Roglic vuelve loca a la Vuelta
Sorprende con su ataque, se cae en la bajada de Almáchar, aleja a Bernal, llega a meta con Mas y cede el liderato a Eiking
Los rivales de Roglic pasaron el lunes, día de descanso, pensando en voz baja en cómo atacarle. ¿Y en qué pensaba el líder esloveno? Se ... supo donde nadie lo esperaba, en la subida a Almáchar, un puerto de segunda. Allí tensó el cuerpo. Vestido de rojo, como sediento de sangre, rompió planes y pronósticos. Atacó él. Saltaba metralla. «Sin riesgo no hay gloria», dijo.
Lanzó el reto y no hubo respuesta inmediata. Enric Mas y su compañero López (Movistar), Haig y Bernal le vieron marchar. Como buzos sin oxígeno. «No lo esperaba», reconoció el mallorquín. Roglic se sentía intacto, invulnerable. Y lo fue en el ascenso. Pero no en la bajada. Viene del esquí. Es ágil. Arriesgó aunque no lo necesitaba. Por placer y ambición. Carácter de campeón. Bendita locura para este deporte. Ese valor, sin embargo, le penalizó. En un giro a la derecha, lamiendo los bordes sobre una carretera sucia y gastada, le patinaron las dos ruedas. Se levantó sin daños, engranó la cadena y se montó en la bici a tiempo para unirse al vagón de sus perseguidores, Mas, López y Haig. Nadie más. Ya no estaba Bernal. Roglic no ganó la etapa, que fue, por segunda vez, para el fugado Michael Storer, y perdió el liderato en favor de otro de los escapados, el noruego Odd Christian Eiking, pero dejó claro que aquí manda él.
El esloveno sonreía al cruzar la meta. Lo pasa bien en la Vuelta. Enric Mas, que entró a su lado, le preguntó cómo estaba de la caída. Otra sonrisa por respuesta. «No tengo nada». Apenas unos rasguños. A Roglic sólo le había parado ese golpe. Mas, López y Haig llegaron con él por el patinazo. Bernal y Yates perdieron otros 37 segundos. Y Landa, que se dejó ir desde el inicio del puerto en espera de mejores días, ya no cuenta. En la clasificación general manda el noruego Odd Christian Eiking, que ni se lo creía. El segundo es otro de la escapada, Guillaume Martin, a 58 segundos y ahora candidato al podio. Roglic es tercero y es la referencia a 2 minutos y 17 segundos. Le saca 28 segundos a Mas, 1.21 a López, 1.42 a Jack Haig y ya dos minutos y medio a Bernal.
La locura comenzó con la etapa. El precio lo fija la demanda. Lo que todos quieren es lo que más cuesta. Pasa, por ejemplo, con las fugas en la Vuelta. La escapada de la jornada costera entre el mar de plástico de Roquetas y la meta en Rincón de la Victoria era tan preciada que puso la carrera a 50 por hora. A un ataque sucedía otro. Y así dos horas. Hasta dorsales como Carapaz se metieron en ese carrusel desbocado. Pero nadie cedía. Y como todos insistían, pues casi todos los equipos se subieron a la fuga. De 31 corredores. Había de todo: estaban Azparren, Lastra, Amézqueta, Luis León Sánchez y Herrada; rematadores como Trentin, Cort Nielsen y Aranburu; tipos explosivos como Bagioli y Narváez, y dos ciclistas situados a nueve minutos del liderato de Roglic, el filósofo Guillaume Martín y Eiking.
Segunda etapa pra Storer
Tras la jornada de descanso, Roglic hizo sus cálculos. La ecuación le dio como resultado que lo más rentable era dejar en manos de otro el maillot rojo. Su equipo, el Jumbo, dio carrete a los escapados. Hasta doce minutos y medio. Todo es economía. Roglic quiere ahorrar las fuerzas de sus gregarios. Sabe que las necesitará para frenar, sobre todo, al Movistar de Enric Mas y 'Supermán' López.
Pero a esa visión matemática, Roglic le echó un chorro de locura. Nadie esperaba la detonación del esloveno en Almáchar, un puerto de segunda con cuatro kilómetros de primera. Ese tramo hizo la selección en la fuga. Eligió al más fuerte, Storer, el australiano de 24 años que ya había vencido en el Balcón de Alicante. Storer cruzó solo la cima y, sin riesgos, conservó su renta en el escalofriante descenso hacia la meta en Rincón de la Victoria. Su rincón del triunfo. Van Baarle, Vansevenant, Bagioli y Eiking, el nuevo líder, aparecieron a 23 segundos. Eiking se echaba las manos a la cabeza. Líder inesperado.
Todo fue así, sorprendente. Incluidos el ataque y la caída por detrás de Roglic. «Yo bajaba cruzado», confesó Enric Mas. «Sabía que esa carretera era muy peligrosa». Por eso frenó. Pidió a su compañero López que no arriesgara. La prudencia le salió bien por el patinazo de Roglic, caído pero intacto. Los dos del Movistar cogieron al esloveno y distanciaron a Bernal. Buena cosecha.
A casi doce minutos de Storer, alcanzaron la meta López, Mas, Roglic, Haig, Vlasov, Kuss y Grossschartner. Esto es, Roglic y sus rivales, que cada vez son menos. Y menos aún serían si la ambición del esloveno no resbala en una curva brillante y traidora del Puerto de Almáchar camino de la meta en Rincón de la Victoria, donde, sumergida, está la 'Cueva del Pirata'. Cuentan que allí había un botín. Roglic, aventurero, salió en su busca en una cuesta a su medida. Falló por cosas del equilibrio, pero el intento le talla. Lo buscará en otro lugar de esta Vuelta que sólo ha llegado a su mitad.
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