«El buen árbitro se demuestra la semana después de cometer un error»
El vitoriano afronta la última temporada de su carrera con el Mundial de Qatar como broche «ideal» a 24 años en Primera
Ser árbitro es de valientes. Presión, críticas desmesuradas, mucha gente en contra… pero a Roberto Pérez Diez del Palomar (Vitoria, 1976) le «apasiona». Con mucha ... nostalgia, el próximo mes de junio pondrá punto y final a una trayectoria que empezó en el 93 en Otxandio «con ropa prestada» y que le ha convertido en el colegiado con más partidos de Primera División. 24 temporadas en la élite y más de 250 choques internacionales a espaldas del asistente de Ricardo de Burgos Bengoetxea, nombrado mejor árbitro español en la última temporada.
– Son el equipo arbitral. ¿Una parte del premio también es suyo?
– Pues sí, ya lo reconoció él en una entrevista. Es igual que el MVP de un partido. Necesita gente que le pase el balón.
– ¿La relación entre un asistente y el árbitro es casi fraternal?
– Totalmente, pasamos muchas horas juntos, momentos buenos, momentos malos y eso nos une mucho. A veces con algunos no hay química. Es como con las parejas. Hay atracción al principio pero luego no cuaja la cosa. Y ahí es duro porque hay que convivir muchas horas. Pero yo he encontrado mi espacio con de Burgos en la Liga y Mateu en Europa.
– ¿Cómo son las vacaciones de un árbitro?
– Depende de cada uno. En mi caso, como me pierdo muchísimo tiempo a mi familia durante la temporada, pues trato de recuperalo ahora. Pero tampoco tenemos muchas. Llegué a casa el día 23 de junio después de hacer tres partidos de selecciones y la próxima semana ya tenemos pruebas físicas y creo que tendré alguna previa europea.
– Durante la temporada, ¿cuánto tiempo pasa en Vitoria?
– Si un mes tiene 30 días, no llegará a una semana. Después del Mundial de Rusia de 2018, 45 días seguidos fuera, al poco de volver me llamaron para un curso en Valencia. Mi hija, que tendría 9 años, se plantó en la puerta y me dijo, «llama a quién sea y dile que no vas». Era dificilísimo explicarles que por las particularidades de mi trabajo tengo que pasar menos tiempo en casa de lo normal. Yo al menos he tenido suerte. Mi hija cumplió años antes de ayer y mi hijo también por estas fechas, cuando no hay partidos. Pero Undiano Mallenco siempre de me decía, «tío, yo no he visto nacer a ninguno de mis hijos». Hace unos años mi padre estaba bastante fastidiado, con cáncer, y me designaron un PSG-Bayern. Yo tuve un pálpito y decidí quedarme y acerté, porque falleció ese mismo día. Imagínate si me voy a París a pitar así semejante partidazo… pues en algunas ocasiones pasa.
años era la edad con la que obligaban a retirarse a los árbitros. Hace dos años cambió el convenio y no hay límite. El vitoriano acabará su carrera con 47 para «dejar paso a los demás».
45
– ¿Qué le dice la gente por la calle? ¿Le reconoce?
– Soy bastante anónimo. Solo me ha pasado una vez. Volvía a casa con mi hijo y me paró un señor mayor. Me preguntó. ¿Tú eres el árbitro? Y pensé, verás…. Pero me dijo «lo haces de puta madre». Y oye, te vas contento aunque mi hijo se quedó con el taco (risas).
– ¿No es injusto que como deportistas les falte esa parte de reconocimiento público?
– Es que nuestra posición es ser neutral. Yo no la echo de menos. Además, ahí también se está cambiando socialmente. La gente ya conoce que no somos unos cualquiera, sino que trabajamos como los que más para estar ahí.
– Para que hubiera menos revuelo, ¿no sería mejor que los árbitros también hablaran al terminar los partidos?
