Unai Simón marca la diferencia
España conquista un título once años después tras superar en la tanda de penaltis a Croacia con el portero rojiblanco como héroe
Once años después, un espacio de tiempo que tampoco es exagerado en una cronología normal de títulos pero que en España, demasiado bien acostumbrada ... por los éxitos entre 2008 y 2012, a algunos les ha parecido una era geológica, La Roja volvió a ganar un gran torneo. Fue la Liga de Naciones, esquiva hace dos años, y fue en la tanda de penaltis, donde Unai Simón brilló con dos paradas excepcionales y Carvajal marcó el lanzamiento definitivo a lo Panenka. El portero del Athletic se convirtió en el héroe de la selección y su gran día no dejó de ser también un premio para el propio seleccionador, que ha apostado por él sin dudarlo y que sale muy reforzado con este título. Sólo ha tardado cuatro partidos en conseguirlo, todo un récord que dará a Luis de la Fuente un margen de confianza hasta la Eurocopa de 2024. Se supone.
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Mereció España la victoria, aunque fuese a los puntos, en una final que tampoco pasará a la historia y que a Croacia se le hizo muy larga. Salvo en la electricidad que aportó su hinchada, poco o nada tuvo que ver el equipo de Dalic del que superó a Países Bajos en la semifinal también en la prórroga con una exhibición de personalidad y valentía que enmudeció a la afición holandesa. Ayer no estaban para esos trotes ni de lejos. Y aunque tampoco España estaba para muchos -este invento de la Nations a mediados de junio es criminal para los jugadores- siempre pareció tener algo más de aire.
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La final tuvo el guion esperado en la primera parte, presidida por las precauciones mutuas entre dos equipos que, con sus diferencias, se parecían en muchas cosas; desde luego, en las suficientes como para anularse a lo largo de 45 minutos anodinos. Ni España ni Croacia eran capaces de superar las defensas adelantadas de su rival y ninguna de ambas selecciones quería asumir demasiados riesgos con la pelota. El equipo de Luis de la Fuente estaba bien puesto, pero lo cierto es que, salvo en contadas ocasiones, no encontraba caminos ni por dentro ni por fuera. Asensio apareció muy poco, de hecho no dio señales de vida hasta pasado un cuarto de hora. Gavi jugaba muy desordenado en la media punta y, aunque tuvo una buena ocasión en el minuto 11, apenas tenía impacto en el juego. Y lo mismo podía decirse de Yeremy Pino y Fabian Ruiz, que ayer entró en lugar de Merino.
Igualdad
El caso es que, salvo la citada oportunidad del joven centrocampista del Barça, que nació en un pérdida tonta de un defensa, España apenas volvió a crear peligro de verdad hasta el descanso. Tampoco Croacia. El trío Modric, Brozovic y Kovacic no terminaba de encontrar espacios. Lo intentó con algún balón largo a la espalda de los centrales, como el que en el minuto 23 propició una llegada peligrosa de Kramaric, y algún centro buscando la cabeza de Perisic, al que el marcaje de Navas no le hacía ni cosquillas por arriba. Pero salvo un testarazo del veterano futbolista del Tottenham a la media hora que Unai Simón atajó sin mayores problemas, 'la sahovnica' no dio ninguna sensación de peligro.
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Se le notaba con menos cilindrada al equipo de Dalic. El problema es que el de Luis de la Fuente estaba más o menos igual, como si hubiese un mismo tipo de fundido en todos los jugadores de élite a mediados de junio. Al descanso, había razones para pensar en una mayor emoción a la vuelta. Al fin y al cabo, en el estadio del Feyenoord se estaba jugando toda una final. Sin embargo, salvo cuando el partido entró en la zona Cesarini, que dicen los clásicos, y Ansu Fati tuvo una ocasión clarísima que Perisic sacó sobre la raya, la segunda parte fue un muermo de errores y fútbol rumiante que terminó de la única manera posible: con la prórroga, algo perfectamente natural, poco menos que una imposición astrológica, teniendo en cuenta que jugaba Croacia.
Se hizo famosa la frase de Gary Lineker cuando dijo aquello de que el fútbol es un deporte que juegan once contra once y siempre gana Alemania. Más atinada, sin embargo, podría ser una que dijera que el fútbol es un deporte en el que se juegan partidos de 90 minutos pero si hay 120 es que juega Croacia. Como ocurre con frecuencia, la prórroga no cambió el cariz del partido, que continuó lleno de imprecisiones, de mucha más voluntad que acierto, pero al menos tuvo más emoción. Nacho evitó que Majer pudiera fusilar a Unai Simón en el minuto 99 y se lesionó en la jugada; poco después a Dani Olmo se le fue alto un balón muy franco desde la frontal; más tarde, ya en la segunda parte, un defensa croata desvió un tiro del jugador del Leipzig... El 0-0, sin embargo, se quedó ahí, inmóvil, y el título hubo que resolverlo desde los once metros. No parecía un buen plan teniendo en cuenta que Livakovic es un especialista, pero De la Fuente ha trabajado los penaltis con sus jugadores y Unai Simón no quiso ser esta vez un pardillo, como dijo que lo fue en la tanda del Mundial contra Marruecos, sino un héroe.
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