El Giro llega a Italia para resolver dudas
Tras tres días en Albania, la carrera afronta una semana donde todo está por decidir y con los favoritos optando por un perfil bajo
A mediodía del lunes el Giro salió definitivamente de Albania. A esa hora partieron los dos vuelos chárter desde el aeropuerto de Tirana rumbo a ... Brindisi; por la noche del domingo zarparon tres barcos con destino Bari y Brindisi. Fueron tres días de carrera en los que Pedersen se vistió dos veces de rosa, con Primoz Roglic sacando la patita por medio, y se clausuran con el éxodo de 955 personas, 225 coches, 190 furgonetas y camiones, 25 autobuses y cuatro ambulancias que forman parte de la comitiva rodante de la carrera que ya descansa en la península itálica.
«Lo llamaría más un día de viaje que un día de descanso, es muy estresante, más que muchas etapas», explicaba Nico Denz, compañero de Roglic en el Bora. El autobús recogió a los ciclistas frente al hotel a las 7.30 horas, y luego emprendieron un viaje de 180 minutos hasta el aeropuerto. Mas tarde, un vuelo de dos horas a Brindisi, y al aterrizar, un trayecto corto en autobús hasta el hotel, donde los ciclistas llegaron alrededor de las 14.30 horas.
Con Roglic como el favorito mejor situado y Juan Ayuso a 16 segundos, todo está por resolver en una pugna que comienza con la primera semana completa de carrera, y los ciclistas que deberán luchar por el triunfo final mantienen un perfil bajo. Ni exhibiciones, ni salidas de tono y ni siquiera declaraciones más allá de lo que comentan los responsables de sus equipos, como Fabio Baldato, el director deportivo del UAE, que alude a su pupilo, Juan Ayuso: «Quizá esperaba hacer una crono mejor, pero estaba un poco influido por esa caída del primer día y pierdes confianza en carreteras que no son seguras y están muy resbaladizas. No es lo mismo. Y es mejor prevenir que curar», apunta, mientras Joxean Fernández Matxin circula por la misma vía: «Teníamos dentro de la previsión que Ayuso estaría un poquito mejor, pero también es cierto que, después de la caída de ayer, tampoco tenía un 'feeling' perfecto, con lo cual, es buena crono. No es excepcional, pero fue una muy buena crono», decía.
Tres tarjetas amarillas
Mantienen todas las puertas abiertas, en su equipo y en los demás. Todavía no ha llegado la fatiga y las clasificaciones permiten pensar en cualquier objetivo, aunque haya ciclistas que deben andar con cuidado, porque desde la implantación oficial de las tarjetas amarillas virtuales, algunos están ya con la espada de Damocles encima. Es el caso de Francesco Busatto, Martin Marcellusi y Darren Rafferty. Los tres han recibido una tarjeta durante las primera tres etapas, y la siguiente se castiga con la expulsión del Giro y siete días de sanción sin poder correr. Con las cámaras que despliega la organización y cuyas imágenes reciben los comisarios de la UCI en una furgoneta repleta de pantallas, se desmenuzan todas las acciones de una etapa, y en especial, las de las llegadas.
Así cazaron en la primera etapa a Bussato por dar un codazo y un cabezazo a un rival en el sprint, y en la tercera a Marcellusi, acusado de maniobra temeraria en la llegada. Para Rafferty, la amarilla viene por lanzar un bidón con violencia, que al rebotar volvió a la calzada.
Hay advertencias de diversas graduaciones, como la que recibió Pello Bilbao en la tercera etapa por «tomar una postura incorrecta sobre la bicicleta, que podía llegar a ser peligrosa para el grupo». Sin embargo, fue algo así como una amonestación verbal en el fútbol. No llegó a amarilla.
La UCI vigila y recauda del primer día al último del Giro, que en la cuarta etapa discurrirá entre Alberobello, en la provincia de Bari, y Lecce, una jornada larga, de 189 kilómetros, pero sin dificultades montañosas. Pedersen tendrá otra oportunidad más.
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