'Superman' pone su nombre al estreno del Gamoniteiro
El colombiano del Movistar vence bajo la niebla en la cima asturiana por delante de Roglic, líder sin fisuras, y de su compañero Enric Mas, segundo en la general
En su bautizo en la Vuelta, el Gamoniteiro se presentó casi a oscuras: era un túnel entre la niebla. Con frío. Sobre una carretera angosta ... y con escalones del 17% de pendiente. Más que un puerto parecía una misión. Y por eso merecía un ganador a su tremenda altura. Un 'Superman'. Con ese apodo bautizaron al colombiano Miguel Ángel López, que de muy niño quería ser torero. De los que no se arrugan. Se hizo ciclista en los brazos de Vicente Belda, ganó el año pasado la etapa 'reina' del Tour en el estreno del col de la Loze y puso su nombre, el primero de la lista, en el Gamoniteiro, una montaña que hará historia. Como Marino Lejarreta en los Lagos en 1983 y el 'Chava' Jiménez en el Angliru en 1999. La jornada resultó un bautizo de lujo por el carácter de 'Superman' y por la entidad del que llegó a apenas 14 segundos, Primoz Roglic, que tiene aún más atada su tercera Vuelta.
A 'Superman' casi no se le vio cruzar la meta. La nube eclipsaba la cima del Gamoniteiro. La rampa final, tan bruta, no le dejó levantar más de un brazo al mismo tiempo. Tosía. Sonreía. Con su triunfo, el Movistar se quitaba el regusto amargo que le había dejado un día atrás la etapa de los Lagos. Ni López ni Enric Mas se subieron el miércoles al desafío de Roglic y Bernal. Por la noche, para colmo, supieron que uno de los gregarios del equipo español, Verona, tenía que retirarse. Como Antes Valverde y Jacobs. El Movistar iba a afrontar la jornada del Gamoniteiro en cuadro y con la presencia en carrera del que paga, el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. Había que ganarse el jornal. Y López le echó eso que los colombianos llaman «berraquera». Coraje.
La parte inicial del Gamoniterio es, en realidad, la vieja Cobertoria. El Bahrain de Haig tiraba de un grupo de ciclistas casi mutilados por tantos días de carrera. «He perdido cinco años de vida», confesó Juanpe López, uno de los que resistía. Tiene 24 años. Tiene tiempo, más que David de la Cruz, que ha cumplido 32 y que saltó a por una gran victoria. Atrapó al fugado Storer, alcanzó el cruce que desde la Cobertoria trepa hacia el Gamoniteiro y se sumergió en la niebla. El túnel. Y quizá hubiera tocado el primero ese techo, pero por detrás aceleró un equipo inesperado, el Intermarché de Meintjes. Sentenció a De la Cruz. De ejecutarle se encargó 'Superman' López.
Antes se había movido Bernal, el héroe derrotado de los Lagos. Le respondió Roglic, el héroe ganador en Covadonga. Siempre juntos dando valor a esta Vuelta. Se neutralizaron. «Estábamos todos reventados», reconoció Bernal. Ahí, cuando casi es imposible moverse y sobre un camino casi invisible, desplegó sus alas 'Superman'. «Sabíamos que si me movía yo, Roglic iba a venir a por mí», contó Enric Mas, el segundo en la general. Así que el Movistar recurrió sobre ese tablero a su otra pieza, a López, el tercero en la tabla. En un lugar como el Gamoniterio, esa partida de ajedrez tenía que terminar a tortas. Empezó el reparto.
López pasó por encima de De la Cruz. El ciclismo español sigue sin ganar una etapa. Eso no pasa desde 1996. Mal síntoma. Detrás, Bernal y Roglic se daban latigazos, con Mas a su rueda y Haig haciendo la goma. La nube posada sobre la carretera escondía su dureza. Pero ahí estaba ese kilómetro final. Pared. 'Superman' resistió la ráfaga final de Roglic, que llegó a 14 segundos. Mas entró a 20 y Bernal, a 22. Haig, Mader, De la Cruz y Meintjes se dejaron 58. En la clasificación, Roglic tiene dos minutos y medio sobre Enric Mas y casi tres sobre López. Plata y bronce para el Movistar. Haig y Bernal se alejan a cuatro y medio. La Vuelta del Gamoniteiro es de Roglic porque ya la había sentenciado en los Lagos.
Las lágrimas de Lastra
En la salida, en Salas, muchos ciclistas callaban. No es fácil amanecer con dolor de piernas tras la batalla de Covadonga, levantar la persiana y ver la nube encima cuando sabes que esperan las subidas a San Lorenzo, la Cobertoria y, sobre todo, el Gamoniteiro. El calvario programado. Joan Bou, valenciano del Euskaltel, arrastra desde el lunes un codo cosido con cuatro puntos. Le duelen las costillas al respirar. Su meta no es la Roglic o Bernal. «La mía es sobrevivir», repite. A Jonathan Lastra, bilbaíno del Caja Rural, se le han torcido las tripas. Algo no va. El alimento es el combustible. Y sin él, no es capaz de seguir al pelotón antes de llegar a San Lorenzo. Pedalea y llora. Sabe lo que le espera: la retirada.
No ve nada de la carrera. Nada sabe de la fuga de 32 corredores que inicia la ascensión a San Lorenzo. Están Storer, Vansevenant, Majka, Puccio, Oomen, Aru, Gotzon Martín, Maté, Gorka Izagirre, Bagües, Okamika, Pelayo Sánchez, Canal, Herrada, Erviti, Brambilla... Todos los equipos de peso tenían algún dorsal salvo uno: el Bahrain de Haig y Mader.
Los errores se pagan con sudor. El Bahrain tuvo que tirar en San Lorenzo y también en la Cobertoria. La niebla comenzó a compartir espacio con las primeras gotas de lluvia. El agua mezcla mal con la Cobertoria y el Cordal, las dos cuestas que venían. Las dos bajadas. «Es el sitio donde más miedo he pasado en mi vida», confesó Fernando Escartín, que ahora diseña los recorridos de la Vuelta y que en 1999 salió del descenso de la Cobertoria directo al hospital. Aquí las bajadas dejan herida. De la Cruz se rompió en 2017 en el Cordal. Pero no le acobardó ese recuerdo. Y entre la niebla del Gamoniterio saltó a por Storer, que llevaba en fuga desde el primer paso por la Cobertoria. El catalán, ojos entrecerrados por el esfuerzo, casi adivinó a ver la cima. No. Era otro el que iba a bautizar este nuevo templo. Le puso de nombre 'Superman'.
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