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Gasperini celebra en Dublin la victoria en la Europa League. EFE

La gran lección de Gasperini en un Atalanta campeón

Tras ocho años al frente de uno de los proyectos más atractivos del fútbol europeo, el veterano técnico encuentra el premio a su labor frente al Bayer de Xabi Alonso

Igor Barcia

Jueves, 23 de mayo 2024, 12:02

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La sonrisa de Gian Piero Gasperini (Grugliasco; 26 de enero de 1958) en el césped del Aviva Stadium es el resumen perfecto a ocho años de trabajo de orfebre al frente del Atalanta. Se habla de los tres goles de Lookman para dar la Europa League a la Dea, del derrumbe del Bayer Leverkusen de Xabi Alonso para perder su primer partido de la temporada en un momento muy inoportuno... Pero por encima de todo es el triunfo del maestro Gasperini, que a sus 66 años ha forjado a su antojo la obra que ha dado al equipo de Bérgamo el gran éxito de su historia. El alquimista de Grugliasco y Antonio Percassi, presidente del club, son los dos nombres propios que explican que un equipo cuyo destino habitual era pelear por la permanencia en la Serie A se ha convertido en la última década en uno de los proyectos más atractivos del fútbol europeo y se ha visto recompensado con su segundo título en 63 años.

Gasperini, que fue un futbolista de perfil bajo que llegó a jugar con el Pescara en la Serie A, antes de lanzarse a la aventura de los banquillos. Primero en la estructura de la Juventus y después ya como entrenador en el Crotone. Fue en el Génova donde expresó por primera vez sus ideas y su talento, llevando al club a pelear por Europa en cinco grandes temporadas, lo que le sirvió para fichar por el Inter. Pero apenas le aguantaron cinco partidos y tras pasar por Palermo y de nuevo Génova, recaló en 2016 en el Atalanta. Aquí aparece la segunda figura de la historia del club, el dueño Antonio Percassi, exfutbolista que dio el salto a los negocios de la mano de Benetton y después creó uno de los mayores grupos de moda del país, con compañías como Kiko Milano.

Su modelo para el Atalanta fue la formación, con una de las mejores escuelas de talentos del país, y un gran acierto en la compra venta de jugadores, convirtiendo al club de Bérgamo en una entidad saneada, sin deudas y capaz de comprar el estadio municipal donde juega sus partidos para remodelarlo y ampliarlo. En ese 2016 apostaron por Gasperini para dar el salto de calidad que demandaban a un equipo que había subido por última vez en 2011 pero que no lograba distanciarse de la zona baja de la Serie A. El inicio de la relación fue duro, porque Gasperini perdió sus primeros cinco partidos al mando, pero la paciencia fue la clave, porque enlazó nueve sin perder y desde entonces el Atalanta siempre ha mirado hacia los puestos de honor de la clasificación. De hecho, aquella temporada ya finalizó en cuarto lugar y desde entonces solo en la campaña 2021-22 no se ha clasificado para competiciones continentales tras finalizar en octavo lugar.

El dúo Gasperini-Percassi se entendió a la perfección en el reparto de roles. El técnico buscaba los mejores futbolistas para su atrevido estilo de juego y la dirección trataba de darle los mejores mimbres posibles. Así, al estadio Azurra de Italia llegaron futbolistas como Ilicic, Zapata, Pasalic, Muriel, Freuler o Papu Gómez, que se convirtió en el emblema de la Dea. Con su liderazgo en el campo, Gasperini hizo volar a un equipo que en la temporada 2019-2020 marcó 98 goles en la Serie A con goleadas de otra época. Era el equipo más divertido de ver, siempre al ataque, buscando un gol más, lo cual a la hora de la verdad, también le penalizaba en su empeño por lograr el Scudetto porque el Atalanta también se caracterizó en fallar cuando menos se esperaba ante rivales menores que se atrincheraban en su campo y esperaban a aguantar esa avalancha ofensiva para buscar sus opciones a la contra.

En base a ese fútbol total que revolucionó el calcio, la Dea fue recompensada con cuatro finales de copa y cuatro plazas para la Liga de Campeones. Pero los títulos no llegaron y sus estrellas comenzaron a abandonar el equipo. La sonada salida de Papu Gómez fue un momento crítico, con un enfrentamiento con Gasperini donde el pulso entre ambos se resolvió con la marcha del futbolista. El club apostó por un entrenador del que cuentan que maneja el vestuario con mano de hierro pese a su imagen de viejo profesor de sonrisa permanente. El prefiere decir que resulta «convincente» para que sus jugadores acepten y adopten sus ideas de juego.

En las últimas temporadas el Atalanta parecía haber perdido algo de brillo, pero solo ha sido una adaptación del estilo de juego, menos alocado, menos vistoso, pero más práctico y efectivo, lo que se ha reflejado en un mejor rendimiento en torneos como la Copa o las competiciones internacionales, porque a la Dea no le da en el Scudetto para soñar con el título. Mientras tanto, Percassi ha incorporado un nuevo propietario mayoritario al club, Stephen Pagliuca, actualmente copropietario de los Boston Celtics. El estadounidense se ha hecho con el 55% de las acciones del Atalanta, dando una solidez a un proyecto que de la mano de Gasperini ha vuelto a resurgir con la llegada de futbolistas como Lookman, Ederson o De Ketelaere. Junto a ellos, la vieja guardia, con futbolistas como De Roone, Toloi, Pasalic o Hateboer, que han recibido por fin el premio a años de trabajo y esfuerzo para defender una idea de fútbol que parecía la locura de un viejo entrenador.

¿Y ahora qué? Gasperini ha culminado su obra, le han entregado las llaves de Bérgamo... «Si alguien tiene un momento para salir, es como un ganador», dijo a la RAI tras la final. El Napoli, que ya lo intentó en 2011, lo quiere ahora para reconstruir el equipo. Antes, Gasperini y Percassi hablarán de sus planes y habrá que ver si la historia del maestro Gasp en el Atalanta termina con el título europeo o tiene nuevos capítulos.

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