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Miércoles, 29 de junio 2022, 01:41
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El Tour de 2002 comenzó en Luxemburgo. Al llegar a la sala de prensa, los periodistas recibieron un montón de panfletos turísticos y algún obsequio como recuerdo. La mayoría acabaron en la basura. Hasta que alguien se dio cuenta de que entre esos regalos había una colección con todas la monedas de euro (de 2, de 1, de medio euro...) que habían entrado en circulación en enero de ese año. En cuanto corrió la voz hubo asalto a las papeleras. En el rico Gran Ducado regalaron dinero de verdad para celebrar que la Grande Boucle partía desde allí. Fue el cuarto triunfo de Lance Armstrong, que luego acabó descalificado por dopaje. Y fue, también, el Tour de los alaveses, de Joseba Beloki, segundo al final, y de su compañero en el equipo Once Igor González de Galdeano, quinto y maillot amarillo durante una semana.
Aquella experiencia como líder le sirve hoy a Galdeano en su desempeño como CEO de la consultora Kirolife, un puente entre el deporte y la empresa. Ha escrito el libro 'Pedaleando hacia el éxito', donde traslada lo vivido en el ciclismo al mundo laboral. Y uno de los capítulos es sobre el Tour 2002. Antes de ir a aquella edición de la ronda gala, se preparó en el Midi Libre, una vuelta breve francesa. El alavés ganó la contrarreloj inicial con 12 segundos sobre Armstrong.
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El estadounidense, que ya tenía tres ediciones del Tour en su palmarés, lo tomó como una afrenta. Así lo recuerda Galdeano: «Éramos el equipo al que temía. Jugaba con el factor psicológico y seguramente pensaba que si triunfaba en el Midi Libre antes de comenzar el Tour nos sometería mentalmente». Días después, el vitoriano atacó a Armstrong en una subida. La reacción el estadounidense le dejó helado: «¡Cabrón! No vais a conseguir nada». Galdeano descubrió la peor cara de su rival. «No daba crédito. Cuanto más lo repetía, yo más apretaba y él más me increpaba. Esa forma de actuar era indigna. Había perdido su deportividad». El tejano ganó aquel Midi Libre y se negó a compartir el podio con el segundo y el tercero, Galdeano y Azevedo, los dos del equipo Once.
Con esa guerra abierta y sin Jan Ullrich, baja, arrancó el Tour de 2002 desde Luxemburgo en aquella Unión Europea que comenzaba a mover euros. El Once acudió con dos bazas, Beloki y Galdeano. Ganaron la contrarreloj por escuadras y Galdeano se puso el maillot amarillo. «Recuerdo el momento de subir al podio. Con el equipo que me había aupado a alcanzar mi fantasía. Sientes un inmenso orgullo. Lo soñado de niño. Era el resultado del trabajo en equipo en mayúsculas», recuerda. Mantiene fresca la sensación, el cosquilleo, de aquel momento. La megafonía tronando: «Nouveau maillot jaune? ¡¡¡Igor González de Galdeano!!!». Abrumado, reconoce que no fue capaz de disfrutar del todo.
Aquella primera noche el maillot amarillo durmió entre las camas de Igor y de su hermano Álvaro. El liderato les duró siete etapas. Armstrong, siempre al acecho, destronó al alavés en La Mongie. Antes, Galdeano convivió con un peso mental añadido. Manolo Saiz, responsable del Once, había elegido seguir a Beloki en una contrarreloj pese a que él era aún el líder del Tour. «Me costó mucho asumir su decisión».
Con Armstrong ya al mando, la ronda gala llegó a la etapa del Mont Ventoux. Templo. Beloki era el segundo en la clasificación general y Galdeano, el tercero. La afición y la prensa reclamaban ataques. ¿Atacar a Armstrong? Parecía un misión imposible. En una entrevista en 'El pinganillo', Beloki reconoce que «nunca» tuvo la opción de batir al estadounidense pese «a tener el mejor equipo del Tour». «En el mano a mano era imposible», confiesa. Aun así, lo intentó en el Ventoux para sorpresa de Galdeano.
A diez kilómetros de la cima, Saiz dio la orden: «¡Beloki, ataca!». Galdeano se arrimó a su compañero y le calmó. «¡Quieto!». La voz de Saiz, cabreado, insistió: «¡Beloki, mecagüen la pu... he dicho que ataques!». Armstrong, según cuenta Galdeano, tenía todo bajo control. Beloki obedeció y demarró dos veces. Casi revienta. Armstrong le pasó por encima. «Casi me quita las pegatinas», rebobina Beloki. «Fue para mí uno de los momentos más difíciles». Los dos alaveses cedieron. A punto de perderlo todo.
Galdeano se enfrento a Saiz en la meta. «¡Es de las peores tácticas que he visto en mi vida!», le soltó. Saiz le prohibió dar entrevistas. Un día después todo cicatrizó con un abrazo. El Once era una familia, pero ni así pudo con Armstrong, un rival que trituraba físicamente y acosaba psicológicamente a sus supuestos enemigos. Beloki veía así al estadounidense: «Me estaba enfrentando a un tío que era mejor que yo en todos los terrenos». De aquel Tour que estrenó el euro se llevó la medalla de plata y Galdeano, una colección de maillots amarillos y experiencias que ahora aplica en el mundo empresarial.
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