Un conductor de tranvía de Bilbao de 36 años debuta en el ciclismo profesional
Mikel Ugarte se estrenará el sábado en la élite del ciclismo en el Gran Premio Miguel Induráin de Estella
Algunas frases pesan como condenas, como esa que dice que hay trenes que solo pasan una vez en la vida. Pero esa sentencia no ... cita para nada a los tranvías. Ni habla del lujo de tener una segunda oportunidad cuando ya no se espera.
Con 14 años, Mikel Ugarte, bilbaíno con una infancia que creció por Gamiz-Fika, le dio la tabarra a su padre para que le dejara correr en bicicleta. Pedro Mari, que había sido ciclista profesional en el Licor Karpy, torció el gesto. No quería para su hijo esa vida ambulante, tan sufrida y, a veces, tan desagradecida. El crío insistió. Y llegó a codearse con Igor Antón, Amets Txurruka, Aitor Hernández y Julen Zubero en la categoría sub'23. Hasta que en su ánimo se apagó la luz. De repente se sintió en un sueño ajeno. En realidad, no quería asumir los sacrificios que conllevaba dedicar la vida al ciclismo. Lo dejó. Del todo. Su profesión hoy es la de conductor del tranvía de Bilbao. Tiene 36 años. Mañana le toca el turno de día, de 6.30 a 14.30 horas. A vueltas con el tren urbano entre La Casilla y Atxuri. Por la tarde se desplazará a Estella. El sábado debuta como ciclista profesional en el Gran Premio Miguel Induráin 2019, frente a Landa, Quintana, Albasini, Fraile, Pello Bilbao... El tranvía del ciclismo pasa por segunda vez por su biografía. Eso sí, si el domingo no le cambia el turno algún compañero, volverá a guiar el vagón.
Cuando se tira de un hilo así seguro que sale una buena historia. Mikel Ugarte creció entre las aulas de los Escolapios y la tienda de bicicletas de su padre en la Alameda Recalde, Bilbo Bici. Gracias a su insistencia en casa, sacó su primera licencia como cadete. Y debutó en una carrera en Abadiño. «A mi padre no le gustó mucho la idea. Recuerdo que al llegar a la salida me llevó hasta el coche-escoba (el que recoge a los retirados) para que supiera a dónde tenía que subirme», cuenta el ciclista bilbaíno vestido con el maillot de su actual equipo, el Guerciotti Kiwi Atlántico, una escuadra profesional de segunda división con sede en Galicia y patrocinador principal italiano.
Con 20 años dijo adiós al ciclismo y fue policía municipal antes de sacar plaza en el tranvía
«El caso es que en aquel debut acabé el quinto. Y porque dejé de esprintrar. Ganó Aitor Hernández (luego profesional con el Euskaltel-Euskadi)». Los sueños no pagan billete de avión. Gratis total. En categoría juvenil despuntaba. Como se veía con los mejores, apostó por el ciclismo. Su padre también se implicó y montó un equipo sub'23, el Bilbo Bici Leioa Motor. «No nos faltaba de nada», comenta Mikel Ugarte. La primera temporada como amateur rodó bien. «Estuve en el top 10 en algunas carreras». Todo marchaba. Notaba que empezaban a crecerle las alas para volar aún más alto... cuando algo se le apagó por dentro. «Sentí que, en realidad, el sueño de ser ciclista profesional no era el mío, sino el de los que me rodeaban. Yo quería serlo por no defraudarles», confiesa.
Hizo sus cuentas. Le quedaban dos o tres años como amateur. Tiempo de esfuerzo y privaciones. «Y si pasaba al campo profesional, tampoco era seguro que aguantara mucho tiempo. No me veía con tanto motor». El sueño infantil se le cayó de las manos. Se rompió en pedazos. «Renuncié a él. Elegí disfrutar de otras cosas, de los viajes, de la playa, de las cenas con los amigos, de las juergas...». Metió sus veinte años noche adentro. Le puso un cepo a la bicicleta. Adiós. Enfocó su brújula hacia otro destino. Empezó a trabajar en un gimnasio como monitor de 'spinning' y de culturismo. «No veía ni carreras por la tele. Ni seguía la actualidad ciclista. No me interesaba lo más mínimo». Página cerrada.
