La ACB se resiste a dar por finalizada la Liga Endesa
La preocupación de los clubes va más allá de cuándo se pueda volver a jugar; el temor es si la siguiente temporada arrancará con público
Toca esperar. El deporte no es ninguna excepción a la regla. Al contrario. El componente multitudinario que incluyen las competiciones profesionales es un agravante en una situación como la que atravesamos. Ayer la ACB dejó salir una fumata por su chimenea. Color indefinido, desde luego no se trataba de humo blanco. Imposible. La única confirmación fue que la fecha del retorno de la Liga Endesa el 24 de abril forma parte ya del pasado, de un ejercicio de intenciones y buena voluntad que no ha germinado. No se vislumbra levadura suficiente para levantar este bizcocho.
Queda sin efecto dicha previsión «a la espera de analizar en las próximas semanas la evolución» de la pandemia. La patronal de clubes, no obstante, sigue enarbolando la bandera de la esperanza. «El objetivo de reanudar la competición se mantiene intacto», asegurando como premisa incuestionable «siempre la salud de todos los participantes», refleja el escueto comunicado oficial en el que la asociación que preside Antonio Martín se hace eco del «profundo dolor por los estragos que está causando esta terrible pandemia».
El aspecto sanitario lleva su camino en base a las consignas oficiales que afectan a la población. Pero las franquicias no pueden evadirse de las consecuencias económicas que incluyan los efectos colaterales de esta inactividad que se prolonga ya desde que sonó la chicharra en el Buesa Arena el 8 de marzo al filo de las diez de la noche para dar por acabado el Baskonia-Tenerife, último encuentro disputado de ACB.
La temporada bajó el telón provisionalmente poco antes de las diez de la noche del 8 de marzo en el Buesa Arena
Tienen que hablar de dinero, de patrocinadores, de la paciencia o comprensión que mostrarán los Movistar, Endesa, KIA y compañía si esta situación se prolonga o acaba por ser irreversible. Y uno de los flotadores que se niega a soltar la patronal de clubes es ese regreso a las canchas, por supuesto a puerta cerrada, que permita a su operador televisivo volver a dar contenido a sus canales. Y con la que está cayendo y ante el hartazgo de películas, series, programas de todo pedigrí y repaso vintage a grandes momentos del deporte, las posibles audiencias podrían romper los moldes en lo que al seguimiento a la Liga Endesa se refiere.
Está en juego en ese apartado un montante superior al medio millón de euros por franquicia, porción que tiene asignada como cuota proporcional de varios ingresos entre ellos el de derechos televisivos. Si para varios clubes eso sólo supone parte de la ficha de sus jugadores franquicia, en el caso del RETAbet acabaría siendo parcialmente un déficit en caja que debería paliar en el siguiente ejercicio.
Pero los temores van más allá y se focalizan, precisamente, en el calendario 2020-21. Las voces de los epidemiólogos advierten de que sí puede ir para muy largo el retorno de las grandes aglomeraciones de público, más en canchas deportivas donde te rozas físicamente con el vecino de asiento. El verano es tiempo de campaña de abonados. ¿Qué se les dice? Es adelantar acontecimientos, pero se trata del motivo que provoca la cefalea más aguda entre los 18 equipos de la ACB.
Sólo el CSD podría validar un final sin ascensos y descensos
Entre los escenarios imaginados se abarcan todas las vicisitudes imaginables. Uno de los más recurrentes es el de dar por acabada la campaña sin ascensos ni descensos, proclamando o no como campeón al Barcelona por ser tras 21 jornadas el equipo con más victorias. Pero no es una decisión que esté en manos de la ACB. Un ordago tal debería llevar sí o sí el visado de la federación española que preside Jorge Garbajosa y la asociación de jugadores cuya cabeza visible es Alfonso Reyes -afectado e ingresado por el coronavirus que afortunadamente ya se encuentra en su domicilio-. Si el CSD no lo valida quedaría abierta la veda a la judicialización del asunto.
