Rahm salva el corte al límite en una jornada para olvidar en el US Open
El vizcaíno sufre un cortocircuito en la segunda parte del recorrido y necesita firmar este sábado una tarjeta magistral para escalar posiciones
Jon Rahm salvó el corte 'in extremis' en el Abierto de Estados Unidos en un segundo día de torneo para olvidar y necesita firmar este ... sábado una tarjeta de ensueño en Los Ángeles Country Club para aspirar al menos a acercarse a los puestos cabeceros de la clasificación del tercer 'Major' de la temporada. El vizcaíno fue de más a menos en una cuesta descente vertiginosa y sufrió un cortocircuito en los nueve últimos hoyos que estuvo a punto de dejarle fuera de las jornadas decisivas. Sólo varias recuperaciones milagrosas desde el bunker y el rough, y su pulso con el putter cuando peor pintaban las cosas, evitaron un desastre aún mayor. Firmó una tarjeta de 73 golpes, tres más del par del campo, para un total de más dos en el cómputo global. Lidera la clasificación Rickie Fowler con menos diez, con un impacto de ventaja sobre Wyndham Clark y dos sobre Rory McIlroy y Xander Schauffele.
Volvió a despertar encapotado el cielo angelino, pero con el paso de las horas el sol ganó la batalla a las nubes y a las 13.54 (nueve horas menos en California), cuando Rahm, el mencionado Schauffele y Victor Hovland comparecieron en el tee del 1, quedó una tarde radiante. Es curiosa la disposición de este recinto deportivo de Beverly Hills abrigado a lo lejos por las colinas de Hollywood y oxigenado con la brisa del Pacífico. Y es que la salida de la primera bandera está a escasos metros de la imponente terraza de la casa club. Los aficionados comen y toman algo al mismo tiempo que los profesionales golpean a la bola prácticamente a su lado. El inicio del número dos del mundo no pudo ser mejor. Impacto impecable de colocación y fuerza que dejó la bola en el centro de la calle entre los gritos de ánimo de los miles de espectadores que abarrotaban las cuerdas y los palcos.
El comienzo, el desarrollo y el desenlace de este hoyo 1, para enmarcar. El vizcaíno consumó el guion con un eagle impresionante desde más de diecisiete metros que para nada presagiaba lo que llegaría después. Se había puesto con menos tres en la tabla en un parpadeo, el escenario ideal, y miraba ya hacia arriba desde el principio. Las sensaciones entonces eran tan buenas que el bogey del 4 sólo pareció un accidente, sobre todo cuando lo solventó con rapidez con un birdie en el 6. Sin embargo, un clic invisible modificó el panorama por completo cuando todo apuntaba a un 'pasaporte' que podía abrirle las puertas del cielo. El de Barrika dio muestras de sentirse incómodo y los palos dejaron de ser herramientas de precisión hasta que terminó pagándolo con dos bogeys consecutivos en el 11 y el 12 que dejaron signos evidentes de que la luz podía dar paso a la oscuridad.
Y así ocurrió. De repente, como todo lo que sucede en el golf, se hizo de noche para el vizcaíno, que no encontró una linterna con potencia suficiente para que le iluminara el camino. Las banderas 13, 14, 15 y 16 las solventó gracias a su talento y a su fortaleza mental. Pero moverse en el alambre conlleva siempre un riesgo y tanta oscilación acabó penalizándole en un momento crítico, ya que se presentó con un más uno en el último hoyo cuando el corte del torneo estaba establecido en más dos. En el 17 la lógica frustración le superó y golpeó un palo contra la arena para descargar parte de la tensión acumulada durante un recorrido que se convirtió en una cámara de tortura. Este sábado saldrá a jugar a las 18.44 horas y su compañero de partido será el canadiense Adam Hadwin. El objetivo, recuperar el buen tono para escalar posiciones.
Además de Rahm, en este US Open participan otros cuatro jugadores españoles. Alejandro del Rey, debutante y que firmó un prometedor menos dos en la primera jornada, se desplomó en la segunda y no consiguió pasar el corte. Tampoco pudo hacerlo el barcelonés Pablo Larrazábal a pesar de su experiencia. Los que sí estarán el fin de semana serán Sergio García, quien logró superar un bache mental para meterse entre los sesenta mejores, y e joven David Puig, que supo aguantar la presión a pesar de estrenarse en un Grande y se ganó el premio de prolongar su sueño en Los Ángeles.
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