Rahm recupera el pulso y la consistencia en el US Open
El vizcaíno consigue sobreponerse a la jornada infernal del viernes y firma una tarjeta al par del campo con un juego muy sólido
Jon Rahm consiguió ayer sobreponerse a la jornada infernal del viernes y sacó a relucir un golf de altura en Los Ángeles Country Club, un ... campo que parecía receptivo en el inicio del torneo -se firmaron demasiadas tarjetas bajo par- y que se ha ido complicando con el paso de los días hasta volverse duro y tramposo como consecuencia del calor, el crecimiento del rough y la colocación de las banderas. Ya está preparado como es habitual en el US Open, una cita de una exigencia extrema que obliga a una precisión quirúrgica.
El vizcaíno afrontaba un día muy complicado después de que lo sucedido la víspera le dejara sin opciones a la victoria en un Grande, el tercero de la temporada, que ya ganó en 2021 con su exhibición en Torrey Pines. Hacer borrón y cuenta nueva era una quimera porque la mochila de la frustración era muy pesada, pero el número dos del mundo tuvo fortaleza mental y concentración para salir a competir como sólo él sabe hacerlo. En realidad fue un partido contra sí mismo, una forma de demostrarse que los resultados volverán a poco que atine unos centímetros con el putter y haga un par de aproximaciones que cambien radicalmente el escenario.
«He jugado muy bien y además en un campo que ya está muy difícil», declaró al término de su vuelta en el hoyo 18 a los periodistas españoles destacados en Beverly Hills. Se le notaba satisfecho y también relajado después de haber presentado una tarjeta de 70 golpes, el par de este recorrido que obliga a los profesionales a ser muy sólidos y manejar una variedad infinita de recursos. Rahm recuperó el pulso y la consistencia que le han permitido ganar este año nada menos que cuatro torneos: Hawái, American Express, Genesis Invitational y, sobre todo, el Masters de Augusta. Él mira el curso con perspectiva y asume que lo logrado hasta ahora en 2023 es increíble, pero la mayoría de las veces es el aquí y el ahora lo que suele mandar en el deporte de élite.
El que sin duda será líder del equipo europeo en la Ryder Cup que se disputa en Roma el próximo otoño llegó al tee del 1 al filo de las 9.40 horas (nueve menos en California). Su compañero de partido fue el canadiense Adam Hadwin. Tuvo que resultarle extraño disputar el segundo encuentro de la jornada cuando él está acostumbrado a estar en los duelos finales, los que deciden los torneos. Su más dos en el cómputo global de los 'pasaportes' presentados el jueves y el viernes le permitieron salvar el corte sobre la campana y era lo que tocaba -su estadística en los cortes es espectacular porque ha superado nada menos que dieciséis consecutivos en los 'Majors'-.
El primer impacto desde la salida fue toda una declaración de intenciones. Si alguien dudaba sobre si el de Barrika iba a saltar al campo a dar lo máximo de sí mismo lo que vio en la bandera inicial despejó cualquier incógnita. Gran tiro a calle, en el green de dos golpes y sendos putts para completar un birdie que le sirvió para ganar tranquilidad. Después transitó con firmeza por las calles y los greenes e incluso hubo momentos en los que pudo lustrar aún más su tarjeta si hubiera tenido una pizca de fortuna. Injusto lo que le ocurrio en el hoyo 6, un precioso par 4 en el que buscó la bandera desde el tee y que se rebeló contra él hasta hacerle sudar el par. El birdie del 8 recompensaba su esfuerzo para encarar la segunda parte del trayecto, a priori el más comprometida. Cayeron dos bogeys en ese tramo en el 12 y en el 18 que no cuestionaron sin embargo sus buenas sensaciones y que le hacen mirar con buenas perspectivas la ronda final de hoy.
Al cierre de esta edición comandaba la clasificación con menos once un sorprendente Wyndham Clark, que ha llegado a la parte alta sin hacer ruido a discutirles la victoria a los favoritos. Segundo era Rickie Fowler y tercero, Rory McIlroy.
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