La paz vuelve al campo de Sansomendi

Minutos antes, la vicepresidenta del Lakua se había encargado de tomar la fotografía de la salida al campo de los protagonistas. Ambos equipos posaron con una pancarta en la que se leía 'No a la violencia'. Y es que el rechazo desde el minuto uno por parte de los dos clubes involucrados en los incidentes de hace una semana ha sido claro. «Los chavales están tristes, porque saben que están en el ojo del huracán, aunque no hicieran nada», confiesa la dirigente del club vitoriano.

Por desgracia, los futbolistas del Lakua van a tener que pagar las consecuencias de una decisión que ha tomado en las últimas horas su directiva. A partir de ahora, los encuentros como local del equipo vitoriano los jugarán en el campo de Ametsa en Abetxuko. «Acaban pagando justos por pecadores, pero lo hacemos con la idea de poder controlar mejor la entrada de personas a los partidos», confesaba Martínez de Compañón. La medida viene dada porque en el campo de Abetxuko solo existe un acceso. Por ejemplo, Sansomendi presenta hasta tres entradas, lo que dificulta el control de quién entra y quién sale.

Durante los primeros veinte minutos del choque, una pareja de la Policía Municipal presenció el encuentro para luego abandonar las instalaciones una vez garantizado que el choque transcurría en paz. Quienes animaron a sus hijos fueron los padres. Uno de ellos es Xabier Mujika, que reconocía la necesidad de que los progenitores sean lo primeros en mantener las formas. «Hay padres que se meten con los chavales. Eso no puede ser. Hay que venir a disfrutar del fútbol y, al mismo tiempo, de tener educación. Si en casa no la tienes, aquí tampoco», zanjaba el aita del centrocampista vitoriano Oier.

En la misma línea se mostraba Endika Jausoro. «La gente está muy alterada y se calienta muy rápido. Es reflejo de cómo está la sociedad», cuenta este otro progenitor, quien reconocía que «los chavales se han sentido señalados y ha sido una semana más tensa de lo normal».

Con tanta tensión acumulada, la victora inextremis por 2-1, con penalti en el descuento incluido, sirvió al Lakua para atemperar un poco los ánimos y, al menos, recuperar la esencia futbolística que se había perdido una semana antes.