El Mundial del Atlético, la crónica de una muerte anunciada
El club rojiblanco se presentó en EE UU sin refuerzos y regresa eliminado en la primera fase, con sus dirigentes, entrenador y jugadores en el foco, y obsesionado con los arbitrajes
Si algo puede salir mal, saldrá mal. La Ley de Murphy no es científica pero recuerda que, aunque los errores y los contratiempos son inevitables, ... la preparación y la atención a los detalles son importantes para minimizar su impacto. Viene esto a colación del triste desempeño del Atlético en el primer Mundial de Clubes, al que llegó por haber hecho más méritos en la Champions que el Barça en los últimos cuatro años, pero del que se marcha golpeado tras la primera fase.
Un palo deportivo, ya que había grandes ilusiones depositadas en salvar la temporada con una actuación descollante en este invento de la FIFA, y económico. El campeón se embolsará hasta 125 millones y el Atlético se tiene que conformar con un pellizco de 22,73 millones, 19,27 por participar y 3,46 millones por las dos victorias ante Seattle Sounders y Botafogo.
«Más de lo mismo, calma. Sabemos en lo que hay que mejorar. Es una grandísima oportunidad que tenemos para seguir evolucionando, tener claro como club lo que necesitamos». Lejos de hacer un mínimo de autocrítica, pese a que su planteamiento ante el PSG fue cuestionable y frente a los brasileños tiró la primera media hora pese a necesitar tres goles para pasar, en sus conclusiones Simeone lanzó dardos al arbitraje, al nivel de sus jugadores, de los que dijo estar «orgulloso» pero a la vez les reprochó falta de «contundencia defensiva y ofensiva», y, sobre todo, a Miguel Ángel Gil Marín y Carlos Bucero, CEO y director general del club, respectivamente.
Es cierto, como también desgranó el Cholo, que los europeos llegan al Mundial al final de un curso extenuante y los sudamericanos lo hacen en plena temporada, pero desde los despachos del Atlético se mostró una escasa ambición que se trasladó al césped. La temporada evidenció carencias en la plantilla, pero, a diferencia de otros clubes como el Real Madrid o el Manchester City, no hubo refuerzos antes de un campeonato en el que aguardaba el grupo más difícil, con los campeones de la Champions y de la Libertadores. Y en el pecado lleva la penitencia.
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A la espera que puedan cerrarse las negociaciones por Álex Baena, Johnny Cardoso, algún delantero y un lateral izquierdo, con opciones para los veteranos Andy Robertson y Lucas Digne, el Atlético se presentó en EE UU tras varios anuncios nada ilusionantes para su hinchada: las renovaciones de Koke y Griezmann y los 'fichajes' del portero Juan Musso y el central Clemént Lenglet.
El 4-0 ante el PSG marcó el rumbo de los colchoneros en este Mundial y a la postre certificó su defunción por diferencia de goles en el triple empate. Un partido que se marchó por el desagüe porque los jugadores se dejaron llevar en los últimos minutos, tras la expulsión de Lenglet después del gol anulado a Julián Álvarez y la ocasión errada a puerta vacía por Sorloth.
Alarmante sequía
Otra de las explicaciones del KO temprano reside, precisamente, en la sequía de La Araña y del noruego. Los habían marcado de todos los colores a lo largo de la campaña, pero en el Mundial sus armas no estuvieron bien calibradas. Ambos perdonaron ocasiones clamorosas, sobre todo Sorloth. El único delantero que anotó, demasiado tarde y tras casi 19 partidos sin ver puerta, fue Griezmann, otro de los señalados.
Los focos de la crítica apuntan también a Rodrigo de Paul, un campeón del mundo que da la sensación de jugar cuando le da la gana. En la zona noble están molestos con él porque no renueva, ni desea un traspaso. Prefiere esperar un año, completar su contrato e irse gratis para poder obtener una mayor prima de fichaje. Una práctica habitual en el fútbol moderno de la que abominan los aficionados.
Por más que haya jugadores como Griezmann o Pablo Barrios, que se nieguen a buscar la excusa de los arbitrajes, en el Atlético hay una obsesión con los trencillas desde el famoso penalti anulado a Julián Álvarez en la tanda que le dio el pase a cuartos de la Champions al eterno rival. En este Mundial, tampoco los rojiblancos han tenido fortuna con los árbitros de campo y con el VAR. Ya es casualidad que ninguna decisión, y fueron muchas, les saliera de cara: ante el PSG, la posible expulsión de Nuno Mendes, el gol anulado a Julián, la expulsión de Lenglet y el penalti de Le Normand; frente a Seattle, el penalti a Giuliano, que al final se quedó en el limbo; y contra el Botafogo, sobre todo ese penalti por un pisotón a La Araña que acabó en falta previa de Sorloth en un forcejeo.
La de este Mundial, en fin, ha sido la crónica de una muerte anunciada. Pese a todo, hay voces de rebeldía en el vestuario del Atlético. «Vamos a seguir tocándole los huevos a los que están arriba», garantizó Marcos Llorente en la SER.
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