Cort Nielsen gana de todas las maneras
El danés firma en Monforte de Lemos su tercer triunfo de etapa en esta Vuelta que se prepara para la 'trampa' montañosa de Galicia
Mientras el ciclismo español teme irse de la Vuelta sin victorias, un danés, Magnus Cort Nielsen, las colecciona de todos los colores. Resistió en el ... muro de Cullera. Sorprendió en el sprint de Córdoba. Y acaba de impartir un curso intensivo en Monforte de Lemos sobre cómo gestionar una fuga y batir a cinco rivales que sólo le miraban a él. Tres etapas al palmarés. Y pudieron ser cuatro si a 150 metros de la meta de Valdepeñas de Jaén no le ejecuta Primoz Roglic, el líder sin discusión de esta Vuelta que va hacia la última etapa de montaña, un laberinto gallego, una 'trampa' de carreteras inquietas y estrechas que concluye en la cima de Castro de Herville. Enric Mas, a dos minutos y medio, y 'Superman' López, a 2.53, defenderán sus plazas en el podio ante Haig y Bernal, alejados a más de 4 minutos y medio. «¿Podio? Ufff. No creo. Mi misión es sobrevivir», asume Bernal. La carrera, lo sabe, ya es de Roglic, la tercera Vuelta del esloveno.
Quedan por decidir los vencedores de las últimas etapas. Cotizadas. En la salida, en Tapia, el ciclista más veloz de la Vuelta, Fabio Jakobsen, torcía el gesto. Se tocaba las piernas y las veía casi vacías para afrontar los 60 primeros kilómetros, con los puertos de Entorcisa, Garganta y Barbeitos. Acertó. Se le atragantaron. Ahí perdió la etapa a por la que, también ahí, saltaron 18 ciclistas de nivel: Cort Nielsen, Craddock, Bagioli, Polanc, Oliveira, Kron, Padun, Jay Vine, Amézqueta, Roux, Simmons, el joven Pelayo Sánchez... y Antonio Jesús Soto, murciano de Alcantarilla, padre desde los 24 años y uno de ocho embajadores del Euskaltel-Euskadi en este regreso del equipo naranja a la ronda. Con la Vuelta casi terminada, la escuadra vasca tiene algo de lo que presumir: ha estado en fuga cada día.
El camino para que un día, en próximas ediciones, lleguen triunfos como los que firmaron Laiseka, Unai Etxebaria, Samuel, Nieve y Antón es la combatividad. Camino de Monforte de Lemos le tocó intentarlo a Soto. Hijo de un ciclista del equipo Puertas Mavisa, se subió a su primera bicicleta imitando a su hermana mayor. A su padre, el ciclismo no le dio de comer. Tuvo que ponerse a trabajar. Mucho. Con los ahorros abonó el sueño ciclista del chaval. «La familia me pagaba los viajes los fines de semana para correr en el País Vasco», contó Soto en 'Ciclismo a fondo'. Vida de emigrante. Con varios reveses. Con dudas.
Corrió en el Aldro amateur, a las órdenes de David Etxebarria, y se dio una última oportunidad en el Lizarte de Juanjo Oroz. Ahí supo que iba a ser padre. Más responsabilidad. Más dudas. ¿Valía la pena jugarse todo, incluso el futuro de su hijo, a la incierta carta del ciclismo? Ya no era el niño que veía por las mañanas entrenando a Valverde y en verano le animaba desde la televisión en las etapas del Tour. El tiempo pasa. Apostó. Siguió. Ganó la Copa de España amateur en 2018 y Jorge Azanza le hizo hueco en la Fundación Euskadi. Al fin profesional. Y ahora de naranja en la Vuelta. Por eso, por lo mucho que le ha costado llegar, Soto no está para perder el tiempo. «Cuando eres padre, te cuesta más irte de casa, pero lo hago por él, por mi hijo, por su futuro, por ser un espejo para él», asegura.
Espectacular pulso entre la fuga y el pelotón
Soto es el 118. Cada dorsal carga con su historia. Los 18 de la escapada enfilaron hacia Monforte de Lemos, capital de la Ribeira Sacra. Monasterios y viñas tan escarpadas en las orillas del río Sil que los vendimiadores parecen alpinistas. Todo cuesta aquí. Cuando el equipo DSM vio que Jakobsen quedaba tachado, inició la caza de los fugados para buscar el sprint con Dainese. Era un día para los que aún no había catado la victoria. La última oportunidad. Lo que queda, la etapa gallega de cinco puertos, y la contrarreloj final de Santiago, parecen reservadas para los que pelean por la clasificación general.
Al salir de Sarria, en un repecho, la escapada se quedó en siete dorsales, ya sin Soto: iban Craddock y Cort Nielsen, compañeros en el EF, más Roux, Bagioli, Kron, el portugués Rui Oliveria, que quería dedicarle el triunfo a su hermano, caído en el Tour, y el estadounidense de 20 años Quinn Simmons. Un portento. Esquiador en invierno, campeón nacional de mountain bike en verano y oro en el mundial juvenil de ruta en 2019. Y polémico. Su apoyo a Trump y un 'emoticono' de tinte racista al responder en Twitter a una periodista le colocaron en la trituradora mediática. Recibió insultos, amenazas. Su equipo, el Trek, asustado por la repercusión, le apartó un tiempo. Tras esa cuarentena ha debutado en la Vuelta.
Y allí estaba, en pleno y espectacular pulso entre la fuga y el pelotón, del que tiraban sin fuelle el DSM y el BikeExchange de Matthews.Eran más, pero arrastraban la fatiga, las cadenas, de tanta Vuelta. Perdieron el duelo. Los escapados enfilaron la recta final. Craddock fue la clave. Controló, no dejó nadie se moviera y se apartó al final para que su compañero Cort Nielsen levantara en brazos su tercer triunfo. Levantó también la bicicleta y luego a Craddock. Sobrado. «Magnus Cort Nielsen es una animal», definió su director, Juanma Garate. Un depredador que cobró su tercera pieza.
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