La fortuna sonríe a Xavi en su estreno

La hinchada del Barcelona cantaba entusiasmada en los minutos finales. Su equipo ganaba en el estreno de Xavi en el banquillo, pero si se mira sólo el resumen de las ocasiones lo normal para los azulgrana habría sido no hacerlo. Los locales fueron superiores hasta que se encontraron a favor con un discutido penalti sobre Memphis que el propio holandés marcó.

A partir de ese momento el Espanyol acobardado de la primera parte dio un paso adelante. Raúl de Tomás, una pesadilla para un desafortunado Mingueza, estrelló dos balones en los postes. Pero sobre todo se recordará el remate a bocajarro de Dimata. Solo a un par de metros de la portería, falló lo que nunca se debe fallar.

La fortuna se alió con Xavi. A su Barcelona le queda un largo camino por delante, pero al menos ya sabe cuál es la ruta a seguir, la recorrida en la primera parte. No todas las noches se es testigo del inicio de una nueva era. Y como están convencidos de que así será, los hinchas dieron al estadio la segunda mejor entrada del curso -sólo superada por la visita del Madrid- para ser testigos de la última reencarnación del 'cruyffismo'. Tras el fundador de la dóctrina llegó Guardiola y ahora Xavi. Laporta no le quería, pero le ha dado todos los poderes para salvar su presidencia.

Y Xavi los ejerce. Mostró galones nada más presentarse. Desenterró el régimen de disciplina interna de Guardiola y puso fin a las escapadas de las figuras, lo que dejó a Piqué sin 'El hormiguero' y presentación de la Davis. En la puesta de largo sobre el césped dejó mensajes desde la hoja de alineaciones. Toda la vieja guardia en condiciones -Alba, Piqué y Busquets- estaba en el once. Allí no había sitio para Coutinho, desplazado por el debutante Ilias (17 años), el único extremo y una apuesta que evocó a la extravagancia de Cruyff con Lucendo. Y junto al muchacho, otros siete jugadores formados en La Masía, entre ellos otros dos jóvenes, Nico González (19) y Gavi (17). Luego salieron Ezzalzouli, de 19, y Demir, de 17. Koeman nunca puso tantos canteranos juntos en un once.

«Xavi, Xavi, Xavi...», arrancaron a gritar los aficionados antes incluso de ver cómo el césped se llenaba de las esencias de Cruyff. Regresó el dominio absoluto del balón (65%), la presión a la salida del rival, un nueve (Memphis) que deja libre en muchas ocasiones su zona para abrir espacios y que además ensanchó el campo para jugar con extremos muy abiertos. Los movimientos eran los correctos ante un rival encerrado. Cayeron las ocasiones. Once remates en la primera parte, un listón nunca alcanzado con Koeman.

Un pase de Gavi donde sólo él vio hueco dio paso al penalti sobre Memphis, muy discutido por los espanyolistas y que Del Cerro renunció a revisar en el VAR. «Cabrera le quita el balón, se arrastra y no se puede quitar», se quejó De Tomás. Mateu Alemany, director de fútbol del Barça, lo vio de otra forma: «Es clarísimo, no hay discusión».

Lo que vino tras el 1-0 demuestra que Xavi tiene por delante una tarea titánica. Puede ser un entrenador que marque una época, pero a su equipo le queda un amplio camino por delante para ser grande. Pero la base ya está puesta. El Barcelona es de nuevo un equipo reconocible. También Busquets volvió a ser el de antes y el de la selección. De hecho, su retirada por unas molestias en el sóleo dio paso a los momentos de mayor agobio local.

En el Camp Nou hubo ilusión y esperanza en la primera parte y sufrimiento en la segunda. Los hinchas cantaban al final porque se quedan con lo primero. Lo han pasado tan mal que creen haber sido testigos del nacimiento de una nueva era de triunfos.

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