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Jon Rahm, en la salida del hoyo 13 de Oak Hill. Afp

Rahm encuentra un campo minado en el PGA

Un suplicio ·

El vizcaíno sufre un duro revés en la primera jornada en Oak Hill y un demoledor más seis en la tarjeta le sitúa en una situación límite

Iván Orio

Rochester

Jueves, 18 de mayo 2023, 21:55

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Jon Rahm ha encontrado este jueves un campo minado en el Oak Hill Country Club y deberá sacar en la segunda jornada a relucir su juego y su carácter de número uno para llegar al fin de semana en el PGA Championship, el segundo Grande de la temporada. El vizcaíno empezó bien y nadie podía imaginar lo que sucedió después, cuando varios golpes fallidos desde el tee le penalizaron hasta convertir su vuelta en un auténtico suplicio a partir del hoyo 16 –abrió el juego desde el 10–. Su fortaleza mental y su vena competitiva evitaron males mayores y le permitieron al menos sujetarse en el alambre. Firmó una tarjeta de 76 golpes, seis por encima del par, y está en una situación límite.

La jornada comenzó con casi dos horas de retraso porque las heladas nocturnas habían dejado el campo pintado de blanco. Las temperaturas habían caído a plomo hasta bajo cero en el oeste del Estado de Nueva York y los responsables del circuito optaron por demorar las salidas hasta que el sol calentara con cierta fuerza y la dureza del terreno fuera asumible para el juego. El viento, imprevisible y racheado en Rochester y con momentos de gran virulencia en los días precedentes, no hizo acto de presencia más allá de una gobernable brisa, eso sí, muy fresca. Las condiciones para el golf eran por tanto ideales.

Rahm, actual poseedor de la chaqueta verde, Cameron Smith, vencedor en el último British Open, y Matt Fitzpatrick, el mejor en el Abierto de Estados Unidos de 2022, llegaron al tee del 10 poco después de las diez y cuarto de la mañana (seis horas más en España). Trío de altura en el segundo 'Major' del calendario. La presentación de cada jugador iba acompañada de los aplausos de los miles de aficionados que rodeaban el tee y que habían tomado las cuerdas de la calle. La ovación fue mucho mayor en el caso del vizcaíno, que se ha metido al público norteamericano en el bolsillo con su triunfo en el Masters pero también por su actitud, el no dar nunca el brazo a torcer aunque los nubarrones le amenacen.

Y este jueves lo hicieron, y de qué manera, a pesar de que el inicio del profesional de Barrika no pudo ser más esperanzador. Dio la sensación de que el primer hoyo, del que salió con birdie desdespués de un putt extraordinario, era un mensaje perfecto del número uno al resto de adversarios. El guion de la conquista de esa bandera inicial y la suficiencia con la que se desenvolvió en las cinco siguientes perfilaban a un Rahm seguro de sí mismo y que sabía el camino que debía recorrer. De hecho, en ese tramo tuvo alguna oportunidad para haber mejorado los casilleros de su tarjeta. Su semblante transmitía templanza y también la paciencia de quien sabe que la tenacidad tiene recompensa.

Pero de repente, en un visto y no visto, la hoja de ruta se llenó de manchones y Rahm no encontró la fórmula para blanquerlos. Que Oak Hill es complicado es una obviedad porque todos los jugadores lo han dicho. Y sin matices. Pero nadie imaginaba que salirse unos pocos metros de las calles desde el tee podía tener efectos tan devastadores.

Sin piedad

El rough que dibuja un verde más oscuro en las riberas de las vías principales oculta en realidad un campo de minas en el que controlar la bola es una misión imposible. A esas zonas laterales se fue el vizcaíno en los hoyos 16, 17 y 18 y encadenó tres bogeys que dinamitaron su recorrido. Del menos uno que le había colocado en el balcón de los puestos cabeceros a un más dos que le obligaba a remontar en la segunda vuelta. Tocaba apretar los dientes y adaptarse a un terreno hostil que castiga sin piedad los errores.

Otros tres bogeys en las banderas 2, 3 y 6 y un doble bogey en la 7 confirmaron que Rahm no se había encontrado. El birdie en la 8 le dio un pequeño respiro. La primera lucha este viernes será para pasar el corte. El golf es único e imprevisible. Del cielo de Augusta al purgatorio de Rochester.

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