Pablo Laso, nuevo rey de Copas
El Real Madrid barre al Unicaja y el vitoriano suma su sexto título copero, con el que supera a Aíto como el más laureado en la era ACB
No hubo color. Bueno, el blanco, que resulta de la superposición de todos los colores. Y posiblemente sea también la mejor metáfora de lo que ... ha logrado Pablo Laso. El Real Madrid es un bloque que domina todas las facetas del juego. Hace de todo y todo bien. Pura magia, incluidas las artes oscuras. Un sueño para los aficionados al buen baloncesto y una pesadilla para los rivales, que como el Unicaja ayer, no tienen más que rendirse a la evidencia y asumir la derrota.
Ya son 19 los títulos que ha logrado el entrenador vitoriano. Y no falta quien pone en duda su valía. Se dice pronto: 19 veces campeón, con 26 finales alcanzadas en los 35 trofeos en los que ha tomado parte desde que le entregaron la pizarra del conjunto madrileño. Su sexta Copa. Una más que Aíto García Reneses, hasta ayer el más laureado en la ACB en lides coperas. La séptima para el vitoriano sumando la lograda como base del Baskonia en 1995.
MVP para Campazzo
Y habrá mil teorías que expliquen sus éxitos. Que si tiene una nómina de jugadores impagable. Que si cuenta co un talento ofensivo extraordinario –17 de 38 anoche en triples–, una idea de juego colectivo al alcance de pocos –25 asistencias (13 de Campazzo que se llevó el MVP)– y el hecho diferencial de contar con un Tavares..., que arrancó flojo y encontró en Reyes el inesperado relevo que marcó las primeras diferencias en el Carpena.
Todo muy bien, pero el Madrid ayer ganó sencillamente porque defendió mejor. Mejor que mejor. Con una agresividad y un deseo que no declinaron ni cuando la final estaba ganada, que les llevó a convertir las ventajas de 21 puntos en el segundo (14-35) y tercer cuarto (36-57) en una paliza no recordada en una final, que llego a ser de 33 tantos (59-92) a dos minutos del cierre. Y eso, ese hambre, lo inocula Laso.
Fue la defensa y no la maldición del anfitrión la que privó al Unicaja de levantar la segunda Copa en su historia. Solo dos equipos han conseguido vencer en casa. El Zaragoza, en 1984 y el Baskonia, en 2002. Con un intervalo de 18 años, justo los que se cumplen ahora y que, será la cábala, hizo pensar a algunos que los de Casimiro tenían una cita con la historia. Hasta el nuevo orden, la narrativa está esposada a Laso y a su ejército bipolar: zapa atrás y francotiradores en ataque.
El arreón de Brizuela
No lo puso sencillo el Unicaja, que no dio el encuentro por perdido. No pudo, que es otra cosa. Nueve puntos consecutivos de Darío Brizuela, en el segundo cuarto, hicieron al preparador alavés pedir un tiempo muerto, ganando aún 23-35 porque no lo veía nada claro. Acababa de llegar el primer triple de los cajistas –uno de diez en la primera parte, cuatro al final del encuentro– y Laso reforzó los conceptos defensivos por si las moscas.
Le tocó a la mamba vasca echarse el equipo a las espaldas. Jaime Fernández, con problemas físicos, no regresó en toda la segunda parte. También lo intentó Josh Adams, valiéndose de su extraordinaria capacidad de salto. Al final, el físico no suple las ideas. Cuando se les agotaron a los andaluces el base estadounidense acabó por insistir en lanzarse uno contra uno contra Tavares, a ver quién llegaba má alto. Maniatados por la asfixiante presa de Campazzo, Rudy, Thompkins, Deck, Tavares o Carroll (partidazo para ir despidiéndose del respetable), el Unicaja se enredó en sus errores. Como el tenista superado en el peloteo que recurre, exhausto, a la dejada que siempre es demasiado larga, los locales pecaron de individualistas. Solo dieron once asistencias, siete de ellas en los minutos finales, cuando ya daba lo mismo.
Reyes y el rebote ofensivo
No hubo color. Porque el Madrid hacía blanco desde todas las posiciones y porque Pablo Laso vio claro que la movilidad de Reyes atrás y su querencia por el rebote ofensivo eran el movimiento que debía decantar la partida. Con un quinteto quizá menos habitual –Facu, Carroll, Deck, Randolph / Thompkins (que tanto monta) y Tavares–, el Madrid encontró un filón en el que el alto y bajo bailaban el tango del pick&roll en una baldosa de chotis y el resto, desde el extrarradio, convertían en tres puntos casi todo lo que les caía en las manos. Superlativo el Real Madrid, superlativo Pablo Laso, nuevo rey de Copas.
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