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Rahm ejecuta un golpe. Reuters

Quinto puesto de Rahm en el inicio del Sentry of Champions en Hawai

Solo falla dos calles, rebaja cuatro golpes al par del campo y cede tres ante el chileno Niemann

Jueves, 2 de enero 2020

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Con mucha pegada. Decidido. Sabedor de pisar un campo al que se le pueden sacar chispas con el mazo en la mano. Más que calles, avenidas las de un Plantation Course que no ha acabado de dar en una tecla de sonido drástico si lo que buscaron sus gestores con una inversión millonaria era espantar, o al menos amortiguar la eficacia de los bombarderos. A Jon Rahm no se le da nada mal tirar de driver como si fuera un lanza misiles y ha vuelto a demostrarlo. Cierra la primera jornada hawaiana compartiendo la quinta plaza, a tres golpes del chileno Niemann y con la sensación de que en cuanto se endurezcan las jornadas con viento y posible agua sacará incluso más tajada.

Casi inmaculada su estadística con el primer golpe. 13 calles de 15 conquistadas. Las dos que no encontró las permutó por visitas a arenales. Una, en el 14, porque trató de llegar de tee a green con solo el mazazo de la salida. La otra, en el 16, buscando un pasillo imaginario entre búnquers. Lástima que la segunda parte no incluyera tanta eficacia. Fue calibrando los hierros desde posiciones de pegada aparentemente cómodas. Pero la bola no acabó de aterrizar lo suficientemente cerca del trapo. Radios para patear para birdie con repetición de la jugada desde ocho a diez metros. Le costó. En cuanto redujo el margen, comenzó la facturación. Fue en el 4, sin esperar al festín de los pares 5, que en este campo suponen el nutriente fundamental para progresar. En las ocho vueltas que trae como experiencia en Kapalua ha rebajado 25 golpes al campo desde la máxima expresión del juego largo.

Repitió muesca en el 5 ya en formato par cinco. Llegaban noticias de eagles en ese tramo del trayecto. Dustin Johnson, quién si no, dejaba en cuarentena el endurecimiento del recorrido. Casi cubre los 480 metros de ese hoyo en dos golpes. De hecho, lo hizo porque dejó la bola a paso y medio del albatros. Luego quizá sí experimentó los cambios en un recorrido en el que ha ganado dos veces y colecciona tops-10. O pudo ser que es su primer torneo del curso. O que ha hecho cambios de palos. El caso es que se llevó la distinción al jugador hiperactivo. Acabó robándole solo un golpe a su campo, pero dejó una gráfica de arritmias con un eagle, cinco birdies, siete pares, cuatro bogeys y un doble bogey. Fue el que menos se aburrió entre los 34 jugadores en liza.

Rahm no canjeó el segundo par cinco al errar un putt de tres metros. Con -2 cerró el tramo de ida y abrió el de vuelta como debe hacerlo, acercando la bola a dos pasos y medio con el approach para después ejecutar con el putter. Y en ese instante pinchó. Fue un accidente leve, en el hoyo más corto, 150 metros. Acabó enarenado y en la salida para superar el talud frontal convirtió la bola en un ente alegre, descocado, que huyó hasta el collarín del green, a seis metros que prologaron el primer y único bogey de la función para el de Barrika. Enlazó ese lapso de stand by con dos banderas que se libraron de su ataque, al apuntarlas desde 18 y 8 metros. Siempre delineó bien la mayoría de tiros. Iban de línea buscando el premio.

Pateó bien desde los confines de los greenes, pero embocar en unos planos inclinados con tanta letra pequeña no era una asignatura de relleno. Curiosamente su mejor toque con el putter fue para salvar el par del 8 desde siete metros. Parecía que la vuelta se le paraba pero Rahm confiaba en sus pares 5, el vivero en el que germinan sus resultados. Se quedó a medio metro del eagle en el 15 y en el 18 se pasó 27 metros de green con el segundo golpe, por lo que recorrió con driver y madera un total de 646 metros. Se alivió ante la tribuna principal que había querido engullir su bola y sentenció el -4, que le dejó moderadamente satisfecho.

El viento comienza hoy a ser un invitado estelar en la isla de Maui y no se descarta que llueva, lo que puede llegar a ser realmente incómodo para los jugadores en un campo tan abierto y desprotegido. Jon Rahm compartirá partido desde las 23.00 (hora española) con el estadounidense Patrick Cantlay.

Sensaciones encontradas, aunque con tendencia alcista hacia el buen humor, la satisfacción y la convicción de haber sido un buen día. Jon Rahm habló de una «delicia» de recorrido, de «uno de los paseos más agradables que daremos este año», en alusión a la escasez de aire que sopló durante la primera jornada del Sentry of Champions en la siempre ventosa isla de Maui. Otra cosa es lo que suceda desde hoy, con previsión de superar los 50 kilómetros por hora y un 40% de posibilidad de lluvia. «Espero no tener pesadillas pensando en ello», bromeó el de Barrika.

Siempre autocrítico, se refirió a lo negativo concentrado en dos golpes. La salida del 11, par 3 de 150 metros, que acabó en búnquer y el drive del 12, en calle, pero por la anchura del fairway, además de muy corto para la pólvora que había cargado en su palo. «Ha sido uno de los peores tiros que he pegado como profesional», dice del hierro en el par 3 que abrió la puerta a su único bogey del día. «No tenía la mente donde debía, me faltó concentración», confirma.

En el otro plato de la balanza se acumularon méritos. «Ha sido un día sólido, de buen juego», refirió. «Los greenes están muy bien. Si sentía este campo como favorable por lo bien que se me dio en el pasado, ahora la sensación crece con los greenes tan firmes. Es muy divertido jugar en Maui y es genial estar de vuelta», concluye mirando al cielo, escudriñando alguna secuencia lógica, que no existe, en las corrientes de aire.

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