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La mala suerte se ha pegado como un chicle a la suela de Mikel Landa. Hace medio año, cuando estaba a punto para asaltar el Tour, patinó sobre una alcantarilla de Roubaix y se dañó una vértebra. Arrastró esa carga el resto de la ronda gala y llegó séptimo a París con la sensacón de haber perdido una gran oportunidad. Y una semana después de pasear por los Campos Elíseos, se cayó en la Clásica de San Sebastián. Golpe sobre golpe. Costilla rota. Otra vértebra astillada. Fin de temporada. A pensar en la siguiente, en la que ayer arrancó en la Challenge de Mallorca. Otro año. La misma mirada de un tuerto. Landa se vio involucrado en una montonera a 15 kilómetros de la meta situada en el alto de San Salvador y se fue al suelo cuando el pelotón volaba. Lo notó enseguida. «Es la clavícula. Está rota», dijo abatido. La clavícula derecha. Hoy vuelve a casa, a ser intervenido de inmediato, cuanto antes. En una semana quiere estar ya sobre el rodillo, pedaleando para dejar atrás de una vez este persistente infortunio que se ha pegado a su rueda.
El Trofeo Ses Salines, con meta en un pueto de segunda que pone el horizonte a Felanitx, el pueblo de Gillermo Timoner, daba el banderazo de salida al calendario ciclista español. Día de estreno de maillots. Y debut de estrellas como Alejandro Valverde y Mikel Landa, dos de los candidatos a ganar esta carrera. Hubo fuga, en la que se metió Antonio Soto, de la Fundación Euskadi. Tuvo premio: se llevó las metas volantes. La subida final eligió al ganador, el conquense Jesús Herrada (Cofidis), por delante de Guillaume Martin, Bauke Mollema, Valverde, Wellens y el joven colombiano de la Fundación Euskadi Sergio Higuita, todo un descubrimiento. El vizcaíno Jonathan Lastra (Caja Rural) estuvo también con los mejores, decimosegundo. En esa lista faltaban los de la caída. Un buen puñado.
De vuelta a casa, para comenzar la recuperación. Gracias por vuestros ánimos. Nos vemos pronto 💪 pic.twitter.com/85rM2iqUbu
— Landa Meana (@MikelLandaMeana) February 1, 2019
Mikel Bizkarra (Euskadi-Murias) era uno de los afectados. Relató la secuencia: «Íbamos a mucha velocidad, en una recta hacia abajo. Han empezado a caerse delante, he frenado y me han arrollado por detrás». Al subirse en la bicicleta notó un pinchazo en la muñeca. Malo. La revisión posterior en el hospital no detectó fracturas ni en el escafoides ni en el radio. «Pero habrá que volver a mirar». Por el centro sanitario también pasó Landa. Su parte médico fue peor: rotura de clavícula derecha. Lo que ya había adelantado el propio corredor alavés. Conoce ese dolor. No es la primera vez que se parte el hueso del que cuelga el hombro. Ya ha subido a pie al Gorbea con el brazo en cabestrillo víctima de caídas anteriores.
Tras el impacto, Landa estaba medio mareado. Por un momento, saltaron las alarmas. El corredor tranquilizó al decir que la espalda -dañada en el pasado Tour- estaba intacta. La fractura era de clavícula. Tenía, además, otro dolor, anímico. Tras un invierno perfecto que le ha permitido cubrir al milímetro el plan de entrenamiento, se encontraba en plena forma. Como nunca a estas alturas. Tan bien que incluso se veía para disputar esta jornada de la Challenge. Los datos de los entrenamientos le avalaban. No pudo comprobarlo. Volvió a tropezar en la mala suerte. Esto trastoca su calendario. Regresa a casa. No competirá más en Mallorca y ya no podrá disputar la Vuelta a Andalucía (20-24 febrero). Tiene un consuelo: el Giro, su primer gran objetivo del año, queda lejos, en mayo. Para ganarlo, antes tendrá que esquivar a esta insistente mala suerte.
Fractura de clavícula derecha para @MikelLandaMeana tras su caída este jueves en la #ChallengeMallorca. Habrá de ser operado ➡️ https://t.co/uxARxjQSBx
— Movistar Team (@Movistar_Team) January 31, 2019
Collarbone fracture for Mikel Landa after @ChallengeMca crash; surgery required 👉 https://t.co/y3jeDsBsas
📸 @PhotoGomezSport pic.twitter.com/nkf9Ue3QW8
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