– Discrepo. Nos van a preguntar por qué no he pitado penalti, y la mayoría de veces la respuesta va a ser pues porque no lo he visto o no me ha parecido. Y dirán qué mentimos. Luego si que hay jugadas interpretativas que está bien explicarlas, pero se intentó y no salió bien. Al final el análisis de la actuación del árbitro ya forma parte de todo el circo mediático y es muy difícil que salga de ahí. El fútbol es muy pasional y donde entra la pasión, lo racional a veces se pierde.
– ¿Recuerda su primer partido?
– Sí. En Otxandio, de asistente en un partido de juveniles. De asistente, otro principiante y de árbitro uno veterano. Casi que pitó todo él porque nosotros estábamos perdidísimos. Estás acostumbrado a ver el fútbol desde la grada o por la tele, con la cámara arriba, y verlo a pie de césped impresiona. Íbamos a aprender. Tengo muchos recuerdos clavados de aquel día. Tenía ropa prestada, botas prestadas… era la temporada 93-94. Pasé ese periodo de formación y luego ya me dieron un infantil y fui subiendo.
– ¿Cuándo empezó a sentirse profesional?
– Fue un poco gradual. Estaba de asistente en Segunda B y, aunque suene un poco de creído, sentía que dominaba la categoría, que no tenía muchos problemas ni errores. Y me subieron a Segunda. Debuté en Extremadura. Ahí ya noté un gran cambio, mucho más ritmo, más responsabilidad, viajabas más lejos… Yo pensaba que estaría varios años hasta ascender, pero ya al año siguiente di el salto porque había muchos veteranos arriba. Y Primera… aquello era una pasada. Ahora hay menos diferencia en el ritmo de juego y calidad entre Primera y Segunda que antaño.
Fuerza mental y sacrificios
– ¿Cómo es su día a día sin partidos durante el curso?
– Pues lunes y martes, aunque haya arbitrado el domingo, voy a entrenar dos horas a Betoño. Un día más recuperación y otro más fuerte. El miércoles fisio, jueves y viernes entreno, y el fin de semana, viaje y partido. Si ese descanso, sábado o domingo a entrenar. Pero siendo internacional es complicado seguir una rutina. Mira, tengo un preparador físico y desde la temporada 2016-2017 me hace enviarle mi calendario en un excel para organizarse (saca el móvil y muestra el mes a mes de cada temporada. Apenas se ven blancos, que son los días que pasa en Vitoria). Se lo pongo difícil (ríe). Al final es un no parar. Te vas el sábado, pitas el domingo, vuelves bien avanzado el lunes y el martes ya te tienes que marchar pronto si pitas Champions o Europa League. Es duro y sacrificado.
– ¿Cuánto tiempo tarda en preparar un partido?
– El entrenamiento ya ocupa bastante, pero luego está el visionado de partidos. Tenemos acceso a varias plataformas de big data en las que vamos viendo movimientos de los jugadores, tipo de fútbol y demás. Un equipo que juegue replegado, a la defensiva, supone más trabajo para mí porque le van a atacar más buscando la espalda de la defensa. Luego vemos los partidos anteriores de los equipos a los que vamos a arbitrar y durante el fin de semana también vemos otros partidos. Nos ayuda mucho ver jugadas de nuestros compañeros.
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– ¿Cómo se consigue estar tantos años en la élite?
– Lo fundamental, siendo muy duro mentalmente. Siempre decimos que el buen árbitro se demuestra la semana después de un error. Yo llegué a Primera con 22 años, subí muy rápido y al principio me afectaba. La noche después de un fallo no duermes, al día siguiente en el trabajo no rindes, en casa le das vueltas… Hay que hacerse fuerte, sobreponerse y convencerse de que es un error puntual. No entrar en bucle. Luego, hay que tener suerte con las lesiones, que solo he tenido una rotura muscular.Y por último, esfuerzo y sacrificio. Yo, en el 2.000, estuve en Gales haciendo un máster y venía los fines de semana a arbitrar. Fue un poco locura, pero me sirvió para aprender inglés y tener más opciones de ser internacional.
