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El Amorebieta consuma su descenso a Segunda FederaciónFernando Romero
Sábado, 3 de mayo 2025, 21:57
Se acabó. El desgastado hilo de esperanza de salvarse que mantenía el Amorebieta para las últimas jornadas ha terminado por romperse. Era cuestión de tiempo ... desde hace ya semanas, y ese tiempo se ha terminado para los azules. La derrota sufrida frente al Barakaldo en Lasesarre este sábado (2-0) condena a los zornotzarras al descenso a Segunda Federación, el cuarto peldaño del fútbol español. Un tremendo golpe para un club que a estas alturas del curso pasado luchaba por permanecer en Segunda División y que la próxima temporada tendrá que fajarse en una categoría inédita para la entidad.
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No por esperado deja de ser duro el varapalo que este segundo descenso consecutivo supone para la entidad presidida por Jon Larrea, que dice adiós a su época más gloriosa precisamente en el año de su centenario. Los azules 'ascendieron' a Primera RFEF en la reconversión de categorías impulsada desde la Federación. Hicieron historia con el 'Viverazo' en 2021 para jugar por primera vez en su historia en Segunda. Descenso y ascenso de nuevo al fútbol profesional en una sola temporada. Pero tras caer el verano pasado al fútbol de bronce, el asunto no ha tenido un final feliz.
Los datos que deja tras de sí el Amorebieta en la presente campaña a la que aún le quedan cuatro semanas de competición son preocupantes. Los azules han sido incapaces de ganar dos partidos seguidos. De hecho, su mejor racha ha sido encadenar dos empates y un triunfo. Por no hablar de su bagaje lejos de Urritxe, simplemente paupérrimo: un solo viaje de vuelta con los tres puntos en el zurrón, el de la pasada jornada en Barcelona. Con estos números, de poco le ha servido aferrarse a Urritxe, un fortín con cimientos de barro que también se ha venido abajo en el tramo final de la temporada.
Decepción es la palabra que mejor define la campaña del Amorebieta, que arrancó con la vitola de aspirante a todo por el hecho de ser un equipo descendido de Segunda División, pero al que la competición le puso rápidamente en su sitio. Esta vez no hubo remontada épica como hace un par de años. Los azules únicamente han estado fuera de los puestos de descenso en una ya muy lejana quinta jornada. Todas las demás, siempre en la zona roja, con el desgaste que eso acaba suponiendo a nivel mental.
Tras perder la categoría en la última jornada de la pasada campaña, el Amorebieta tuvo que hacer frente el pasado verano a una profunda reestructuración de su parcela deportiva. Asier Goiria y su equipo cogieron las maletas y pusieron rumbo a Murcia. Jandro también dejó la nave azul buscando un banquillo de mayor nivel. Y en el vestuario hubo una desbandada absoluta, con la salvedad de Unai Marino, único superviviente.
La ardua tarea de recomponer el puzle se le encomendó finalmente a Jabi Luaces. Para el banquillo, se optó por un golpe de efecto mediático y se eligió a Julen Guerrero. El portugalujo llegó a Urritxe rodeado de expectación, y con tanta ilusión como con poca experiencia a la hora de dirigir un club. Una apuesta arriesgada que no salió bien. Codo a codo, con alguna disparidad en sus planteamientos y notablemente condicionados por el aspecto económico, fueron moldeando muy poco a poco –quizá demasiado– una plantilla que cojeaba en determinadas posiciones pero que, sobre el papel, parecía ofrecer garantías suficientes para, por lo menos, no sufrir.
Una vez más, la realidad se empeñaba en llevar la contraria a los rectores azules. Los malos resultados acabaron llevándose por delante a Guerrero y su nutrido grupo de colaboradores de confianza en la décima jornada. La llegada de Natxo González y los movimientos en el mercado de invierno parecieron darle otro aire al Amorebieta. Un espejismo. Los zornotzarras han ido recayendo una y otra vez en sus mismos errores, que no han sido pocos. El balón parado ha sido una auténtica rémora, un lastre en lo deportivo y en lo mental, haciendo cada vez más débil a un Amorebieta que históricamente siempre ha sido un equipo ganador de duelos y poderoso en el juego aéreo.
La flecha se torció definitivamente tras perder en el derbi de Las Llanas. Un partido nefasto que dilapidó las por entonces todavía opciones reales de salvación de los zornotzarras. A partir de ahí, una caída libre que ahora culmina con el descenso al infierno de Segunda Federación. Muchas son las dudas que se plantean en estos momentos y a las que habrá que ir dando respuesta. La parte menos mala, si es que la hay, es que el Amorebieta tiene tiempo por delante para ir planificando la próxima temporada. Se prevé otra profunda renovación de la parcela deportiva, con nuevo inquilino para el banquillo y una plantilla renovada, adaptada a las exigencias deportivas y económicas de la categoría.
El aspecto monetario quizá no debería ser el más preocupante, ya que los gestores zornotzarras, caracterizados siempre por su austeridad, guardaron en caja parte de la ayuda al descenso recibida el verano pasado en pos de la viabilidad económica de la entidad. Mucho más certero tendrá que ser el trabajo que se haga desde la dirección deportiva, cuestionada también por parte de la afición, para tratar de conformar un equipo solvente y de calidad que devuelva la ilusión a la hinchada zornotzarra.
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