Promesas. Un grupo de jóvenes desentraña los secretos del swing en el campo alavés de Larrabea, lugar de aprendizaje de Rahm. r. g.
Jon Rahm

Aquel farol roto durante sus inicios en Álava

Los orígenes de Rahm se remontan durante ocho años al club alavés, donde su familia tenía alquilado un apartamento a tiro de drive de Legutio

Martes, 22 de junio 2021, 02:17

No existe un solo ser humano sin orígenes en los que indagar. Ni siquiera un deportista que viene de tocar la bóveda celeste, como en ... el caso de Jon Rahm. Y los suyos, los del reciente campeón del US Open, nada menos, se fijan en el club alavés de Larrabea, a tiro de drive del municipio de Legutio. El campo donde de mocete rompió el farol que iluminaba el 'putting green' jugando con sus amigos a ver quién acertaba a hacer añicos el vidrio. Y lo logró él naturalmente, ¿quién si no?, enfrente del apartamento que su madre Ángela y su padre Edorta tenían alquilado en la salida del hoyo 10.

Publicidad

Ayer, cuando el gerente del campo (Ander Padura) mostraba aquella diana repuesta a este periódico -«después de tantos años el delito ha prescrito», musita entre sonrisas- ya bullía en las instalaciones el orgullo de sentir que 'uno de los suyos' acababa de hollar la cumbre mundial, el peldaño más alto del podio. Primer español en alzar ese título, cuarto en inscribir su nombre en los Grandes tras su ídolo Severiano Ballesteros (cinco), Txema Olazabal (dos) y Sergio García (uno). El chico de Barrika formado en las calles de Larrabea que se extasiaba viendo a los profesionales del más alto nivel por el televisor lidera ahora el corral de los gallos. Hasta el punto que cuesta poco adivinarle más 'Majors' porque apenas se le vislumbran poros en su juego.

Desde sus prodigiosas manos en el juego corto «que ya demostraba aquí», cuentan quienes le siguieron desde crío en el club alavés, a la solidez del palo definitivo y los zambombazos hasta la línea del horizonte de su 'backswing' recortado para evitar dispersiones de la bola y sumar calles precisas. Por no hablar -necesario hacerlo- de su mentalidad triunfadora, el gen competitivo y el genio domado a lo largo del tiempo con el que se muestra a sí mismo la capacidad de abatir cualquier desafío. Su llegada ayer a Torrey Pines -el bucle de su historia porque allí obtuvo el primer título profesional hace cuatro años- dos horas antes de su salida enseñaban a través de las cámaras a un hombre determinado, decidido a completar una misión.

«El caballo ya está domado. Me recuerda a Induráin subiendo los puertos»

A. Padura (gerente Larrabea)

De las sucesivas charlas con rectores y socios de Larrabea se deduce lo ya sabido cuando el vizcaíno se transforma en Rahmbo y también aquellas intrahistorias que recuerdan quienes compartieron con él la hierba alavesa segada al ras, el 'rough', los 'bunkers' y los 'greenes'. Todos hablan de un Jon concienzudo y trabajador a quien el reloj no le marcaba las horas, de un código competitivo en su máxima expresión y de un temperamento volcánico cuando se trataba de anteceder a los rivales desde alevines hasta que marchó a Madrid. En Larrabea empezó a pulir entre los ocho y los dieciséis años los fundamentos técnicos de su excelente nivel. Y ya en la Universidad de Arizona State, estado norteamericano en el que reside, todos los encuestados en la sede social de Larrabea apuntan a la figura fundamental de Tim Mickelson, hermano y 'caddie' de Phil y entrenador de Jon en el campus, a la hora de limar las aristas de un genio desatado. «Se reconvertía cuando entraba al campo, entonces era otra persona. El del día a día es un tipo encantador», dice Padura.

Publicidad

Un socio del club que conoce bien el entorno del nuevo vencedor del US Open incide en la importancia educativa de su familia, con la madre, el padre y el hermano Eritz, también golfista. Y añade la pasión del de Barrika por el Athletic, club del que su abuelo fue delegado. Destaca, como el resto, «el talento» que se le intuía desde pequeño alrededor del 'green' y dentro de él. Y el carácter ganador de quien odiaba perder torneos sociales y entre amigos. ¿Su técnica? Este abonado alude a la potencia que genera con el driver «porque pega mucho con la cadera y tiene un 'grip' muy suelto que le generan velocidad de palo».

Camaradas. Alberto Ruiz de Olano señala una instantánea suya junto al maestro golfista de Barrika. rafa gutiérrez

Club de amigos

En la tienda se unen otros dos abonados da la entidad. Uno de ellos, Alberto Ruiz de Olano, porta con la satisfacción que diría el emérito la camiseta que distingue en su logo a los 'Amigos de Jon Rahm', un grupo de unas cincuenta personas que alienta al ídolo y organiza algunos torneos. «Ayer -por el domingo- estaba convencido de que iba a ganar». Fernando Ruiz de Arcaute ha visto toda la evolución alavesa del líder mundial y cree «fundamental» la labor psicológica que han invertido en el fenómeno. «Lo pasé fatal cuando le anunciaron el covid en el hoyo 18 del Memorial con seis golpes de ventaja». Ese palo cercano que ha devuelto al protagonista más fuerte.

Publicidad

Francisco Javier Arregui, presidente de Larrabea ya una década larga, es un hombre que lleva la alegría con una elegante discreción. «Por supuesto que es un orgullo para el club», cuenta al máximo dirigente de la entidad. «Aquí desde primera hora estaba aprochando, pateando… Es un trabajador nato y muy temperamental que se ha corregido en ese sentido con ayuda de psicólogos, la Blume, la Federación y Tim en la Universidad». De Jon destaca, entre otras muchas virtudes, «su cabeza para abstraerse», añade mientras repasa las banderas de grandes eventos dedicadas cariñosamente por Rahmbo al club de sus orígenes.

«Aquí, desde primera hora estaba 'aprochando', pateando... Es un trabajador nato»

F. j. Arregui (Presidente)

Otra persona henchida tras el éxito mayúsculo del vizcaíno es el gerente de la entidad alavesa. Lee de su teléfono móvil las frases de Jon nada más proclamarse vencedor. «Sabía que podía meter esos putts últimos, tenía confianza. Son los que ha tirado millones de veces en Larrabea». Y durante su primer triunfo en Torrey Pines, recuerda Padura, dijo que en aquel putt de veinticinco metros «se había acordado del hoyo 6 de aquí». Para el gerente, la labor más complicada ya está resuelta. «Había mucho que domar y ahora el caballo ya está domado. Me recuerda a Induráin cuando subía los puertos». Se refiere al Socio de Honor de Larrabea por los siglos de los ídem. Y amén.

Publicidad

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad