Vivimos en Vitoria, trabajamos en Bilbao y hoy hemos ido en bici al curro: te contamos por qué

Vitoria-Bilbao en bici, ida y vuelta en el mismo día y con una jornada laboral que desarrollar en medio. Parece una locura (lo es), pero había que hacerlo. ¿Por qué? Porque forma parte de una locura aún mayor.

Dos periodistas de EL CORREO, Lucas Irigoyen y Bruno Vergara, tienen la intención de completar este fin de semana una prueba ciclista de ultrafondo. No es de las más exigentes, pero sí un reto mayúsculo para dos profesionales como ellos que, pese a ser grandes aficionados al ciclismo, no se dedican solo a montar en bici: además de trabajar en el periódico tienen que atender a su familia, su vida social y las tareas domésticas precisas como cualquier otra persona.

¿Qué carrera es esa? Lo contaron en un episodio anterior de esta serie. Pero lo recordamos. Se trata de cubrir la distancia entre Madrid y Barcelona, casi 700 kilómetros, en menos de 50 horas. La salida desde Madrid será el viernes a las 10.30 horas. Hay que llegar el domingo antes de las 12.30 del mediodía. La ruta la elige cada cual, aunque hay que pasar de forma obligatoria por seis puntos de control. No se puede tener asistencia, así que los ciclistas tienen que acarrear todo aquello que vayan a necesitar, desde agua o geles hasta herramientas, ropa o repuestos.

Lucas, periodista de la sección de Economía en el periódico, y Bruno, editor en la edicion web, participarán en la modalidad de parejas, la cual les permite darse relevos entre sí pero no ponerse a rueda (rebufo) del resto de participantes. Tienen que ir solos, únicamente con la compañía uno del otro. A la hora de planificarse, han decidido dividir los 700 kilómetros de la prueba en tres tramos: uno de 240 kilómetros (lo harán el viernes), otro de 300 km. (el sábado) y un último de 146, entre la madrugada y la mañana del domingo. Entre cada uno de ellos tratarán de dormir 5 horas.

La locura de completar en bici este 'puente aéreo' requería de un entrenamiento acorde.

Cómo ha entrenado Lucas: «La preparación del año comenzó en noviembre. Mucho rodillo para acumular pedaladas con mucha cadencia y a baja intensidad. Es lo que se conoce como preparar la base. En diciembre fui intensificando las sesiones de rodillo entre semana con series de fuerza y salidas más largas los sábados o domingos. En enero comencé a alternar entrenamientos de bici con salidas a correr.

El plan consistía en, entre semana, cuatro sesiones: dos de rodillo (una de series y otra de rodaje) y dos de correr. Los fines de semana, una salida larga de 100 o 120 km. Siempre con dos días de descanso semanales. Según se acercaba la cita, especialmente en abril y mayo, las salidas en bici del fin de semana se intensificaron. Las distancias eran más largas: 150, 160 y 170 km.

En el primer fin de semana de mayo me atreví ya una salida de 205 km y en la segunda semana del mes acumulé 360 km en tres días para forzar un entrenamiento en algo de déficit: 130 km el sábado, 90 km el domingo y 140 km el lunes realizados en el viaje de ida y vuelta a Bilbao que hoy contamos aquí. A una semana de la prueba hice otra tirada larga, de 215 km., como última sesión para antes del reto».

Cómo ha entrenado Bruno: «No acostumbro a hacer una preparación específica, si bien los dos últimos meses he metido más horas sobre el sillín. Sobre todo desde abril, una época en la que pude compartir entrenamientos con Jonathan Castroviejo, amigo y ciclista profesional del Ineos, lo que me hace esforzarme más. En estas salidas con ciclistas profesionales son muy exigentes: seguir la rueda en un puerto en una serie ya implica ir a tope. En el mes de mayo he intenado completar varias salidas de 200 kilómetros para hacer hacer algo más de fondo de cara a la prueba que nos espera».

En total, han sido muchas horas de bici, de gimnasio y de cardio para preparar el cuerpo a un ultrafondo. Pero faltaba un entrenamiento final: hacer en el mismo día una ruta entre Vitoria (donde vive Lucas) y Bilbao (donde trabaja), con una jornada laboral en medio. Para hacer al menos una tirada juntos, Bruno durmió en Vitoria la noche anterior.

En esta pequeña aventura, los dos tuvieron un tercer compañero ocasional: Josemi Benítez, el jefe de Infografía de El Correo, veterano de algunas pruebas de ultrafondo a pie y que partió con ellos desde la capital alavesa con la misión de registrar en video la ruta.

Vitoria. 7.00 horas. En el desayuno, cada uno tiene sus rutinas, pero a la hora deporte es conveniente alimentarse bien para tener suficiente energía y, especialmente el día de la prueba, no probar cosas diferentes . Bruno se decanta por la avena mientras que Lucas lo hace por unas tostadas con aguacate y jamón. A su compañero le gusta la idea y le imita. Es hora de vestirse. No llueve, pero el termómetro marca 8 grados. «Hay que abrigarse bien para la bajada de Altube», avisa Lucas.

