Borrar
Maite Uribarri surcando los cielos de la costa vasca con su parapente. Carlos Villoch
Mujeres de altos vuelos

Mujeres de altos vuelos

Apenas un puñado de chicas surcan habitualmente los cielos de Euskadi en parapente, una modalidad de deporte aéreo que la propia federación vasca se ha propuesto relanzar en categoría femenina

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 29 de julio 2019, 01:15

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Como si de los modernos drones se tratara, la práctica del parapente ofrece unas vistas espectaculares, una mirada desde un ángulo en el que la tierra se queda totalmente a tus pies. Una inmensidad a vista de pájaro, con el viento como motor, que no deja a nadie indiferente. Una modalidad de vuelo libre que se desarrolla en total contacto con la naturaleza, y cuya historia tiene apenas unas pocas décadas. Surgió a raíz de varias investigaciones de la NASA, que dieron con un perfil aerodinámico que permitía desplazarse en la atmósfera.

En la década de los ochenta, en Francia, algunos paracaidistas comenzaron a modificar los aparatos para prolongar la caída libre en Los Alpes, donde existe una gran actividad térmica. Esto no pasó inadvertido para los montañeros, que vieron en el parapente una manera rápida de bajar de las cimas que habían ascendido. En España la primera escuela se fundó en 1985, en Castejón de Sos (Huesca). En Euskadi existen actualmente varios clubes de esta modalidad con numerosos adeptos, pero entre ellos apenas se cuentan con los dedos de la mano las mujeres que poseen licencia y vuelan y compiten a nivel federativo con cierta regularidad. «Son una franca minoría comparado con los hombres y es un tema que nos preocupa», aseguran desde la Federación Vasca de Deportes Aéreos, pensando en lazar una compaña para animar a las chicas y tratar de que próximamente se puedan ver en el cielo «más mujeres pilotos».

La más experimentada de todas es la vizcaína Maite Uribarri. Actualmente tiene 51 años y lleva con el parapente desde 2002. «Desde pequeña siempre había sido mi sueño volar. Íbamos con mis padres a la playa de Sopelana y veíamos a gente volando y siempre tuve la inquietud de poder hacerlo. En unas vacaciones hace casi 18 años me monté en un biplaza en ala-delta y me flipó. A los pocos meses me apunté a un curso de parapente y desde entonces, sin parar», relata. Una afición que al principio llegó a convertirse en algo casi enfermizo. «Lo dejé todo por volar. Era una obsesión, hacía cientos de kilómetros con mi pareja y con unos amigos. Se nos ocurría de repente ir a Lérida a ver si podíamos despegar, porque antes no teníamos las previsiones de ahora. Así nos pasamos una buena temporada».

«Al principio era una obsesión. Hacía cientos de kilómetros con mi pareja y unos amigos. De repente igual se nos ocurría ir a Lérida a ver si podíamos despegar»

Y es que en el parapente muchas cosas han cambiado en los últimos años gracias a las nuevas tecnologías. «Para volar bien tienes que leer mucho. Hay que saber de climatología, meteorología, orografía... Tenemos que llevar un instrumento, el variómetro, que indica la velocidad del viento, la que llevas tú, tu altura y la que vas ganando o perdiendo, pero hoy en día con un smartphone lo tienes todo ahí». En su equipo tampoco puede faltar el GPS y una radio, «para estar siempre en contacto».

Uribarri, natural de Leioa, lleva compitiendo desde 2004, y cuenta en su haber con un subcampeonato de España, además de muchos títulos regionales y autonómicos, siendo la reina de la Liga Norte de féminas prácticamente desde hace década y media. «Antes no me perdía una prueba, ahora voy cuando puedo y cuando me lo permite el trabajo». Se dedica al buceo y a la fotografía y vídeo submarino, y aunque parezca curioso, reconoce que tiene vértigo. «Si me pongo en un balcón y miro para abajo me da cosa, pero nosotros volando en realidad tenemos la mirada en el horizonte y no sientes en ningún momento que estás colgado». Ni tampoco en peligro. «Cuando despegas la gente me dice que tiene que ser como que te caes o que te tiras, pero no es así. El viento llena el parapente y automáticamente vuelas y te elevas. En mi familia menos mi padre, que fue el que me animó a esto, no quieren ni oír hablar del parapente, pero yo disfruto mucho con ello. Es una pasada y a quien lo prueba no le deja indiferente».

Maite Uribarri sobrevolando San Juan de Gaztelugatxe y una playa vizcaína. Carlos Villoch
Imagen principal - Maite Uribarri sobrevolando San Juan de Gaztelugatxe y una playa vizcaína.
Imagen secundaria 1 - Maite Uribarri sobrevolando San Juan de Gaztelugatxe y una playa vizcaína.
Imagen secundaria 2 - Maite Uribarri sobrevolando San Juan de Gaztelugatxe y una playa vizcaína.

