Enrich y Luna evitarán la cárcel tras difundir sin permiso un vídeo sexual
Fiscalía y acusación rebajan la solicitud de pena a dos años, después de que los futbolistas hayan pedido perdón y pagado 100.000 euros a la joven
Avergonzados y arrepentidos. Así se mostraron ayer los futbolistas Sergi Enrich y Antonio Luna en el juicio por el vídeo sexual que ambos protagonizaron junto ... a una mujer y que grabaron y difundieron sin consentimiento de la joven en 2016, tal y como reconocieron. Una actitud que, sumada a la indemnización de 110.000 euros que ya han depositado, les ha valido para rebajar la pena que solicitaban para ellos la Fiscalía y la acusación particular que ejerce la perjudicada. De los cinco años que en principio se pedían a dos años de prisión, lo que, al no tener antecedentes, evitará a ambos que tengan que entrar en prisión. Sin embargo, ambas partes mantuvieron la petición de tres años de cárcel para Eddy Silvestre, acusado de la difusión masiva de las imágenes, al que se le insta además a abonar 30.000 euros por daños y perjuicios a la denunciante.
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Enrich y Luna, que en el momento de los hechos compartían vestuario en el Eibar, reconocieron ante el tribunal que la noche del 18 de abril de 2016 mantuvieron relaciones sexuales consentidas con una mujer en casa de Luna, las cuales grabaron con un móvil sin que ella lo permitiera. Ambos aseguraron que al día siguiente enviaron las imágenes a Eddy Silvestre, que había sido su compañero de equipo meses antes aunque en ese momento militaba en el Cádiz. Este, sin embargo, lo negó y sostuvo que borró el vídeo después de verlo.
En el juicio se visionaron tanto la grabación que se volvió viral como otras cuatro piezas que los futbolistas tomaron aquella noche. Acto seguido, el primero en declarar fue Sergi Enrich, actual capitán del Eibar. «Quiero pedirle perdón a ella, son imágenes duras y me arrepiento mucho, no he podido ni mirar los vídeos», aseguró. Sobre el consentimiento, reconoció que antes de mantener relaciones sexuales la denunciante dijo que «no quería que le grabaran». Asimismo, explicó que «ella pidió que los borráramos y en ese momento no lo hicimos», y que al día siguiente enviaron las imágenes a Eddy Silvestre, «otro error». «Nos llevábamos bien, hacíamos cosas juntos. Teníamos esa confianza y le pasamos el vídeo», explicó.
Por su parte Antonio Luna, actualmente en el Girona, también reconoció los hechos y explicó que cogió el móvil de Sergi Enrich y que grabó sin permiso de la denunciante. Sobre la difusión masiva del vídeo, entre lágrimas y con la voz entrecortada, declaró que «en ningún momento valoramos la posibilidad de que pudiera acabar todo como acabó. Nunca lo hicimos para hacerle daño, ni mucho menos».
El cruce de acusaciones entre los encausados surgió al intentar aclarar sobre quién recae la responsabilidad de la difusión masiva del vídeo. Enrich y Luna mantuvieron que solo lo compartieron con Silvestre. «Teníamos claro al 100% que le habíamos enviado el vídeo solo a él».
Silvestre lo niega todo
Por su parte, Silvestre, que militó cuatro meses en el Eibar y que ahora juega en el Albacete, negó en todo momento que él fuera el responsable de la divulgación de la grabación e indicó que no recuerda si las imágenes las enviaron al grupo de Whatsapp de futbolistas del Eibar o a él individualmente. «Fue un vídeo más, Sergi siempre mandaba este tipo de cosas, ligaba mucho. Tenía muchísimos vídeos de él, porque él era así, se exhibía, para él era normal», añadió. Preguntado por si compartió el vídeo con sus compañeros del Cádiz, dijo que «es imposible» porque borró las imágenes nada más verlas. El juicio concluirá hoy tras los informes finales de las partes.
«Ella cumplía todos los requisitos para haberse suicidado»
La acusación particular que ejerce la mujer perjudicada, a cargo de Iñigo Iruin, presentó como prueba la declaración y el informe de una psicóloga que atendió a la joven desde el momento en el que el vídeo se hizo viral. Aseguró que la víctima cumplía con «todos los requisitos para un suicidio». Explicó que la primera vez que la vio se encontraba «en una situación de pánico», si bien «no estaba confusa, era coherente pero tenía miedo, estaba asustada y muy avergonzada». «Tenía miedo a la reacción que pudiera tener, a un intento de suicidio». Contó que la trató con antidepresivos y antipsicóticos, y que le quitó el móvil durante dos meses y medio «porque le llegaban insultos y notificaciones de todo tipo». Además, recomendó que no estuviera sola en ningún momento, ni siquiera para dormir.
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