– ¿Echa de menos el llevar las riendas de un partido?
– Un poco sí, pero al principio más. Ahora llevo ya tantos años como asistente que no. Es que me gusta mucho. Pese a la repercusión de los errores, lo gozo cuando estoy en el campo. Me apasiona el ayudar al colegiado e impartir justicia. Entonces, estoy en un punto perfecto. Me da pena que sea mi última temporada, pero bueno, llevo años pensando que sería y gracias al cambio de convenio he logrado estirarla un año más. Voy a cumplir 46 cuando antes a los 45 era el máximo.
– ¿Ser árbitro es como ser portero, solo ante el peligro y con unas características muy concretas?
– Sí, pero al menos el portero tiene un público detrás. Si falla, igual recuerdan las veces que antes les ha salvado. Nosotros no tenemos a nadie. Por eso, hay que tener templanza, ser resolutivo, equilibrado y gestionar bien los conflictos.
– ¿Qué relación tienen con los jugadores? ¿Intercambian mensajes en momentos de éxito o de ánimo?
– Por mi parte no. Buen trato, porque llevamos mucho tiempo y ahora cada vez se interesan más por nuestro trabajo, nos preguntan y hay más relación. Pero no intercambio mensajes con nadie. Solo alguna vez con Manu García, porque nos conocemos de hace mucho tiempo, o Martín, Laguardia… somos deportistas todos y al final coincidimos varias veces entrenando. Pero nada más.
Muchos «grandes eventos»
– ¿Qué supone repetir experiencia en el Mundial en el último año de su carrera?
– Otro año especial. Por suerte, llevo unos cuantos grandes eventos en los últimos años y los estoy disfrutando. Es un final de carrera ideal, acabar en lo más alto.
– ¿Cómo valora el nuevo sistema del fuera de juego que se introducirá en Qatar?
– Es otro pequeño avance más. Nuestro trabajo de campo va a ser el mismo. Lo que va a cambiar es el vídeo. El balón llevará una unidad de medida que en la línea de tiempo del vídeo del partido marcará los cortes exactos en los que se golpea el balón. El VAR ganará precisión a la hora de ajustar el fuera de juego y será más rápida la revisión. Pero acciones como incidir en la visión del portero no las detectará.
– ¿Por qué el VAR en la Liga tarda más que en la Champions?
– Creo que es solo una percepción. Las reglas son las mismas y el tiempo se puede mirar, creo que lo publica el comité, pero si se tarda más será porque son jugadas más difíciles, no porque en uno funcione mejor que el otro.
– ¿Prefiere el VAR o trabajo de campo?
– Las dos están bien. El de campo, por vivir el ambiente, la nostalgia de ser lo que he hecho siempre, pero el VAR también tiene su magia. Tienes que estar igual de concentrado y te permite pitar partidos en días consecutivos.
– Hace dos años se os refrendó el contrato profesional, ¿que ha cambiado?
– Se quitó la edad de los 45 años como máximo para arbitrar en la élite. Algo positivo porque creo que todavía somos muy aptos y había gente que se tuvo que jubilar en su mejor momento. Luego hemos mejorado nuestras condiciones. El tener exclusividad y no poder hacer otros trabajos te da tiempo para prepararte mejor, estar más cerca de las familias, un salario en caso de desempleo… muchas mejoras que llevabamos tiempo persiguiendo.
– ¿Qué hay después del arbitraje?
– Pues dentro de un año te lo digo (risas). No lo sé. Me gustaría seguir vinculado de alguna manera, porque como he dicho me encanta, pero no lo sé. Por suerte, tengo una carrera, dos másteres y soy ajeno al mundo laboral. Fui comercial y trabajé en una empresa de elevadores de coches. Así que ya se verá.
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