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El Euskaltel ganó la clasificación por equipos de la Vuelta a Epaña en 2013. AFP
El fin del Euskaltel - Euskadi

El fin del Euskaltel - Euskadi

Han pasado cinco años desde que se anunciara la desaparición del equipo ciclista vasco. Algunos corredores, mecánicos y auxiliares que estaban en la escuadra en aquella época relatan a EL CORREO cómo vivieron el desenlace de un proyecto de casi dos décadas de historia

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Domingo, 9 de diciembre 2018

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El equipo Euskaltel-Euskadi era como un barco a punto de hundirse en 2013. Lleno de agujeros tapados con parches y con todas las probabilidades de acabar en el fondo del mar. Las instituciones públicas, salvo la Diputación de Álava –que aportaba 80.000 euros-, habían saltado de la nave. Sin patrocinadores para sostener este proyecto, quedaba a la deriva. La empresa de telefonía tapó ese agujero de los organismos públicos con 3,5 millones de euros, y aportó otros 3,5 para no quedar sumergido antes de llegar a fin de año. Los ciclistas, auxiliares y técnicos se quedarían en la calle. En total 52 personas. Ese mismo año, Euskaltel había roto relaciones con la Fundación Euskadi de Miguel Madariaga y se había comprometido a mantener al equipo cuatro años en el World Tour. Sin embargo, todo acabó en una sola temporada.

El Euskaltel acudía a las carreras consciente de que el sueño naranja se terminaba. Hasta que llegó Fernando Alonso. En plena Vuelta a España, con el equipo en la novena etapa, el piloto aparecía como un salvador. Su sueño era tener un equipo ciclista, así que compraría la estructura vasca. Había un principio de acuerdo entre la empresa de telefonía y los asesores del asturiano, que se mostró dispuesto a avalar la escuadra naranja con 17 millones de su bolsillo. Sin embargo, esa euforia duró poco. Unos días después de concluir la ronda española, ambas partes se echaron los trastos a la cabeza y todo quedó en un espejismo. Del entusiasmo a la decepción. El entorno del piloto rompió el precontrato con Euskaltel tras dejar entrever que la contabilidad del equipo no era tan clara como creían. Además, tampoco les entusiasmaba la idea de que la nueva formación debía asumir los contratos de toda la plantilla, incluidos los técnicos y auxiliares. Euskaltel, por su parte, aseguró que sus cuentas no tenían nada oculto y que la continuidad de auxiliares y técnicos en el equipo de Alonso no era una condición.

El flotador que habría salvado al equipo desapareció. Algunos de los ciclistas, auxiliares y técnicos que vivieron esos momentos hace cinco años relatan a EL CORREO cómo fue ese final. El ahora retirado Igor Antón recuerda muy bien todo lo que pasó: «Vivimos momentos de incertidumbre desde el Tour». El ciclista de Galdakao, que rechazó algunas ofertas por quedarse en el «ilusionante» nuevo proyecto -explica-, se quedó «en bragas» al no tener casi tiempo para firmar por otro equipo. Como él, Pello Bilbao, actual corredor de Astana, que se vio por momentos «fuera del ciclismo». El de Gernika no se quería bajar de una bicicleta. Tenía claro que «pelearía lo que hiciera falta» para seguir en este deporte. Recaló en el Caja Rural, «un paso atrás se podía pensar al principio» -relata- pero que le dio la oportunidad de brillar y volver a lo más alto después.

A Igor Antón se le hizo extraño que Euskaltel llegara a su fin. Sobre todo, tras el momento dulce que pudo vivir en la Vuelta, en el pódium de la Castellana junto a sus compañeros como mejor equipo de la ronda. «Fue una sensación rara», apunta el de Galdakao. «Dejábamos el pabellón alto y a la vez éramos conscientes de que estábamos a punto de desaparecer. Fue frustrante», continúa. Ese día sería el último que vistiera de naranja. Pello Bilbao, por su parte, «no esperaba que un proyecto con tanta tradición y que arrastraba tanta gente pudiera desaparecer». El ahora corredor de Astana siempre pensaba que «en caso de fallar algo, alguien cogería el testigo del equipo».

