Cinco triples seguidos de LeBron encienden el pique con Lilliard

La polémica de siempre. Entregar un galardón individual, en un juego colectivo, y tener que optar por los números o la trascendencia. La NBA, empeñada en generar noticias, vuelve a encontrar un filón con el que generar tráfico. Piques absurdos, irreales y simulados entre sus deportistas. El último, que los aficionados agradecemos porque llevan a jugar mejor a los protagonistas, es el de LeBron James y Damian Lillard.

Las estrellas de los Lakers y los Trail Blazers son ajenos a todo. Ellos van a lo suyo, que es meterla, pero la necesaria designación de uno de ellos como el mejor de enero ha levantado ampollas. Sobre todo en Portland. Es más marketing que otra cosa.

La decisión de la liga, que podría parecer equivocada, se explica porque dos de las siete estratosféricas actuaciones del angelino (Lillard, que Bron es de Ohio) las realizó en los primeros días de febrero. De hecho, el base de ripcity es el mejor de las dos últimas semanas. La primera vez que se lleva el galardón de manera consecutiva.

Y no es para menos. Anoche bajó el pistón y 'solo' hizo 21 puntos y 9 asistencias en la derrota contra Denver, con un Jokic absolutamente imperial, en el primer encuentro tras el traspaso de Juancho Hernangómez a Minny. (Minnesota si todos tus amigos se llaman Cayetano).

Los días anteriores, lo de Lillard es de escándalo. Lo de Lillard siempre es de escándalo. No es que el balón naranja mute en mandarina para entrar siempre por el aro. Es que parece que lanza litchis. 293 puntos en seis partidos. Algo solo al alcance de Harden, Kobe Bryant y él. La muerte de la mamba lo golpeó, como a todos, y respondión con un partido de 50 puntos. y 13 asistencias. Luego firmó otro 51 y 12. Porque Lillard anota y pasa.

Promedia de largo más de 40 puntos y 10 asistencias por partido. Los Blazers son otros desde que se ha reencontrado -no empezó fino la temporada- y vuelven a ser candidatos a play off, a lo que haga falta, mientras Lillard vuelve a las conversaciones para ser MVP. Algo absurdo porque no puede ser otro que Giannis Antetokounmpo. Pero ese es otro debate.

Lo mejor de Lillard, de todos modos, no es el total de lo que hace. Es cómo lo consigue. Con porcentajes de otra dimensión. Con un 55% en tiros de tres puntos esta temporada. Con un rango de tiro absurdo. De medio campo, desde el logo, vamos, que es un paso más cerca, Damian mete el 50% de lo que lanza. Y ha tirado 20 veces. Sí, sin más. Nada de que se acabe la posesión.

Haciendo buena la vieja anécdota de Oscar Smith Becerra en Valladolid. El brasileño, solo en contraataque se para a ocho metros y la enchufa. El entrenador, de los nervios, le pregunta que c**o hace. Él responde. Si de aquí la meto para que voy a ir más lejos.

Claro que si Lilliard tiene argumentos para ganar cualquier juicio, los del Rey tampoco son malos. James juega bien siempre, es único y lo más determinante en una cancha, posiblemente, de la historia. Y luego hay veces que juega muy bien y otras, como cuando ganó el anillo en Cleveland y hace dos noches en el cuarto definitivo para aplastar a los Spurs que es extraterrestre. Al Elegido se le cruza el cavle y en un suspiro regala 15 puntos a su equipo con 5 triples consecutivos. Uno de tras de otro. Swoosh, swoosh. Sí, ya sé que consecutivos significa uno detrás de otro. Y fueron de todos los tipos. En bote saliendo de bloqueo, catch and shoot, con paso atrás... Es inigualable. En enero promedió 25,4 puntos; 10,4 rebotes y 8,1 asistencias para ganar 10 de los 14 partidos disputados.

¿Entonces, por qué la polémica? Pues porque LeBron ha sido elegido el mejor del mes en 39 de los 95 que lleva en la NBA. Y la gente se cansa de que gane siempre el mismo. Salvo debacle. Mejor esperan sentado que esto cambie. Va para largo.