Rubiales se niega a dimitir, va al choque con el Gobierno e incendia el fútbol español

Por la oscuridad que rodea al fútbol, lo hermético de sus estructuras y al afán que caracteriza a sus dirigentes de perpetuarse en un cargo tan goloso mediática y económicamente, al final las salidas de los presidentes de la Federación resultan traumáticas, con enorme revuelo social y mediático. Relativamente reciente está lo que sucedió con Ángel María Villar, quien incluso fue encarcelado por sus delitos en el marco de la 'operación Soule' e inhabilitado después de casi 30 años en el poder. Los más veteranos no se olvidarán tampoco de los viejos líos de Pablo Porta y José Luis Roca. Y se recordará el 'escándalo Rubiales' porque ha incendiado el mundo del balompié con un beso en la boca a una jugadora que ha provocado indignación social. «Fue libre y consentido», se defendió ayer mientras la propia futbolista, respaldada por todos sus compañeras, lo negó tajantemente.

Desde todos los ámbitos, incluido el gubernamental, se daba por hecho que Rubiales había decidido arrojar la toalla y presentar un relato para buscar una salida más o menos digna ante poco más de la mitad de los asambleístas que asistieron ayer al salón Luis Aragonés de Las Rozas. Pero el presidente de la FEF cambió a última hora de opinión y decidió seguir en la poltrona. No solo no dimitió sino que anunció querellas contra los políticos Yolanda Díaz, Irene Montero, Ione Belarra y Pablo Echenique por acusarle de violencia sexual, arremetió contra el «falso feminismo» y se sintió víctima de una «cacería» y un «asesinato social».

Una vez que decidió atrincherarse ante los aplausos encendidos de sus correligionarios, entre ellos el seleccionador Luis de la Fuente, se desató una ola de reacciones en su contra, sobre todo del fútbol femenino, de unas campeonas que no acudirán a más llamadas de la selección mientras estén él y Vilda, y futbolistas como Borja Iglesias, dispuesto también a no vestir más los colores de La Roja. Todo ello acompañado de dimisiones y abandonos en el equipo de gobierno de la Federación.

La vicepresidenta Yolanda Díaz ya avanzó enseguida que el Gobierno tendría que iniciar de forma rápida los trámites que deben terminar con la era Rubiales. Dicho y hecho. A media tarde, compareció Víctor Francos, secretario de Estado para el Deporte y mano derecha de Miquel Iceta en el ministerio de Cultura y Deportes, para explicar el procedimiento. Básicamente, dos ideas: mano firme para inhabilitar a Rubiales e iniciar otra etapa en el fútbol español, pero máxima cautela con los tiempos y las formas para no incurrir en errores que puedan favorecer recursos que frenen el proceso.

A pesar de tener varias demandas en su poder que podría reenviar al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD), el CSD decidió recopilar con urgencia información y presentar ayer su propia denuncia ante el máximo organismo de justicia deportiva, que suele reunirse los jueves, pero esta vez lo hará el lunes. En el momento en que el TAD admita a trámite esta actuación por entender que Rubiales ha cometido una falta grave por incumplimiento de la Ley del Deporte, el CSD procederá a suspenderle de sus funciones.

Falta saber cuándo y cómo tendrá lugar esa inhabilitación cautelar y cuál será la sanción concreta cuando se cierre el proceso, pero la muerte deportiva de Rubiales se puede dar por hecha. Víctor Francos puso un ejemplo bastante gráfico de la situación. «Rubiales debió pensar que es muy raro que todo el mundo vaya contradirección en la autopista. Tenía la intención de hacer un cambio de sentido, pero como no lo ha hecho, el Gobierno tiene que frenar ese coche», explicó.

«La ciudadanía puede estar tranquila. Vamos a un proceso complicado y lo que no quiere este Gobierno es encontrarse con impugnaciones que nos lleven al traste con el objetivo contundente de iniciar un cambio en el fútbol español», insistió Francos. Recordó las palabras del presidente Sánchez cuando el día de la recepción a las campeonas en Moncloa instó a Rubiales «a dar más pasos».

El mismo Ejecutivo que hasta ahora había respaldado a Rubiales o simplemente mirado hacia otro lado, esta vez le pone la cruz. En un tema tan sensible como el machismo o la violencia sexual, no caben medias tintas. Blanco o negro, nada de grises. Entiende el Gobierno que el presidente de la FEF no ha estado a la altura ni de lo que se esperaba, ni de lo que se merecen las jugadores, ni de lo que demanda la sociedad. «Nos ha defraudado. El camino del Gobierno para con la FEF ha terminado», sentenció Francos. Próxima estación, final de trayecto.