Una sensación que le gustaría que descubrieran muchas más mujeres. «En Sopelana hay muchas que se animan en biplazas pero luego no dan el paso a ir solas. Queremos que el vuelo llegue a las chicas y que descubran todo lo que puede aportar este deporte. Ya solo el sentir que se te levantan los pies es mágico, alucinante. Y el silencio desde arriba. Allí estás tú contigo mismo, dejas todos tus problemas en tierra, tus preocupaciones, las prisas... A mí eso fue lo que me enganchó», confiesa Maite, quien en algún momento ha llegado a estar en el cielo a más altura que un avión. «Se te ponen los pelos un poco de punta», bromea.

Orografía complicada

En Euskadi hay muchas zonas recomendadas para hacer parapente, entre ellas toda la costa vizcaína y guipuzcoana. En el interior destaca Orduña, donde se pueden hacer vuelos de distancias y llegar hasta Villasana de Mena. También Orozko y montes como el Anboto o el Txindoki. «Aquí los montes son pequeño y la orografía complicada, no se pueden hacer vuelos de 300 kilómetros como en Ávila o Segovia, pero aunque sean más cortos son muy placenteros», declara Uribarri.

Ella es junto a Izaskun Azpitarte una de las pocas mujeres que posee una licencia federativa en Euskadi en estos momentos. Ésta lleva mucho menos en el parapente. «Soy todavía una principiante», declara a sus 36 años. Empezó hace cuatro. «Siempre he querido volar y para el que quiere hacerlo esta es la manera más rápida, barata y libre. Con un equipo (de entre 1.500 euros si es de segunda mano, o ya el doble si es nuevo), te puedes ir al monte y no necesitar un avión o una infraestructura mayor». Natural de Zaldibar, Izaskun había hecho antes caída libre y biplaza, «pero ahí no eres tú el que estás pilotando». «Me gusta la sensación de libertad total. Soy consciente de que en un momento dado puede ser peligroso pero eso lo pensamos todos los que lo practicamos. Dentro de unos márgenes de seguridad es un riesgo controlado».

Izaskun Azpitarte con su inconfundible parapente amarillo antes y durante alguno de sus vuelos. I. A.
Imagen principal - Izaskun Azpitarte con su inconfundible parapente amarillo antes y durante alguno de sus vuelos.
Imagen secundaria 1 - Izaskun Azpitarte con su inconfundible parapente amarillo antes y durante alguno de sus vuelos.
Imagen secundaria 2 - Izaskun Azpitarte con su inconfundible parapente amarillo antes y durante alguno de sus vuelos.

Lleva compitiendo dos temporadas tanto en la Liga Norte como a nivel de Euskadi, lo que le ha permitido «hacer vuelos muy bonitos que por libre no se me hubieran ocurrido», declara, aunque confiesa que al principio le costó entender el modo competición. «Meter toda la prueba en los instrumentos y seguirlo cuando estás en el vuelo no era fácil pero poco a poco lo voy pillando mucho más». De todos los lugares en los que ha desplegado su parapente se queda con los Pirineos, «aunque ha sido en el que las condiciones han sido más duras». En su lista de zonas pendientes para volar están los Alpes, Nepal o La India. «Al final mientras haya una pequeña colina y un poco de viento para mantenerte ya puedes hacerlo».

Liga Norte

En Álava son varios los clubes que forman parte de la federación de deportes aéreos, entre ellos curiosamente el navarro Baiza Parapente Taldea, cuya sede está en el Valle de Sakana, cercano a Pamplona. De esta ciudad y de esta entidad es Cristina Mina, hoy en día la única mujer federada en la provincia alavesa. Hace cuatro años que hizo su primer curso «ya en serio», después de descubrir este deporte cursando la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Huesca. «Allí hay sitios muy buenos para volar y una de las asignaturas optativas que teníamos era parapente. Al final no aprendimos gran cosa, y no volé nada, pero me gustó mucho y ya sabía que esto era lo mío», declara, siendo este año el primero en el que se ha animado a competir en la Liga Norte, aunque tan solo lo ha hecho en una prueba. «De momento para mí esto es más recreativo que otra cosa. Me encanta la sensación de volar y también el ambiente que hay entre los pilotos. Es una pena que apenas estemos tres chicas y chicos igual salgan 80 en una competición regional».

«Me encanta la sensación de volar y el ambiente que hay entre los pilotos. Es una pena que apenas estemos 3 chicas»

Mina ha llegado a volar en Australia, también en los Pirineos, y reconoce que es una de las que siempre está «enganchada a las aplicaciones del tiempo». «Vemos si va a hacer bueno, en qué dirección va el viento, qué fuerza tiene... Pero aún así igual llegas a algún sitio y está suave, o fuerte. Yo siempre digo que voy a intentar volar porque al final nunca se sabe». Amante también de la escala, no considera que el parapente sea un deporte peligroso. «Igual corres más riesgo si vas en una moto, por ejemplo. Siempre hay que seleccionar el mejor momento para salir y adaptarlo a tu nivel». La navarra sueña con poder emular a un amigo suyo jubilado que se dedica a viajar con el parapente por el mundo. «Con la excusa de este deporte me gustaría conocer muchos sitios como Sudamérica, y también sus gentes».

Cristina Mina, la única mujer federada en Álava, preparando su parapente para salir a volar.
Cristina Mina, la única mujer federada en Álava, preparando su parapente para salir a volar. C.M.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios