Raúl García, del Montefuerte, y Edorta Olabarrieta Ángel Font | Ezkurdi

El partido de los 88 años: Raúl y Edorta, dos de los futbolistas más veteranos de Bizkaia, cara a cara

Raúl García, del Montefuerte, chófer de Ibai Gómez en su época en el Santutxu, y Edorta Olabarrieta, del Ezkurdi, se enfrentan este sábado en Ollargan

Viernes, 24 de octubre 2025, 12:54

Ya lo decía Aritz Aduriz, el jugador del Athletic que se retiró a los 39 años, en mayo de 2020. «La edad es solo un ... número». Esta filosofía también la aplican Raúl García (45 años) y Edorta Olabarrieta (43 años, «el mes que viene hago los 44», precisa con una sonrisa), dos futbolistas que juegan en el Montefuerte de Ollargan y el Ezkurdi de Durango, de Primera Regional. Da la casualidad de que este sábado se enfrentan en un duelo que quizá acoja a dos de los jugadores más veteranos de toda Bizkaia. 88 años en el césped. Casi nada. «Es complicado que nos superen a estas alturas», concede García.

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Cuando se les pregunta el secreto de continuar jugando a su edad, ambos expresan su «ilusión» por el balón, por compartir momentos en el vestuario, en ocasiones con futbolistas que son hijos de antiguos compañeros... «Yo he jugado contra mis primos, contra mi sobrino. Eso es increíble», se felicita García. «Yo tengo dos hijos, gemelos, de 12 años -además de una chica de 15-, y me dicen que espere a retirarme para jugar contra ellos», cuenta Olabarrieta, que cree que no va a estirar tanto su carrera. «Ufff».

Raúl, con su hija, en su época en el Sondika.

Al hablar de su familia, ambos hacen una mención especial. «Sin ellos -expone el futbolista del Ezkurdi- sería imposible. Me apoyan en todo». «Tengo que agradecer a mi mujer y mis hijos el tiempo que me han permitido continuar jugando porque sin su apoyo y comprensión hubiera sido imposible», subraya el jugador del Montefuerte, que se considera un afortunado por haber llegado a esta edad en plenas condiciones físicas. «Aparte de la ilusión, no hay ningún secreto más. Un punto de suerte, es verdad, que me ha acompañado toda la vida. No he tenido ninguna fractura, nunca he pasado por el quirófano. No me he cuidado en exceso, pero sí es verdad que entre semana como lo justo, y ahora tienes preparadores físicos que te hacen programas especiales, entrenamientos más específicos, planes de nutrición... Antes no había nada de eso. Ahora es más fácil y se lo digo a los chavales, que no saben la suerte que tienen. Nos dan todo eso gratis. Se les nota a muchos, además, que van al gimnasio y hay que cuidarse».

Edorta, por su parte, sigue una estricta rutina deportiva. «Me cuido la boca. Pero también voy dos días al gimnasio, hago otros dos cross-fit, además, de los dos entrenamientos con el equipo y el partido. Y si no juego, pues voy a correr por el monte entre 16 y 18 kilómetros. Estoy en un equipo de una especie de Kings League en Durango. Estuve dos años con un entrenador personal. Además, cuando hay cena de equipo, pues en vez de irme a las cinco pues me retiro a las dos», enumera. Eso sí, ha estado mucho tiempo fuera del césped. La familia. «Jugaba en Tercera en el Amorebieta y con 26 años lo dejé. Nació mi hija mayor, luego los gemelos. Y me agobié. No me daba para todo. Pero es verdad que no dejé de hacer deporte».

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- ¿Y por qué regresó?

- «Me dijeron para jugar con un grupo de amigos. Fui pillando otra vez el gusto. Y este es el quinto año. Además, juego bastantes partidos», cuenta Olabarrieta, farmacéutico de profesión y que vive a dos pasos del campo en el que juega su equipo. «Eso también ayuda».

Edorta, en plena acción.

Tras crecer en Lauro Ikastola, Edorta se fue a Vitoria a estudiar. Se unió al Alavés en División de Honor Juvenil -«fue un salto increíble»-, luego pasó al San Ignacio de Vitoria, regresó para ir al Amorebieta en Tercera. Y ahí lo dejó. Stop. Su rival de este sábado también vivió un periodo sin fútbol. García comenzó a jugar en el Ollargan, su barrio, de fútbol sala. Luego pasó al Peña, de ahí al Lutxana, a continuación al Padura. Se asentó en el Santutxu, militó en el Sondika. Ahí, este padre de dos hijos de siete y cuatro años lo dejó. «Llegó la pandemia, nació mi segundo hijo, y con todos los protocolos y eso...».

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Lo abandonó. Hasta que hace unos años le llamaron del Montefuerte, su equipo actual, el de su 'casa', Ollargan. «Fui a entrenar un día, y me dijo que me hiciera el reconocimiento médico para jugar». Ahí sigue. «Me dan facilidades. Juego alrededor de 30 partidos por temporada. Así que no me planteo dejarlo. Siempre les digo a mis excompañeros cuando me lo preguntan que hasta que la Mutua no me lo prohíba», bromea este futbolista que dejó una gran huella en el Santutxu.

Los cambios del fútbol

De aquella época, recuerda una anécdota. Jugosa. Comercial de Pinturas Juno desde 2001, el establecimiento de esta empresa estaba cerca de la antigua vivienda de Ibai Gómez, el exjugador del Athletic. «Yo le llevaba en coche a entrenar», desvela García sobre el actual técnico del Andorra.

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De eso hace ya tiempo. Como cuando ellos empezaron. «No se parece en nada el fútbol de antes al de ahora. Antes los campos eran de tierra, ha habido miles de cambios de norma. Igual hasta se podía ceder la pelota al portero. Ahora jugamos 16, antes solo había dos cambios. Yo -dice García- les digo a los chavales que aprovechan la oportunidad que ahora es más fácil jugar, que antes era muy complicado».

«El cambio más grande -indica Edorta- es el físico. Con el cuerpo que tenía yo hace 25 años, cuando jugaba en el Amorebieta en Tercera, ahora no estaría ni en Primera Regional». Pero lo están. Los dos. Este sábado se enfrentan dos de los futbolistas más veteranos de Bizkaia que cruzan los dedos y esperan que les queda «cuerda para rato».

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