Frenazo en seco de Rahm en plena aceleración

Lo dice la estadística, la referencia de sus quince anteriores vueltas a la Plantación Kapalua. Los primeros nueve hoyos son para sobrevivir, posicionarse o no perder el ritmo. Y en el 'back nine' toca entrar a matar, sin tapujos. Bordó la primera parte de la ecuación con el bonus de hacerlo con un tacto especial en los pares 3, sin duda las banderas que más se le resisten en Maui. Por eso le excitó cazar su primer birdie en el hoyo 2 tras una salida casi perfecta con la que acercó la bola a metro y medio de la diana. Lo entendió como una señal de que todo podía ir bien.

Coleccionaba calles sin problema, pateaba desde el entorno de los diez metros con mucha solvencia para dejarse putts de un paso o menos y no desperdiciaba tampoco el primer par 5 de su matinal que casi canjea por un eagle cuando dirigió la bola desde 14 metros y rodó sobre el perfil del agujero. El golf le recordó de inmediato que también toca pasar apuros, pero los solventó con pulso firme en el 6, donde se le quedó corto un putt desde cinco metros, y en el 7, escenario de su primer error del día con un approach deficiente que le obligó a librar el tachón atinando desde tres metros pasados.

Pareció un lapsus que no iría a más. Porque en el segundo par 3 calcó su modus operandi del anterior y dejó la bola a poco más de un metro, perfecta. En el siguiente par 5 jugó de manual y en el 10 embocó desde cuatro metros. Tres birdies seguidos. Estaba 'on fire' crecido, seguro, dañino en un campo con unas condiciones inmejorables para los jugadores. Y lo apuntado anteriormente, se adentraba con máxima aceleración en el tramo más asequible para su juego, desde la segunda plaza provisional a un solo golpe entonces de Harris English y su constante liderato.

Sí, hubo un pero en la narración. Un ingrediente con el que no se contaba, aunque se produjera en el hoyo en que peor se ha manejado en Kapalua, sin ir más lejos pinchando la víspera. Desapareció la magia del día en los pares 3. Salió a green y desde quince metros inició una letanía para encajar la bola en la cazoleta. Primer putt de 15 metros, algo corto. Pero con un toque de menos de dos pasos lo solucionaba. Error. El tripateo le molestó, su escozor le incomodó el resto del sábado. Fue como una picadura que con el paso del tiempo activa el veneno y del ronchón pasa a la infección.

El putter le generó dudas, pese a ser el único palo que no ha cambiado tras su estreno con Callaway. Desde ese percance todo fueron lamentos cuando cerraba un hoyo en el green. En el 12 se fue largo y pateó para birdie desde cinco metros dejando la bola en equilibrio sobre el borde del agujero. En el 13 la tocó desde seis pasos y se quedó dos dedos corta. En el 14 falló su primera calle, cayó en la arena tan cerca del peralte que no pudo darle freno a su recuperación y tampoco embocó de cuatro metros. Y la guinda se amargó en las dos siguientes banderas para acabar de descabalgarle del torneo.

No cazó la bandera del 15 pese a llegar con el segundo golpe a 13 metros del trapo. Chipeó desde el rough y aún así se dejó un putt de birdie de paso y medio y juró en arameo al ver que no entraba por un saltito en el inicio de la corta rodada. Era un pecado no hacerse con ese par 5. Y lo fue también fallar el 16, previa visita a su segundo arenal del sábado, al no ejecutar un putt de tres metros. Ese bogey le remató.

Casi desde la misma distancia salvó el par en el 17 y, al menos, se dio el gusto de enjugar tanta hiel en el 18 con un birdie que le procuró una sonrisa de entre resignación y mosqueo que se podría traducir con la versión menos hiriente para los oídos del «a buenas horas». Donde la víspera había vaciado su cargador con cinco birdies, esta vez acaba cediendo incluso un golpe ante el campo. Las cuentas salen solas. De haber conquistado, como pudo hacerlo, dos o tres banderas más y de haberse librado de unos de los dos bogeys prescindibles que tuvo, hoy estaría afilando el puñal a tres o cuatro golpes de la cabeza. Hizo coincidir su mejores nueve primeros hoyos en sus cuatro años en Hawai (32) con los peores del 10 al 18 (37).

Mucho mejor, claro, le fueron las cosas a los colíderes. Mientras Harris sigue en modo hormiguita, haciendo caja cada día y con un solo bogey en 54 hoyos, Palmer se vino arriba ayer con un arreón de seis birdies en las siete últimas banderas. Antes, Sergio García celebró en el campo su 41 cumpleaños corrigiendo un mal arranque (bogeys al 1 y 3) para acabar restando seis golpes al campo y empatar con Rahm en el Top10. El de Borriol juega hoy desde las 21.10 con el chileno Niemann y Jon Rahm saldrá diez minutos antes en el que será su tercer partido con el noruego Viktor Hovland.