Edorta Rahm, padre de Jon: «Es muy emocionante saltar en el hoyo 18 a abrazar a tu hijo»
El aita del ganador del Masters cuenta su experiencia en Augusta
Para Edorta Rahm, padre del ganador del Masters de Augusta, fue una semana de pasión. Vivió junto su hijo cada hoyo de cada recorrido ... mientras el tiempo cambiaba del frío, el viento y la lluvia al bochorno y el sol. Y disfrutó de un momento único, justo tras el último golpe. «Tener como padre la oportunidad de saltar al campo y abrazar a tu hijo que acaba de ganar es muy emocionante», relata en una conversación con EL CORREO. Un abrazo de esos que se sienten de la cabeza a los pies y que permanecerá en el disco duro familiar. «Ese momento fue una pasada, tan emocionante», subraya. «Quería estar allí con Jon, con Kelley (su esposa), con Adam (su caddy)... Compartir con ellos ese instante único en Augusta».
Durante todo el torneo, Jon Rahm ha contado con el apoyo y la cercanía de su padre. Y se lo agradeció desde el atril tras recoger el premio y ante los micrófonos de la prensa mundial: «Aita, menos mal que has venido... Ufff, si no llegas a venir...». También el golfista de Barrika tenía la piel de gallina. Augusta no es el campo más cómodo para los visitantes que acompañan a los jugadores. «Pero yo tenía claro que debía ir», apunta Edorta Rahm. Y así pudo ver a su hijo «muy concentrado» desde el inicio el torneo. «Le noté esa calma espiritual que tuvo también cuando ganó el US Open en 2021. Se le notaba tranquilo y concentrado, y por eso vi claro que podía vencer en este torneo», indica.
''Aita, menos mal que has venido... Te quiero''. Las palabras de @JonRahmpga hacia su padre.#TheMasters #AquíGritamosGolf pic.twitter.com/MvjOqVhQR0
— Golf en Movistar Plus+ (@MovistarGolf) April 10, 2023
Otra de las claves del triunfo de Jon Rahm en Augusta fue, según su padre, la «capacidad de adaptación a las condiciones cambiantes» del torneo. Sobre el campo cayó una tormenta, llovió, azotó el viento... la competición sufrió varios aplazamientos, luego pegó el calor... En ese remolino meteorológico, el golfista vizcaíno se mantuvo impasible. Mano de hierro frente a rivales que temblaron víctimas del mal de altura que acompaña a la cercanía del éxito.
«Saber adaptarse fue determinante», asegura Edorta Rahm, testigo privilegiado del éxito de su hijo. El golfista de Barrika mostró su aplomo en los lances definitivos y tuvo el privilegio de llegar como gran dominador al hoyo 18 del último recorrido. Allí certificó su triunfo y lanzó un grito al aire. Edorta saltó al campo para abrazar a su hijo, para darle uno de esos achuchones que no se olvidan.
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