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José Luis Delgado, Bibis.
Obituario

Fallece a los 65 años Bibis, una leyenda del rugby bilbaíno

Después jugar un partido de veteranos el sábado sufrió un fulminante infarto de miocardio

Iñigo Corral

Lunes, 16 de junio 2025, 12:25

José Luis Delgado, Bibis, tenía marcado en rojo este fin de semana en su calendario. Todo por su pasión por el rugby. El pasado jueves envío un whatsapp a modo de recordatorio a Fotolito, un compañero del equipo de veteranos del Universitario Bilbao Rugby (UBR). Al día siguiente iban a viajar hasta Baiona para presenciar in situ el partido entre los locales y el Clermont. La ocasión merecía la pena. Los lapurtarrak podían llegar a semifinales del TOP 14. A las 19.00 horas del viernes, esto es, dos horas antes de que diera comienzo el partido, hicieron una parada técnica en la sociedad Tximista para charlar un rato con los veteranos del Aviron Bayonnais. Allí Fotolito es bastante conocido porque acude con frecuencia al estadio Jean Dauger y guarda una muy buena relación con ellos desde hace años. Un 20-3 favorable a los vascos hizo el viaje de vuelta bastante agradable a pesar de la granizada que les cayó por el camino. Bibis no paró de contar durante el trayecto lo feliz que se sentía porque su hija Blanca iba a hacerle aitite después del verano y de lo emocionada que estaba con la buena nueva su pareja y mejor amiga, Nieves.

A eso de las dos de la madrugaba se bajó del coche cerca del puente de San Antón, y quedó con Fotolito en verse pocas horas más tarde. La cita era al mediodía en El Fango, el campo donde juega como local el UBR. Los veteranos iban a disputar una pachanga en recuerdo a un jugador fallecido del extinguido Gau Txori. Los invitados eran jugadores andaluces, la mayoría de ellos gaditanos y malagueños. Bibis era algo más que veterano. Hay quien asegura que fue un ultraveterano con alma de juvenil. A sus 65 años pidió jugar «un ratito». El riesgo físico no existía. Los rivales sabían que no podían chocar con alguien de su edad. Calentó un buen rato y saltó al campo con una vieja camiseta azul del UBR. No sabía que era la última vez que iba a pisar el terreno de juego donde tanto había disfrutado durante cuatro décadas.

Al acabar el partido se hizo la foto de grupo abrazado a sus compañeros. Luego bajó a los vestuarios para ducharse. No quería perderse el tercer tiempo por nada de este mundo. Algo empezó a ir mal. Comentó a las cuatro personas que estaban con él que no se encontraba bien. Se tumbó en el suelo y ya no se levantó. Ni los médicos de la ambulancia ni de la UCI móvil pudieron hacer nada para reparar un corazón que ya estaba dañado desde hace tiempo. Bibis había cerrado los ojos. Ya no los volvió a abrir. La mala noticia corrió rápido de boca en boca o mediante lacónicos mensajes de whatsapp. Nadie se podía creer que alguien de su vitalidad les hubiera dejado de una manera tan abrupta. Se había ido feliz vestido de rugbier y con las botas puestas. Seguro que no se perderá el partido que disputará el Aviron Bayonnais en tierras occitanas el próximo viernes frente al todopoderoso Stade Toulousain para intentar llegar a la final del TOP 14.

Los veteranos con los que Bibis jugó su último partido.

Bibis vivió siempre pegado a un balón ovalado desde que tuvo uso de razón. Cuando se marchó a Madrid a estudiar Ingeniería Industrial se enroló en las filas del Teca donde coincidió con el radiofónico Guillermo Fesser, del dúo Gomaespuma. A mediados de los ochenta regresó a Bilbao. Se puso a trabajar con su padre en un taller de carpintería metálica que tenía en la calle Iturribide y un buen día apareció en el txoko que el Bilbao Rugby Club tenía en la calle Larraskitu. Es de los que caen de pie nada más verle. Su sonrisa perenne era su seña de identidad en el club y su forma de chocar el botellín para brindar por las cosas buenas de la vida fue una costumbre que compartió con todos menos con los juveniles hasta que alcanzaban la mayoría de edad.

El nombre de José Luis Delgado, o sea, Bibis, no aparecerá nunca en los libros de récords del rugby, y eso que se fajaba bien como centro y le gustaba mucho lucirse con innecesarios plongeons cuando le pusieron de medio melé. Eso sí, cuando se producía algún incendio en el terreno de juego, su sonrisa era un arma de los más eficaz para apaciguar los ánimos. Era de los que prefería estrechar la mano del rival antes que ponérsela en la cara. Para él, los códigos del rugby eran sagrados y se lo hacía ver a sus compañeros siempre que tenía ocasión. Igual está feo decirlo, pero se le daba mejor la carpintería metálica. De hecho, fue el autor intelectual y material en el diseño y fabricación del primer belier del que dispuso la delantera del Bilbao para entrenar el empuje en la melé.

Si las paredes de los txokos hablasen, el nombre de Bibis sí que podría estar en algún libro de anécdotas graciosas. Era de los que les gustaba canturrear más de la cuenta. No dejaba que otro llevara la batuta con la canción del pirata de pata de palo «con ojo de vidrio y cara de malo». Y eso que su tez expresaba cualquier otra cosa que no fuera maldad. Son ya inolvidables los dúos que hacía con Luigi entonando la canción de 'las Infantas', cuya letra es mejor no reproducir. Si por lo que fuera el tercer tiempo se alargaba más de la cuenta, la sesión de karaoke sin micrófono continuaba con un sinfín de bilbaínadas con letras que seguramente se inventaba porque nadie conseguía acompañarle.

Si alguien interpretaba a la perfección lo que es la vida social de un club, ése era Bibis. A nadie le hubiera extrañado que se le nombrara embajador de la marca Universitario Bilbao Rugby. No le importaba ponerse detrás de una barra para ayudar o poner su coche a disposición de cualquier juvenil para llevarle a casa sano y salvo antes de que le cayera una bronca por llegar tarde. Siempre estaba dispuesto a echar una mano en lo que fuera menester. Ahora, su estruendoso silencio se hace insoportable. Cuesta mirar su última foto vestido de corto sin apretar con rabia los dientes. La pantalla del ordenador, de repente, se vuelve algo borrosa solo con escribir su nombre. Muchos años y muchos buenos momentos con alguien que se guardaba sus problemas para hacer que otros tuviéramos más momentos de felicidad.

Sé que a él no le hubiera gustado una despedida triste y ñoña. Por eso me atrevo a contar un sucedido que repitió en vida mil veces y que le define como un tipo osado, a la par que divertido. Hace años viajó a Gales a presenciar un partido del 6 Naciones con otros compañeros del club como El Noruego, Ilustre o Caparrón. No se sabe muy bien cómo, pero varias horas antes de empezar el encuentro consiguieron colarse en el estadio de Arms Park. Estuvieron más de tres horas escondidos en los baños y pocos minutos antes de comenzar el partido se sentaron en unos asientos que, por supuesto, no eran los suyos. Con un inglés bastante cutre, Bibis consiguió convencer a los acomodadores para que no les movieran. Con el paso del tiempo el relato se fue acrecentando hasta volverse casi inverosímil y al mismo tiempo creíble por la vehemencia con que se expresaba. Cosas de un jugador de rugby al que el tercer tiempo se le quedaba muchas veces pequeño. Goian bego, lagun.

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