Tour de Francia 2023 en Vitoria
Vitoria «babea» con las bicis del TourCentenares de aficionados alaveses se acercan a los hoteles de los equipos a la caza de fotos, autógrafos y botellines
En el Serco Hotel Boulevard de Vitoria se asienta el circo ambulante más ostentoso del mundo del ciclismo. El equipo INEOS, de la multinacional petrolera, ... ocupa prácticamente todo el parking con tres camiones, dos autobuses y varias furgonetas y coches como el popular todoterreno Grenadiers. Entre todos los vehículos, sus mecánicos ponen a punto las bicicletas que emplearán los corredores en este Tour de Francia. Para que se hagan una idea, cada una tiene un valor que supera los 10.000 euros. Un objeto preciado por los dos jóvenes ciclistas populares que, desde buena mañana, contemplaban ayer obnubilados las 'máquina' sobre la que el vizcaíno Omar Fraile tratará de repetir su victoria de 2018.
A falta de ciclistas, que llegaron cada uno por su cuenta bien entrada la tarde de ayer y se mantuvieron en su burbuja preventiva por el covid, optaron sin suerte por pedir un par de botellines. Así que rodaron hasta el Hotel Gran Lakua a ver si corrían mejor fortuna. Allí se hospedan el Uno X noruego, el Education First y el Israel. Los ciclistas nórdicos fueron los primeros en llegar. Ayer por la mañana calentaron por las carreteras alavesas. Ullíbarri-Gamboa, Opakua y Azaceta, como puntos de referencia para irse familiarizándose con la orografía que les espera en esta salida del Tour de Francia en Euskadi.
En las afueras del alojamiento está el campamento base sobre el que salivaban los aficionados. «Venimos a babear», reconocía Álvaro, en presencia de unas bastante menos emocionadas Maite, su pareja, y Maialen y Nora, sus hijas. «De pequeño venía a ver desde que sacaban las bicis del camión hasta que las metían», decía el padre, que intenta transmitir su pasión a las peques. «El Tour es una carrera muy larga que pasa por el pantano», decía vivaracha la mayor. La idea de la familia es coger la furgoneta el sábado y hacer noche en Landa para el domingo ver el paso por Álava de los ciclistas.
Una idea similar a la que tiene Iker, que llevaba en un portabebés a Pello. «Creo que iremos a Krutzeta el sábado», decía el vitoriano. Seguidor «de toda la vida», «de los que hemos ido muchos años a los Pirineos», la llegada del Tour al País Vasco le genera cierta incertidumbre. «Tengo mis contradicciones. Por lo general, muy contento, me hace mucha ilusión, pero el gasto que supone... yo no veo el retorno ese que dicen», lamentaba.
El silencio y la tranquilidad que reinó durante la jornada en la calle Tarragona solo fue agitado momentáneamente por el jovial Markel. Con su pequeña bicicleta, serpenteaba entre los coches y los camiones de los equipos narrando todo lo que veía a su paso. «Ayer hice 22 kilómetros», presumía, su tope con tan solo «cinco años y medio». Un par de fotos con orgullo y su madrina se le llevó al circuito de Lakua. «A que se desfogue».
Con un Seiscientos llegaron Moisés y su hijo Ibai. Este último, alterna la bicicleta y el baloncesto y, con 10 años, es seguidor de los equipos que se alojan en dicho hotel. «Alguno del Uno X» es su apuesta para ganar el Tour ante las risas de su padre. «Anima mucho al Movistar porque el año pasado en la Vuelta estuvieron aquí y también al Israel porque le dieron un botellín».
El obsequio parecía una misión imposible hasta que llegó Mari Cruz Luche. Con desparpajo, mucha gesticulación y un total de cero palabras en inglés logró que el equipo noruego le regalara un bote. «Quería algo, lo que fuera, para mi nieto Ibai, de siete años. ¡Qué ilusión le va a hacer! Sale mucho con la bici con su padre Gorka», decía al marchar llena de júbilo. De esa forma, abrió la veda para que el resto de aficionados allí presentes, la mayoría en bici, reclamaran su botellín del Uno X.
Una vez logrado, otra vez en marcha. En Uleta se alojan el DSM y el Total Energies de Sagan. Es la última temporada en activo del triple campeón del mundo, que pese a los malos resultados aún mantiene el tirón entre la parroquia ciclista, que ansiaba su llegada ya casi nocturna a Vitoria. Patxi, con un chubasquero del Alavés, le valía con la presencia de las bicis. «Al ciclismo le distingue que puedes pagar 12.000 euros y sentirte como ellos. Pero no puedes tener un coche de Fórmula 1 o jugar en los campos de Primera», decía embelesado.
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