Rahm resiste con oficio y apunta alto en el Memorial

Había que activar la bolsa de palos en modo supervivencia para no cometer errores y al menos mantener a buen recaudo el importante botín del jueves, ese menos dos que le había situado en el balcón de los puestos cabeceros. Finalmente firmó una tarjeta de 70 impactos, dos bajo par, para un total de menos cuatro en el cómputo global. Ocupa la sexta posición en una clasificación apretada y liderada por el estadounidense Justin Suh con menos ocho.

Este campo que le dio tanto hace tres años –victoria y su primer número uno del ranking mundial– y que le vio llorar en 2021 por su abandono tras un positivo por covid cuando ya tenía el triunfo en el bolsillo le dejó ayer claro desde el principio que iba a tener que sufrir para domarlo. Las banderas 1 y 2 se convirtieron ya de entrada en una cámara de tortura para el de Barrika, que volvió a compartir partido con Jason Day y Collin Morikawa. Tuvo muchos problemas Rahm en su afán de conquistarlas como consecuencia de las malas salidas y, además, uno de los hoyos escupió la bola cuando ya estaba casi dentro. Resultado: dos bogeys consecutivos que echaban por tierra lo conseguido la víspera y que le forzaba a un esfuerzo supremo para intentar recuperarse cuanto antes.

Era necesario hacerlo porque, como sucede en los 'Majors', en las citas con más solera del circuito norteamericano los favoritos no esperan al fin de semana para acelerar. Lo hacen ya desde el viernes porque el nivel de los participantes es tan elevado que el ralentí no está en su hoja de ruta. Sólo hace falta enchar un vistazo a los nombres que figuran en la parte alta de la tabla para comprobarlo: Matsuyama, McIlroy, Cantlay, Hovland, Spieth... Todos quieren llegar con los deberes hechos a las vueltas decisivas, las que marcan la diferencia. También en este escenario de Ohio que parece de postal pero que oculta trampas en los rincones más inesperados.

Rahm sin duda está en el grupo de aspirantes –siempre lo está– y encadenó dos birdies en los hoyos 5 y 6 que pusieron las cosas en su sitio. Quedaban quince banderas para encontrar el camino y empezar a construir la escalera que puede elevarle hasta la victoria. Sería la quinta de la temporada después de haber alzado los trofeos en Hawái, el American Express y el Genesis Invitational de Los Ángeles y ponerse la chaqueta verde en el Masters de Augusta.

Pero el Muirfield Village no había dicho su última palabra. Otro hoyo no quiso engullir la bola y ésta cayó en una chuleta en medio de la calle del 13 cuando Jon Rahm había ejecutado un golpe extraordinario desde el tee. El vizcaíno en cualquier caso nunca se descompuso y no dejó de intentarlo. Lleva la vena competitiva impresa en su ADN y eso no cambia nunca. Su paciencia obtuvo la recompensa en el 15 con otro birdie y luchará por el triunfo.