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Una victoria trabajada en el barro y con susto incluido. Aitor Hernández se ha coronado este sábado por tercera vez en el Trofeo San Andrés ... de Ametzaga Zuia. Las dos primeras vueltas al circuito ya anticipaban quienes iban a formar el podio, con Dario Silvestre e Igor Iriarte completando este grupo escapado. La incertidumbre era saber el orden. Y todo se ha despejado en el ecuador de la prueba, al comienzo de la tercera vuelta. Ninguno de los dos ha conseguido reaccionar al cambio de ritmo realizado por Ermuatarra, un todoterreno que ha abierto brecha en el cambio de asfalto a campo para volar ya en solitario hacia la línea de meta.
Prácticamente sin tiempo para saborear el triunfo, Hernández se ha dirigido al boxes para limpiar la bici. «Como no limpies la bici ahora, no lo consigues ni lavándola 40 veces», bromeaba el flamante ganador, al que incluso le hubiese gustado tener que esforzarse más para limpiar la huella de la victoria. «Un poco más de barro no hubiese estado mal, así hubiese sido más fácil intentar abrir diferencia», argumentaba. Aunque su principal enemigo fue otro. «En una de las bajadas había unas piedritas en el suelo que por el lodo no se conseguían ver y he estado a punto de pinchar», confesaba, sobre ese lance que le hubiese eliminado de la ecuación.
Cerca de tres kilómetros y una hora de ciclocross intenso, sobre un circuito (campas de Larrabe) que este año se ha caracterizado por ser más compacto y vistoso. Sobre plano, los organizadores de la prueba, que cuenta con el apoyo de EL CORREO, destacaron que los ciclistas no tendrían que bajarse de sus bicis para coronar cada uno de los repechos. Pero sí que les iba a obligar a exprimirse, con curvas que sientan como muros y que obligan a tener que arrancar casi desde cero. Si bajaban la vista veían una vía escarbada por las ruedas; salirse de ella era una aventura y seguir los pasos del resto, una moneda al aire. Sobre todo en los descensos. Como ese 'tobogan' conformado por 3 desniveles que ha llevado a algunos a liberarse de las calas para avanzar con paso firme. Al volver a 'anclarse' les esperaba una curva que ha escupido a más de uno, aunque sin caídas.
Maier Olano, en categoría femenina
El circuito enfrentó a los corredores a todo un trampantojo. Porque en esta ocasión ni la lluvia ni la nieve se han invitado a la cita, esos dos condicionantes que convierten en campo no solo en un barrizal, sino prácticamente en unas arenas movedizas que les atrapan a su paso. Así que con el cielo despejado, la máxima preocupación debería ser no flaquear. O eso podrían pensar. El viento y unos gélidos 12 grados obligó a los participantes a calentar rápido sus motores. «Al principio he salido frío», reconocía Hernández. Lo que faltaba era precisamente tiempo para entonarse. Prácticamente tras tomar la salida se han enfrentado al primer repecho. Y de ahí, todo para arriba.
Un circuito adrenalínico que, pese al esfuerzo, disfrutaron y aprobaron los participantes. «Me ha gustado mucho el trazado. Sin la presencia de lluvia, teníamos el barro justo», ha comentado Maier Olano, campeona en la categoría femenina. «Me gustan los circuitos duros, me van bien. Por ejemplo, ese puerto del principio para intentar alejarme del resto», añadía la tolosarra de 17 años. Con los brazos en alto, paladeó el triunfo por delante de Mirari Gotxi y Nahia García. Cerca de 200 ciclistas han tomado la salida en las distintas categorías de la prueba, una consolidada en el circuito alavés.
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