A esa edad uno empieza a toparse con la realidad. Hay que ganarse el pan. Con estudios de Magisterio, comenzó a opositar. Trató de ser bombero. Sacó plaza de policía municipal en Elgoibar. Pasó dos años patrullando. Y ya parecía que aquella era su meta final cuando se enteró de que se podía optar a unas plazas de conductor del tranvía de Vitoria. Así que decidió hacer escala en la capital alavesa. Obtuvo la plaza y en 2009 ya circulaba por esas calles. Un trabajador más. Buen puesto. Un sueldo fijo. Pero allí, carambolas del azar, coincidió en los turnos del tranvía con exciclistas como Gorka Arrizabalaga y Joseba Santamaría, que soplaron las brasas del viejo sueño. Empezó a salir humo. Señales. La bicicleta despertó. «Volví a andar algo, más que nada por salud», apunta. Y se enganchó.
«Lo dejé porque quería ser ciclista para no defraudar a los demás. Ahora, en cambio, lo disfruto»
«¿A que no llegas a meta?»
La siguiente estación, volver a competir, vino con una pregunta, con una de esas apuestas de bar. «Estábamos hablando de ciclismo, de lo bien que me veía en bici, cuando Jontxu, un amigo auxiliar en el equipo Baqué, me retó. ¿A que no acabas la carrera amateur de Astillero?». Que era en marzo, al inicio de la temporada. «Me entrené tres meses y fui. Pero pinché a falta de dos vueltas y no pude terminarla. Me quedé con mal sabor de boca». Rumió la derrota. «Aquello no podía quedar así. No me valen las excusas». Por eso volvió al año siguiente a la misma carrera cántabra. «Y la terminé en el puesto 18». Corrió por libre, sin equipo. Por narices.
Mientras retomaba su vida ciclista, pidió el traslado al tranvía de Bilbao. A casa. Cuando tiene turno de tarde puede entrenarse por la mañana. Es uno más en la 'grupetta' de Omar Fraile, Pello Bilbao, Jonathan Lastra y Gotzon Udondo, todos profesionales. Si le toca el turno matinal, se pelea con la oscuridad. «Llevo la comida al trabajo en un táper. Y como se me hace de noche, voy con luces en la bici y un chaleco reflectante. Suelo volver a Bilbao por la carretera de la ría, que está más iluminada». Así se hizo un hueco en el pelotón amateur, en el equipo Telcom. A modo de 'hobby'. Su objetivo era solo «disfrutar».
Sin saberlo le quedaba otra carambola. En 2017 le llamó el equipo gallego Autronic, dirigido por Enrique Salgueiro. Buscaba un ciclista serio y a tiempo parcial. Para correr algunas vueltas. Eso le cuadraba a Mikel con su calendario laboral en Bilbao. «Cambio turnos de vacaciones con los compañeros del tranvía para ir a correr». Salgueiro es ahora director del Guerciotti Kiwi Atlántico. Le conoce bien y, como la escuadra ha tenido un par de bajas, ha vuelto a reclamar al corredor bilbaíno, que acaba de sacar su primera licencia profesional con 36 años. «Desde luego, ni imaginaba algo así». Hace cinco meses nació su primera hija, Lea. Tiene trabajo de sobra. Entrenarse se lleva hasta la última gota de su tiempo libre... Ya. Pero este tranvía con tubulares pasa de nuevo el sábado por las carreteras del Gran Premio Miguel Induráin. Yesta vez Mikel Ugarte se sube.
Su ficha personal
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Datos. Mikel Ugarte nació en Bilbao. Tiene 36 años.
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Trayectoria ciclista. Corrió en el Bilbo Bici juvenil. Y como amateur en el Telcom y el Autronic. Debuta como profesional este sábado con el equipo continental Guerciotti Kiwi Atlántico.
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Calendario 2019. Después del G. P. Induráin, correrá la Klasika Primavera, las vueltas a Asturias y Madrid, y la Ronde de l'Oise.
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