La Vuelta y Bilbao, un idilio que se inició hace ya 90 años
La carrera renueva este miércoles el idilio que inició en 1935 con la capital vizcaína, donde renació en 1955 con la organización de EL CORREO
Cuatro días después de nacer, la Vuelta a España ya caminaba por las calles de Bilbao, final de la cuarta etapa en 1935. Aquella primera ... edición abrió entre la carrera y la ciudad una relación que este miércoles cumple 90 años con el regreso de la caravana ciclista al lugar donde resucitó en 1955. La ronda, que llevaba cuatro años sin disputarse, fue rescatada del olvido por el diario EL CORREO. La capital vizcaína y las carreteras vascas se convirtieron entonces en el gran escenario de una pasarela de campeones: Anquetil, Coppi, Bahamontes, Loroño, Gimondi, Merckx, Poulidor, Ocaña, Fuente, Hinault... Cuando en 1978 el periódico bilbaíno dejó de organizar la carrera comenzó una ausencia de 33 años que terminó en 2011: Igor Antón, con el maillot del Euskalel-Euskadi, entró como vencedor de la decimonovena etapa en una Gran Vía abarrotada y feliz. «He ganado en la capital del mundo», dijo el corredor de Galdakao. Y en la capital histórica de la Vuelta. La ronda y Bilbao llevan nueve décadas de la mano.
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Este miércoles toca otro capítulo:157 kilómetros con salida en los aledaños de San Mamés (13.30 horas) y meta en la Gran Vía, con pasos por los altos de Laukiz, Sollube, Balcón de Bizkaia, doble cruce por el Vivero y el muro de Pike Bidea a apenas 8 kilómetros de la pancarta final. Sobre las 17.20 se conocerá el nombre del ganador, que ingresará en un lista inaugurada el 2 de mayo de 1935 por un belga indómito, hecho en el contrabando y la caza furtiva, que dormía con una escopeta bajo la cama. Gustave Deloor fue el primer vencedor en Bilbao. Se llevó las 300 pesetas del premio –menos de dos euros– al aprovecharse del error del Mariano Cañardo, que creyó que eran tres y no cuatro la vueltas al circuito final. Deloor, que también ganó aquella edición y la siguiente, acabó trabajando para la NASA en el proyecto Apolo. De Bilbao a la Luna.
Tras 33 años de ausencia la carrera regresó en 2011 y vio ganar a Igor Antón y al Euskaltel-Euskadi
La ciudad estaba destinada a formar parte de la historia de este deporte. El ciclismo había prendido con fuerza gracias a entusiastas como los de la Sociedad Ciclista Bilbaína y a aventureros como Tomás Pérez de Junguitu, que en 1928, como recuerda Juanfran de la Cruz en su libro sobre la ronda, dio la vuelta a España pedaleando en solitario durante 34 días. Miembro del Club Fortuna de Bilbao, cubrió más de 4.500 kilómetros y fue recibido a su regreso por una multitud. Llegó, según las crónicas, «en un estado lamentable». Aunque ayudó a desbrozar el camino que desembocó en el nacimiento de la Vuelta, en 1935. Duró poco. Dos años. La guerra civil sepultó la carrera en una trinchera.
Volvió en 1941 y en la edición siguiente un francés sin suerte en Tour, René Vietto, encontró su fortuna en Bilbao. Aunque le costó. Camino de la meta en la capital vizcaína sufrió varias averías. Quedó rezagado. Pero cerca de Sollube, uno de los encargados de indicar la dirección de la carrera confundió de camino al pelotón. Vietto, que venía por detrás, se vio de repente en cabeza. Tiró por la ruta buena y entró triunfador. No pudo repetir en 1943 porque no hubo carrera. La II GuerraMundial fue la causa. La Vuelta no tuvo continuidad hasta que en 1955 EL CORREO la sacó de su tumba.
