La injusta transición

Por supuesto que nada más lejos de la realidad. Una etiqueta que odio y que nunca utilizaré y que de hacerlo alguien en alguna conversación en la que estoy presente intentaré que se aclare o que se rectifique. Todos los días no pueden ser fiesta, y para ser justos deberíamos analizar cada una de las etapas dentro de una visión global del reto, en este caso el Tour 2023.

Todos, yo el primero, estamos más que satisfechos con el desarrollo y desenlace de las tres primeras etapas. Sentimentalismos al margen, es de recibo valorar la dificultad a la que se ha sometido el gran grupo. Un inicio complicado y nervioso donde no solo hemos tenido en juego las victorias de etapas sino también la siembra por el amarillo. Tras días de mucha exigencia física y psicológica donde cada metro ha contado, se pasó al orden controlado. Desde que el recorrido del Tour del 2023 se presentó allá por el mes de octubre identificamos una edición marcada por una intensidad extrema de salida y una llegada rápida a los Pirineos. En algún artículo me atreví a decir que los Pirineos comenzaban en Bilbao, lógicamente refiriéndome a guión de carrera, que nadie piense que me salté alguna clase de geografía.

Lo de ayer camino de Nogaro era un secreto a voces. 21 etapas son muchas y el cuerpo necesita dosificar. Sé que para muchos seguidores la supuesta bajada de brazos no está justificada. Cuarta etapa, llana, 'fácil'... ¿Y lo que viene?

Si lo miramos por la parte técnica observamos que esta edición los hombres rápidos no tienen muchas oportunidades, por lo que no hay que escatimar en el intento. Cierto que hablamos de una etapa en absoluto complicada y a priori sin problemas de viento, por lo que el control de las escuadras de los hombres rápidos no iban a tener dificultad en tirar una fuga de dos, Cosnefroy y Delaplace, un caramelito para la gran bola.

Jornada de control e intensidad máxima en su parte final. Los hombres rápidos en busca de productividad y los de la general junto a sus equipos recuperando lo máximo pensando en el día de hoy. Quinta etapa y llega la montaña. Si echamos la vista atrás y analizamos lo acontecido, vemos como tanto Pike como Jaizkibel ya nos dejó en cabeza a los dos máximos favoritos. ¿Qué quiere decir? Pues que desde el banderazo de salida ya tenemos un dúo por encima del resto. Algo maravilloso para la carrera, sobre todo si recordamos lo ocurrido en 2022, pero que hace que desde ya mismo el grupo de aspirantes tenga la calculadora en marcha.

Hace unas semanas Sean Kelly, exciclista y actual comentarista de Eurosport, nos hablaba de Gaudu como el outsider a tener en cuenta. Es un Tour con mucha montaña, y por qué no. La lucha por el podio comenzó hace mucho, por lo que la última semana se puede hacer muy pero que muy larga. Hoy Soudet y Marie Blanque, este último a tan solo 18 kilómetros de meta. Si se repite el final del 2020 ya me conformo. Marie Blanque no es un puerto muy complicado para un profesional, pero el secreto está en la velocidad a la que se asciende. En 2020 vimos a Pogacar y Roglic en plena acción con susto añadido al paso por el premio de montaña. Recordaréis el despiste del de UAE haciendo el afilador a su compatriota. Por una tontería se puede perder una carrera. Esto de que no es un puerto complicado lo digo con todo el respeto del mundo. Posiblemente alguno de vosotros durante la pasada Quebrantahuesos tuvo más de una pesadilla por esa zona. Valoremos que un ciclista profesional es profesional porque tiene condición para ello.

El ciclista y el ciclismo es así, nos guste o no. Como seguidor hay ciertas cosas que admito que son difíciles de entender, pero si se desarrollan así entiendan que será por algo. Les prometo que todo apunta a que vamos a tener un Tour sensacional y que este tipo de etapas como la de ayer son necesarias para un balance global positivo.