Rahm da una lección de oficio y fuerza mental para superar el corte en el PGA

Jon Rahm dio ayer una lección magistral de oficio y fortaleza mental en el Oak Hill Country Club. El demodelor más seis de la víspera en la jornada inicial del PGA Championship le había colocado en una situación límite en el segundo 'Major' de la temporada y estaba obligado a sacar a relucir los galones de número uno para saber manejarse en el alambre y salir airoso de una empresa mayúscula. El vizcaíno sintió en todo momento sobre su cabeza la espada de Damocles del corte -no haberlo pasado hubiera supuesto un mazazo en este 2023 para enmarcar- y, sin embargo, no le tembló el pulso.

El hoyo 12 fue sin duda el punto de inflexión de su intenso recorrido. En ese instante el resultado que abría las puertas del fin de semana era el más cinco y el de Barrika salió de ese green con un bogey que le dejaba contra las cuerdas. Lejos de amilanarse, apretó los dientes, se agarró como sólo él sabe hacerlo al terreno y encadenó tres birdies superlativos marca de la casa entre los rugidos de miles de aficionados norteamericanos que abarrotaron las cuerdas de este escenario único en el que se siente el aire frío del cercano lago Ontario. Los greenes se habían mostrado hostiles y domarlos resultó determinante para darse al menos la opción de jugar hoy y mañana. Además, la lluvia hizo acto de presencia en forma de aguaceros.

Qué complicado es este campo de Rochester. Parece un paraje de cuento de hadas, pero entre sus frondosos robledales hay trampas de todo tipo que lo hacen oscuro e inhóspito. Las laderas de hierba alta que protegen las calles volvieron a hacer estragos. Caer en ellas es sinónimo de problemas porque la bola literalmente desaparece y por eso ser certero desde las salidas es clave. El jueves Rahm no lo fue como en él es habitual y sufrió de lo lindo. Ayer, sus maderas y sus hierros estaban bien alineados y la bola encontró la dirección correcta en la mayoría de las ocasiones. Con la precisión desde el tee tuvo mucho ganado, pero luego había que rematar con el putter en las cercanías de los hoyos. Le costó un mundo conseguirlo, pero su perseverancia obtuvo el merecido premio en el trío de banderas que le sirvieron de impulso en un torneo que había nacido torcido.

Sólo hace falta echar un vistazo a la clasificación para comprobar la dureza de Oak Hill. Completadas las dos primeras jornadas, las que establecen la selección inicial, únicamente diez jugadores han sido capaces de terminar por debajo del par. Colideran la clasificación con menos cinco Scottie Scheffler, Corey Conners y Viktor Hovland. Les siguen de cerca Bryson Dechambeau y Justin Suh, a uno y dos golpes, respectivamente. El australiano Cam Davis, en el puesto 19, ya tiene un más uno en su casillero. Rahm llegará hoy al tee del 1 con un más cuatro peleado hasta la extenuación gracias a su tarjeta de 68 impactos, dos bajo par. Se había plantado en la salida del 16 con menos tres, pero un bogey le forzó a exprimirse en los terribles 17 y 18. Ambos hoyos son muy largos y es obligatorio coger calle para evitar sobresaltos. Rahm lo logró en ambos casos.

Nuevas perspectivas

«Esto es muy largo, por supuesto que voy a pelear», proclamó el jueves el vizcaíno después del duro revés que se llevó en el estreno de este Grande. Y vaya que lo hizo. El objetivo de librar el corte se había puesto muy caro y ya lo ha conseguido. Ahora hay que mirar el torneo con nuevas perspectivas. El vizcaíno se mostró convencido de que queda «lo más difícil» y que las condiciones se endurecerán por la eventual aparición del viento y la lluvia, lo que puede producir vuelcos importantes en las tarjetas. Hoy toca eliminar poco a poco los números rojos.

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