Vitoria. 7.05. Parten del centro de Vitoria. Llevan un foco, aunque hay luz suficiente. Les acompaña Josemi, que comienza a grabar con la cámara las primeras tomas. Salir de la capital cuesta lo suyo. Los semáforos ralentizan la marcha

Aranguiz. 7.15 horas. Cuando abandonan el centro ya ruedan con tranquilidad. En el cielo predominan las nubes, pero parece que esquivaran el agua. Las piernas van entrando en calor con los primeros kilómetros sin interrupciones y cadencia alegre en el pedaleo.

Etxebarri-Ibiña. 7.20 h. Para evitar la autovía de la N-622 optan por un camino rural asfaltado. El paisaje, muy verde por las intensas lluvias de mayo, se acentúa con la luz del amanecer. Varias liebres saltan desde las cunetas huyendo del paso de los ciclistas durante el recorrido. El campo a estas horas siempre tiene algo especial.

Aiurdin. 7.30 h. El alto de Aiurdin, un paso entre los montes de Arrato, el santuario de Oro y el Gorbeia es la primera, y casi única cota de entidad del viaje. Alguna rampa alcanza el 12% de desnivel y hace desaparecer la sensación de frío de la mañana.

Subiendo Aiurdin...

Bajando...

Murgia. 7.45 h. Este pueblo del municipio de Zuia que se ha convertido en cuidad dormitorio de Vitoria, esta desperezando el día. Estudiantes y trabajadores están en la parada de autobús y los bares y panaderías suben la persiana al paso del pequeño pelotón.

Altube 8.00 h. La cima Copi del recorrido de hoy. Casi no es más que un largo repecho desde Murgia y, una vez alcanzada la cota, ya solo nos queda un largo descenso. Josemi se adelanta un poco para grabar unas tomas de sus compañeros, que fingen que no le ven. La temperatura ha bajado varios grados, lo que vaticina un descenso frío. Se ponen sin pedalear a más de 60 kilómetros por hora. «Ya es todo cuesta abajo casi hasta Bilbao», advierte Lucas.

Pasamos por Baranbio...

Orozko. 8.25 h: Hasta aquí el avance ha sido muy tranquilo. Ahora comienzan a ser más frecuentes los coches y el tráfico y se debe extremar la precaución. El terreno, después de un descenso pronunciado, da paso a una carretera para llanear. La temperatura al terminar la bajada, perder cota de altura y acercarnos a la costa, se nota más agradable. Los guantes y el buff ya sobran.

Venta Alta. 8.45 h:Tras pasar por Arrigorriaga, un repecho de unos dos kilómetros obliga a subir piñones hasta llegar al Consorcio de Aguas. Lucas lanza un ataque a traición. Bruno deja hacer para luego contraatacar y dejar las cosas en su sitio.

La Peña. 9.05 h: La grupeta entra a Bilbao por La Peña tras dejar Malmasín a la derecha y avanza hacia al centro de la ciudad al lado de la Ría. Las calles presentan una actividad plena, colegios, autobuses, comercios abriendo...

Gran Vía. 9.20 h: El sol se cuela entre las hojas de los árboles de la Gran Vía. La principal arteria de la ciudad está en plena ebullición al paso de los ciclistas. Han pasado poco más de fos horas desde que salimos de Vitoria y ya estamos en Moyúa. La habitual manifestación de protesta laboral que suele acoger esta plaza bilbaína muchas mañanas laborables nos da la bienvenida. Pasan al lado del periódico para ducharse y cambiarse en el gimnasio.

Edificio Sota, 10.00 h: Guardan la bici en el sótano del edificio Sota y a la redacción a trabajar. Nueve horas después habrá que emprender el regreso a Vitoria.

Mientras Lucas y Bruno atienden su jornada laboral, hemos recabado algunos consejos de preparadores y ciclistas profesionales, fundamentalmente relativos a la nutrición adecuada para este tipo de retos mayúsculos. Porque ojo, no es broma: es posible que cada uno de los ultrafondistas gaste cerca de 20.000 calorías en los dos días que dura la prueba. ¿Cuánto se necesita comer para eso? Pues cifras descomunales: 108 plátanos, 25 platos de arroz, 72 bollos o 115 yogures... Alimentos a los que hay que sumar 25 litros de bebidas para mantenerse hidratado. Unas cifras que equivalen a lo que un adulto de 75 kilos consume en 10 días, si no hace deporte.