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El duelo Loroño-Bahamontes llenó las cunetas
Todo comenzó en Lekeitio, donde veraneaban las familias Echevarría, Bergareche, Canales... Organizaban campeonatos de pesca y hablaban de deporte, de pelota, de fútbol, del Athletic y del Tour. Alejandro Echevarría y Luis Bergareche, que eran cuñados, viajaron a palpar el ambiente de la Grande Boucle. Una pregunta tuvo el efecto de un fogonazo: «¿Por qué no organizamos la Vuelta a España?». Así comenzó aquella aventura empresarial y también emocional. Con un millón de pesetas (6.000 euros) y la colaboración de un grupo de amigos, los responsables del periódico sacaron adelante la carrera. Bilbao fue punto de partida y final de aquella edición. El viento soplaba de cola:en 1957 el duelo entre el vizcaíno Loroño y el toledano Bahamontes llenó las cunetas y convirtió la Vuelta en el gran acontecimiento deportivo.
Las calles de Bilbao se vistieron de 'Vuelta'. La caravana publicitaria paseó las camionetas decoradas de Campari, Seguros Bilbao, Vespa, el escarabajo FAES, el gargantúa de Tulipán, la oruga de Firestone, la bruja de Aspiradoras Valet... Era una fiesta popular con actuaciones musicales incluidas. Un éxito. El Tour había catapultado la ventas del diario organizador, 'L'Equipe', heredero de 'L'Auto'. La Vuelta fue clave para que ELCORREO le ganara la carrera en los quioscos a 'La Gaceta del Norte'. Y fue algo más: gracias a los acuerdos comerciales con otros diarios de regiones por los que circulaba la ronda, se tejió una red que dio origen al actual grupo Vocento, líder de comunicación en España.
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Bilbao se soltó de la mano de la Vuelta cuando en 1978 el periódico bilbaíno dejó de organizar la carrera. La repetición de incidentes y cortes de carretera y la amenaza de la banda terrorista ETA le dieron la puntilla. A eso se sumó la actuación del presidente de la Federación Española de Ciclismo, Luis Puig, que quería montar su propia Vuelta con el sostén de Televisión Española. Durante más de tres décadas, la ronda estuvo lejos de Euskadi, de las montañas y las ciudades donde había vivido su época dorada.
El retorno comenzó a gestarse en 2009. La entonces consejera de Cultura del Gobierno vasco, Blanca Urgell, declaró: «Haremos que la Vuelta regrese a Euskadi». El Ejecutivo del socialista Patxi López eligió para esa tarea a su director de Deportes, Patxi Mutiloa, que ya se había reunido durante el verano anterior con el director de la carrera, Javier Guillén. Mutiloa mantuvo también contactos con ASO, la empresa propietaria del Tour y ya de la Vuelta. Algunos ayuntamientos como Getxo, Bilbao, Barakaldo y Vitoria mostraron su interés en acoger la carrera. Al final hubo acuerdo y la Vuelta regresó a casa en 2011 con finales de etapa en Bilbao y Vitoria. «Sentí que estábamos haciendo historia», declaró Guillén. La ronda recuperó su memoria.
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El reencuentro en 2011
Y llegó el día del reencuentro: 9 de septiembre, decimonovena etapa. Meta en Bilbao, que se derretía a 40 grados. La Vuelta se topó con una ciudad abarrotada con la misma afición ciclista pero muy cambiada. Nada que ver con aquella urbe gris e industrial que vivía de espaldas a la ría. Lucía el rostro metálico del Guggenheim. El hormiguero del turismo comenzaba a invadir las esquinas del 'Botxo'. Bilbao se preparaba ya para ser sede de futuros grandes acontecimientos deportivos, como finales europeas de fúbol y rugby, y para, en 2023, acoger la Gran Salida del Tour de Francia. El regreso de la Vuelta en 2011 mostró el camino a la Grande Boucle.
Aquel 9 de septiembre de 2011 fue «un día inolvidable». Javier Guillén recuerda bien la etapa entre Noja y Bilbao. Igor Antón y su compañero Gorka Verdugo iban en fuga con Marzio Bruseghin. Llegó el cartel que anunciaba la entrada a Euskadi. «Bruseghin dejó pasar delante a los dos corredores del Euskaltel. Igor Antón se tocó el pecho con el puño. Verdugo hizo lo mismo. Verles fue emocionante», contó el director de la ronda en una entrevista con este periódico. «Nos reencontramos con la mejor afición del mundo, con una tierra que añorábamos. Es la etapa más emocionante que he vivido como director de la Vuelta», reconoció. Desde entonces la carrera y Bilbao siguen de la mano sumando nuevos capítulos como el de este miércoles.
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