La defensa lleva al Barcelona a la final
El racheado acierto ofensivo de los de Pesic y la negativa del Burgos a rendirse evitan una paliza en la primera semifinal en la historia del San Pablo
El Barcelona espera en la final tras una cómoda semifinal (98-84) en la que no pudo dominar tanto como quiso, pero que nunca se ... le puso cuesta arriba. Menos con la extraordinaria segunda parte de Heurtel, en un día que Hanga estuvo flojo. Asustan.
El Barcelona es así. Defiende mejor que nadie y si le acompaña el acierto en el tiro, se escapa rápido. (33-19 a seis del descaso). Le sobra el talento. Pero cuando lo ve hecho, su gran talón de Aquiles, se desconecta. Relaja la presión atrás y como a los tiros les de por no entrar... Claro que siempre está Mirotic para arreglarlo, pero un día de estos el cielo acabará por caerse sobre sus cabezas. Mientras Pesic pueda permitirse el lujo de repartir minutos con el cronómetro en la mano, no pasará.
Ayer, una pájara de cinco minutos justo antes del descanso, con un 1 de 9 en triples, le permitió al Burgos remontar 16 puntos para llegar 'empatados' al descanso, 43-41. Un momento de inspiración de Augusto Lima y la laxitud culé fueron suficiente para poner en aprietos a un gigante.
Un Burgos muy nervioso
Y eso que el Barcelona había aplastado durante 15 minutos a un San Pablo tan motivado como nervioso y que recibió hasta tres técnicas por ese exceso de celo en la protesta de las decisiones arbitrales. Era la primera semifinal de su historia el Miraflores. Lo notaron en el inicio.
Quizá lo vio también perdido Joan Peñarroya que calmó a los suyos con una zona (alternando con individual) y, sorpresa -qué bueno es el entrenador Tarrasa-, desde ahí fueron creciendo gracias al trabajo de Fitipaldo, el saber hacer de Benite, el talento de McFadden y la irreductible energía de sus interiores, Rivero, Vega, Apic y Lima, que pese a estar muy cargados de faltas, supieron adecuarse al reto blaugrana.
Porque la apuesta de Pesic fue clarísima. De ajedrez. Colocó las piezas con paciencia -lease cargar la línea interior castellana- para una vez amenazados de eliminación, el jaque mate llegara como en un dominó al que se tumba la primera pieza. La calma de Mirotic debía barrer a un nervioso Burgos.
Tuvo que ser, no obstante, en la segunda parte. Sin despeinarse, por soberbio que parezca. Seis puntos consecutivos de Higgins, que en realidad andaba a la presa de Benite. Cuatro triples, dos de Mirotic (y a descansar) y otros dos de Claver (sobresaliente en la defensa de Benite y de quién pasara a su lado) y la diferencia volvió a crecer.
A los últimos 10 minutos se llegaba con el 72-58 que permitía a Pesic pensar ya en la final de mañana y descansar, todavía más. No del todo porque Pablo Aguilar reclamó su cuota de protagonismo, enlazó buenas acciones en ambos aros y metió al club Miraflores a once puntos a cuatro minutos del final. Un espejismo.
Heurtel, magistral
Y es que cuando tu segunda unidad es Heurtel (14 puntos y 11 asistencias), Kuric, Abrines, Oriola y Davies poco importa si los titulares dudan o si un inteligente Lima se empacha de poner tapones (4) al optar por protegerse de las faltas jugando solo la ayuda defensiva y no el cuerpo a cuerpo con su par.
El partido dejó muchas lecciones y lecturas para jóvenes aprendices y entrenadores de toda índoles; fue precioso. Para el aficionado que verá a su equipo medirse al Barcelona en la final, una idea clara: son tan buenos que solo sus propios errores, esos que debe motivar el contrario, puede hacerles perder un partido.
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