Giuliano, el hijo de Simeone que triunfa con la filosofía de su padre

El extremo rojiblanco, que parece haberse adueñado de la banda derecha, es el paradigma de una de las máximas de cabecera de su progenitor: «El esfuerzo no se negocia». Se ha impregnado de esa filosofía desde niño y ha pasado a ser algo así como la prolongación del técnico argentino sobre el césped. El pequeño de los Simeone tiene clara su misión: aportar velocidad en ataque y solidez defensiva y la ejecuta a la perfección, pese a que solo lleva tres temporadas como profesional.

El martes, en la ida de las semifinales de Copa ante el Barcelona en Montjuic, su trabajo volvió a dar frutos al conjunto colchonero. No estuvo especialmente acertado en una primera mitad de claro dominio local, pero buscó una y otra vez la espalda de la adelantada zaga blaugrana y en la segunda parte los cambios de Diego Pablo Simeone remataron la faena logrando un agónico empate que deja la eliminatoria abierta de cara a la vuelta en el Metropolitano.

«Juega porque está demostrando que aporta al equipo, nadie le regala nada», aseguran quienes conocen tanto la forma de trabajar del técnico rojiblanco como las virtudes del jugador. Sus números lo certifican. Está sobre el verde alrededor de 70 minutos de media y su regularidad, así como su efectividad de cara a puerta, son palpables. De hecho, ha anotado en las tres competiciones. En la Champions se estrenó abriendo el marcador ante el Salzburgo (4-1), en la Copa logró un doblete ante el Getafe en cuartos, mientras que en la Liga marcó frente a Las Palmas.

Ese buen momento personal y colectivo, sin embargo, no le nubla. Mantiene la humildad y las ganas de seguir creciendo. «Tengo que pensar en las cosas a mejorar. Tengo muchos defectos, que son pequeños detalles y quiero mejorar día a día», reiteró Giuliano tras ser determinante ante el Getafe para lograr el billete a la semifinal copera. El extremo colchonero entró a formar parte de la escuela de River con siete años y con dieciséis –edad juvenil– recaló en el Atlético. Desde su llegada a Madrid para estar cerca de su progenitor demostró que tenía las ideas claras, que quería ser profesional.

Debutó en el filial colchonero en enero de 2021, con tan solo 18 años, marcando el único tanto de su equipo en el empate a domicilio (1-1) frente a la Unión Deportiva Poblense. Un campaña después –20 de abril de 2022– lo hizo con el primer equipo. El Cholo le dio la alternativa ante el Granada en el minuto 91. Fueron apenas cuatro minutos, pero ninguno de los dos olvidará ese día.

Después vinieron las dos cesiones a Zaragoza y Alavés para que se fuera curtiendo, quemando etapas. En el conjunto maño fue el pichichi con nueve dianas y la afición terminó coreando su nombre para que se quedara. No lo hizo. Recaló en Vitoria, donde una fractura de peroné le apartó de los terrenos de juego durante cinco largos meses que pusieron a prueba su fortaleza mental. Superó el mal trago y acabó la campaña como titular.

Parecía que su estancia en el Alavés iba a prolongarse un curso más, pero finalmente el pasado verano decidió quedarse en el Atlético, «su sueño desde chico». Partía con el cartel de revulsivo y le costó arrancar, pero Giuliano ha despegado. Además de cuatro goles, suma también media docena de asistencias y un trabajo defensivo encomiable que le han permitido hacerse hueco en un equipo de la talla del Atlético, más allá de ser el 'hijo de Simeone'.

El Athletic de Valverde, además de a los Julián Álvarez, Antoine Griezmann, Alexánder Sørloth o Ángel Correo, entre otros jugadores, también deberá atar en corto a un Giuliano Simeone que ya se ha pegado el estirón, si quiere sacar algo positivo del Metropolitano, un campo en el que no gana en Liga desde hace 14 años. La última victoria de los leones en feudo colchonero data de abril de 2011 con dos goles de Gaizka Toquero (0-2).