«Vais a estar tanto tiempo sobre la bicicleta que tendréis un desgaste enorme, por lo que deberéis comer muchísimo», advierte Aitor Viribay Morales (Vitoria, 1994), responsable de nutrición y fisiología del equipo ciclista profesional Ineos Grenadiers. Viribay matiza que la alimentación de un corredor profesional como los de su equipo «no es aplicable» a aficionados 'amateur' como los periodistas. No obstante, aconseja a los participantes en este tipo de pruebas de ultrafondo que ingieran una cantidad mínima de 60 u 80 gramos de carbohidratos cada hora. Para hacerse una idea, un plátano son 20 gramos, por lo que deberían comerse tres a la hora. «Eso es imposible, por eso usamos barritas, geles o gominolas, que tienen 30 o 40 gramos», explica Viribay, quien expone que los profesionales pueden llegar a tomar 120 gramos de carbohidratos por hora. «Nosotros nos vamos a los extremos, que no son aconsejables para personas que no estén en la élite», advierte.

Jonathan Castroviejo es ciclista del Ineos y quiere aportar su granito de arena y aconsejar a los «valientes» de esta prueba. «Cada 20 minutos, comed algo o al menos un trago al bidón», sostiene el veterano corredor, quien subraya que «está bien comerse un bocadillo de jamón, pero eso no da tanta energía»

Para que la alimentación sea más ágil, los carbohidratos también pueden ser bebibles. Para ello se emplean polvos con este compuesto que les dará energía. Viribay da una pauta a seguir: «Beber un botellín de 500 mililitros cada hora». Lucas y Bruno creen que en la primera etapa que se han marcado estarán unas 10 horas sobre el sillín para completar 240 kilómetros. Toca echar cuentas: cinco litros en bebida, más la comida sólida. Y Viribay hace un apunte muy importante: «El agua sola deshidrata. Necesitáis una bebida hipotónica. Para que el agua se quede en las células, para ello se necesita un mínimo de electrolitos». «Una bebida con hidratos se absorbe mejor», señala.

Los redactores tendrán un gasto calórico brutal. Para el más liviano de los dos, Bruno, será de unas 6.000 calorías por día y 8.000 para Lucas, más alto y pesado. No se puede descuidar por tanto la alimentación. Una vez finalizada la primera posta, sobre las 23 horas del viernes, será momento de descansar, pero antes hay que volver a comer. Nada de tumbarse, lo primero es la alimentación. «En ese momento el músculo está muy receptivo de hidrato de carbono. Arroz, pasta, algunas verduras y una ración de proteína estaría estupendo. Bien de pan y un postre dulce», señala el responsable de nutrición de Ineos, quien advierte: esta es una dieta para un deportista, «no se la recomendaría a una persona que no se mueve».

Tras un breve descanso (han calculado cinco horas de sueño) deberán ponerse otra vez a dar pedales. El sábado les esperan 300 kilómetros. Una segunda etapa en la que tendrán menos desnivel que en la jornada precedente. Y deberán seguir el consejo «más importante» para este tipo de pruebas: «Comer y beber». «No esperéis a parar, si hace falta poned una alarma en el móvil o el reloj», resalta Viribay.

Castroviejo, se suma a lo que dice su responsable de nutrición, aunque él se enfoca en el ritmo de la prueba. «Nunca por encima de vuestras posibilidades, aunque el último día podéis apretar un poco», les reta. Como ciclista profesional, cada gramo sobre la bicicleta cuenta y lo expone: «Llevad lo indispensable porque lo que sobra será un lastre añadido y sumará tiempo».

La jornada de trabajo fue la habitual. Intensa, con llamadas por hacer, artículos por escribir, noticias que valorar, sucesos de última hora que atender... Un día más en la redacción de El Correo en el edificio Sota de la Gran Vía de Bilbao.

Y cuando uno termina, apaga el ordenador y piensa en regresar a casa a pie, en coche o transporte público, a Lucas a aún le quedan 70 kilómetros que hacer en bici. En este caso, el camino es más llevadero.

El regreso. Josemi y Lucas salen a las 19:00 de la redacción a toda prisa para ir al gimnasio y cambiarse de ropa. Cada minuto ahora es clave para reducir el tiempo de bici que harán de noche. A pesar de que las previsiones amenazaban lluvia y que ha caído un buen chaparrón durante la tarde tanto en Bilbao como en Vitoria, parece que las previsiones auguran una ruta tranquila.

Arrancan con buena temperatura, 17 grados, y lo que es más importante, sin viento. Ahora el desnivel es totalmente diferente, en 72 kilómetros deberán gestionar 1.200 metros de desnivel positivo. Hasta Baranbio la ruta es un constante falso llano que pica hacia arriba, pero en esta localidad arranca el puerto de Altube. No es complicado, es tendido y eso lo hace llevadero, pero reserva 3 kilómetros exigentes con rampas del 12%. La ganancia de altura se nota y, con el atardecer, el termómetro cae a los 10 grados.

Al hacer cima se hace de noche cerrada y el frío de la vertiente norte es insalvable: guantes, luces, buff para abrigarse y afrontar los últimos 30 km. La noche es cerrada, pero entre Murgia y Manurga la luna llena escapa a las nubes y regala estampas idílicas que les obligan a parar y hacer fotografías.

A las 23.00, entrada en Vitoria. Las calles solitarias reciben a los ciclistas de El Correo. A casa a cenar, dormir y mañana, más.

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