Hoy, viernes 22 de noviembre, la más antigua de entre todas las entidades deportivas vascas, celebra sus 125 años de vida: el 1 de octubre de 1894, nace en Bilbao la Gimnástica Zamacois que, años más tarde se convertiría en el Club Deportivo de Bilbao. Situémonos: Bilbao que, en la época tiene unos 70.000 habitantes crece de modo frenético al calor de la industria siderúrgica. Es un período de tremendo dinamismo social, cuyas consecuencias trascienden a la industria y alcanzan a la arquitectura, la literatura. las artes… y los deportes.
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En los barrios más humildes, la gente vive en condiciones de insalubridad extrema hasta el punto de considerarse a Bilbao «la ciudad más mortífera del mundo». Gumersindo Gómez, pionero de la demografía vasca ofrece datos espeluznantes que hablan de una mortalidad general de casi el 34%, alcanzando la mortalidad infantil hasta el 40% antes de los tres primeros años y al 60% antes de los 9.
Como «anécdota» diremos que sólo un año antes de la fundación de la Zamacois, una epidemia de cólera había segado 500 vidas. Nacieron los movimientos higienistas, la administración local construyó los primeros lavaderos, el centro de desinfección municipal, las primeras duchas públicas… y los deportes. Sus primeros practicantes eran hombres acomodados, no faltando entre ellos, quienes demostraron una clara vocación de servicio público, emprendiendo una entusiasta actividad proselitista que, además de la práctica deportiva perseguía una educación integral en los valores del esfuerzo, la limpieza, la higiene y los buenos hábitos.
Hombres, como aquellos pioneros del Club Deportivo, que llenaron el gimnasio de tiradores, boxeadores, pelotaris… el campo Volantín, de atletas la ría, de nadadores, las carreteras, de ciclistas y el Pagasarri, de «alpinistas». Eran habituales también, las conferencias que pretendían aleccionar a la población en las bondades de la higiene y la vida sana, siendo Enrique Areilza, el queridísimo «doctor de los mineros» uno de aquellos asiduos ponentes.
También eran habituales las «máximas», aquellas frases cortas y contundentes como: «Los gérmenes morbosos sólo prosperan en los organismos débiles», «Mata más la inacción, que los percances del sport más rudo», «Hombres sanos, hombres buenos»... hoy, al mirar hacia aquellos tiempos, no puedo evitar dos sensaciones en planos diferentes: lo severísima que resultaba entonces la vida cotidiana y la ausencia de mujeres en todos los ámbitos, excepto cuando las crónicas las convertían en «señoritas» casi siempre «bellas» o, cuando menos «simpáticas» que no hacían otra cosa que observar.
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No puedo evitar ver siempre la botella medio llena: creo que tanto el Bilbao como el Club Deportivo que hoy tenemos se deben mucho mutuamente, creo también que ambos son mucho mejores en la actualidad y es obvio que hoy, las mujeres pueden ser (de hecho, hoy es una mujer quien ocupa la presidencia) otras muchas cosas, además –o no- de «simpáticas» y «bellas» espectadoras. Soy socio del Deportivo desde hace 27 años. No formé parte de aquellos pioneros, así que no me siento orgulloso. Me siento agradecido a aquella generación de gentes admirables que, como se decía en la mítica «Carros de Fuego» supo poner «fuego en sus corazones y alas en sus pies». Gracias a aquellas alas y a aquel fuego, hoy volamos.
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