Aparte de los ciclistas, auxiliares y técnicos también se vieron afectados por el fin del Euskaltel. Uno de ellos fue Tomás Amézaga, actual mecánico de Movistar y uno de los siete que tenía en nómina el equipo vasco. En su memoria queda bien grabado todo lo que sucedió. Hasta las fechas exactas. «Fue el uno de septiembre, en Jaén, vaya subidón nos dio cuando anunciaron que lo cogía Alonso», remarca. Sin embargo, la noticia de que todo quedaba en agua de borrajas fue peor, «un bajonazo impresionante». Euskaltel era una gran familia. Los integrantes que lo formaban estaban muy unidos y, por ello, los sentimientos eran compartidos. A Amézaga le ocurre como a Antón cuando vuelve al pódium en Madrid. «Fue una situación para no olvidar. Esa foto todos juntos la tenemos puesta en un sitio importante», desliza con nostalgia. Y es que a pesar de que el equipo ya no existe como tal, el grupo aún permanece unido. Tanto es así que tienen por costumbre reunirse una vez al año. En la pasada Vuelta a España se llegaron a juntar diecisiete personas que habían formado parte del Eusktaltel y la Fundación Euskadi.

Los ciclistas de Euskaltel que participaron en el Tour de 2013.
Los ciclistas de Euskaltel que participaron en el Tour de 2013. FERNANDO GÓMEZ

Cerca de los ciclistas estaba Jesús Aizkorbe, jefe de prensa del equipo en aquella época. Él describe «una sensación rara», ya que, al igual que Pello Bilbao, veía que el proyecto de Euskaltel «no tenía fecha de caducidad, movía una masa social importante, ofrecía la oportunidad a muchos ciclistas a dar el salto a profesionales… pero, sin embargo, se acababa». Aizkorbe sintió el mismo bajón que su compañero Amézaga tras los rumores y el posterior desmentido de que Alonso adquiriría el equipo. «Fueron meses de muchos toboganes, con buenas noticias y, acto seguido, las malas», explica el responsable de comunicación.

Cambio de filosofía

La ruptura entre Euskaltel y la Fundación Euskadi –presidida por Miguel Madariaga- supuso un cambio en las riendas del equipo. El mánager general fue Igor González de Galdeano, que tuvo que gestionar el buque naranja teniendo en cuenta las nuevas exigencias del UCI World Tour. Entre las obligaciones se requería un número mínimo de puntos UCI –que poseen los ciclistas en función de su rendimiento a lo largo de la temporada- para que la escuadra tuviera el visto bueno para estar entre los mejores del pelotón. De no hacerlo, habría bajado de categoría. Ese cambio obligó a modificar la filosofía del conjunto vasco y fichar corredores extranjeros o no formados en la cantera. Una postura que no gustó a muchos. Incluso hubo varios exciclistas de la formación naranja que criticaron la nueva gestión deportiva a través de un comunicado. «Me tocó a mí romper con la tradición y por ello me llevé los palos», explica Galdeano.

El equipo firmó contratos con corredores de Marruecos, Grecia, Eslovenia, Portugal, Alemania y Rusia. «Esa transformación fue necesaria», subraya el que fuera director deportivo, Gorka Gerrikagoitia. «La gestión, y no el hecho de cambiar de filosofía para lograr que el equipo se mantuviera en el UCI World Tour, fue buenísima al conseguir fichar ciclistas con tan poco dinero», dice. Sin embargo, no apreció otros cambios que le hicieran pensar en la consolidación del proyecto Euskaltel. «Seguimos igual que siempre, con los mismos coches, que en principio íbamos a cambiar; no hubo una implicación total de la empresa para darle un giro a todo», sostiene.

Con el buque naranja sin un rumbo claro, Gerrikagoitia, que estaba al tanto a través de Galdeano de las últimas novedades, «veía la desaparición cada día más clara«, indica. »Tenía una intuición. El rumor de que Alonso cogía el equipo me hizo ilusión, pero no me lo llegué a creer. Además, el día que no se presentó cuando la Vuelta pasaba por Oviedo lo tuve claro: esto no es posible». El mánager general, que deja claro que no estuvo en las negociaciones con los agentes del piloto asturiano, afirma que ese tira y afloja y las acusaciones encontradas, «crearon una gran incertidumbre y mal rollo porque fue un palo para todos». «Después dijeron que crearían un equipo y todavía lo estoy esperando», zanja Galdeano.

Hace cinco años el maillot más longevo del pelotón internacional dejó de recorrer las carreteras de todo el mundo. La afición vasca se quedó sin equipo después de dos décadas apoyando a sus ídolos desde las cunetas. La marea naranja se disolvió, igual que el barco del mismo color se hundió.

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