Majka saca su clase en una Vuelta controlada por Roglic y el sorprendente Eiking
El polaco culmina una espectacular fuga en El Barraco tras otro día de montaña sin ataques de los rivales del esloveno
Algo emocionó a Rafal Majka nada más cruzar la meta. Un 'puchero' le agrietó el rostro cansado, desecado, tras más de cien kilómetros de escapada ... por la sierra de Gredos. Se pasó una mano rápida para parar la veloz lágrima. «Este año empezó muy mal. Perdí a mi padre... Quería ganar solo, por él», contó. Tuvo ese momento de intimidad familiar en el pueblo abulense donde vive el recuerdo de otro ausente.
El Barraco. La casa cerrada del 'Chava' Jiménez. Aquel genio que aunque perdió tantas veces sólo corría para ganar. Nueve etapas de la Vuelta fueron suyas. Vivió rápido. Así murió, tan joven, en 2003. Tan gastado por las adicciones y la noche. Tan pronto convertido en leyenda. En el pelotón circulan sus historias casi dos décadas después. Su magnetismo. Aquel descaro simpático. Excentricidades como pasar junto a un concesionario de coches, ver un deportivo, comprarlo de la misma y estrellarlo de inmediato. Allí, a El Barraco, llegó la Vuelta. Un polaco, Majka, cubierto con la sal de horas de sudor, le rindió homenaje y se llevó otra etapa en la que Odd Christian Eiking retuvo el liderato y, sobre todo, en la que nadie inquietó al líder real, a Primoz Roglic. El esloveno y su equipo, el Jumbo, manejan la Vuelta a su antojo. Ni El Barraco, la tierra del rebelde Jiménez, inspiró a sus rivales. «Las carreteras no han sido las mejores para dar la batalla», argumentó Enric Mas.
Ese final sin chispa puso fin a un jornada que, sin embargo, había sido trepidante. Desde el templado valle del Tiétar, la Sierra de Gredos parece un tren de piedra, una pared que protege ese microclima. Gredos lo tiene todo: lagunas, gargantas, bosques, riscos... La cabra es su símbolo. Y locos como cabras salieron los corredores de Navalmoral de la Mata, conocida como Carnavalmoral por sus multitudinarias fiestas. Así arrancó la etapa. A 51 por hora. Carnaval de ataques.
En una de esa fugas se metió David de la Cruz, decimoquinto en la general a siete minutos del líder, de Eiking, y también estaba Kuss, noveno a sólo cinco minutos y gregario de Roglic. El equipo del esloveno se defendía al ataque. Y eso aceleró aún más la etapa. El Movistar de Enric Mas y López tuvo que gastarse para cazar al peligroso Kuss. A contrapié.
Era la guerra total y ni siquiera se había subido el primero de los cuatro puertos, la Centenera. El más exigente. El que anunció al vencedor del día. Fabio Aru ha decidido jubilarse en esta edición. Es su despedida. Y quiso honrarla. Con él se fue otro dorsal de peso, Majka, que fue tercero en la Vuelta de 2015, en la que se impuso, precisamente, Aru. El polaco ha sido dos veces rey de la montaña del Tour, ha ganado tres etapas en la Grande Boucle y también en La Pandera, en la Vuelta 2017, el que era su último triunfo. Antiguo gregario de Contador y ahora al servicio de Pogacar en el UAE, Majka sacó de su chistera uno de esos días mágicos que retiene el que tanto tuvo.
Salió a por él un grupo de élite, con Bouchard, Poels, Arensman, Storer, Brambilla, Nieve, Juampe López... más un gregario del Movistar, Verona, y otro del Jumbo, Kruijswijk. El equipo de Roglic seguía un paso por delante. Así subió la carrera por la cuesta de Pedro Bernardo y así llegó al largo puerto de Mijares, un pueblo en escalera posado como un nido en mitad de 20 kilómetros de curvas. Aru, que lleva días con el estómago alborotado por un virus, no pudo mantener el ritmo. Majka tiró solo. Tenía cita con su padre.
Yates se mueve al final
Detrás, Kruijswijk, liberado por Roglic para buscar la etapa, comenzó a perseguirle. El equipo neerlandés podía permitirse ese lujo. Al Jumbo todo le salía bien. Su teórico trabajo de control en el pelotón se lo hacía el Intermarché-Wanty, la escuadra de segunda división del líder regente, el noruego Eiking. El ciclista nórdico tenía una meta: llegar a la jornada de descanso del lunes de rojo. Lo iba a conseguir para felicidad propia y de Roglic. Aliados circunstanciales.
Eiking termina como líder la segunda semana. Y el esloveno descontó otro día para ganar la Vuelta en la tercera. Con un detalle más a su favor: Enric Mas y 'Supermán' López se quedaron sin gregarios en Mijares. El Movistar tuvo que parar a Verona, que iba en la fuga, para tener a alguien que diera agua a sus líderes. Roglic tomó nota: fue testigo de la debilidad de su gran rival, el dúo Mas-López. Sólo le atacó, y en el último kilómetro de la última cuesta (San Juan de la Nava, de tercera), el británico Adam Yates, del Ineos de Egan Bernal.
Quedaban cinco kilómetros de descenso hasta la meta en El Barraco. Yates recolectó apenas 16 segundos. Roglic entró en paralelo a Mas, López, Haig y Bernal, los rivales que no le inquietaron el sábado en el Pico Villuercas y que tampoco lo han hecho en la cuna del 'Chava' Jiménez, uno de esos ciclistas impares que no saben medirse, que juegan a todo o nada. Que pierden casi siempre, pero que cuando ganan dejan una huella tan profunda como la que hay en este pueblo abulense. Era el día de los ausentes, el 'Chava', el padre de Majka... y los adversarios de Roglic.
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