, sus padres lo tienen claro. «Estaremos apoyándole hasta que quiera. Si mañana desea hacer otra cosa nos implicaremos igual».
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