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«Siempre me ha gustado transmitir el judo y sus valores», indica este terremoto de mujer. E.C.

«Llevo más tiempo con kimono que con ropa de calle»

Carmen Solana, 7º Dan en judo y once veces campeona de España, imparte desde hace años clases a niños desde los 3 años en Bilbao. «Un maestro japonés me dijo una vez 'tú tienes un judo de hombre'. Quiso decir que yo era muy buena»

Viernes, 4 de octubre 2019, 00:07

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A los once años convenció a su madre para que le apuntara a clases de judo, como su hermano Tomás. Le costó, era una época en la que a las niñas les decían «judo no, mejor gimnasia rítmica». Pero resultó que Carmen Solana Carballo era extraordinariamente buena en esta disciplina y que pronto supo que quería convertirla en el centro de su vida. «Quiero ser campeona de España y profesora de judo», le dijo a su maestro. Así ha sido. Solana, que ostenta el grado de 7º Dan en el sistema de escalafones de este deporte (hay diez), ha competido durante 25 años, integró el equipo nacional de 1982 a 1994, ha sido once veces campeona de España, una en el Pre-europeo en Bruselas, así se llamaban antes los encuentros internacionales antes del Europeo, ha participado ocho veces en el campeonato de Europa y tres en mundiales, tiene trofeos y medallas para dar y regalar. A la mejor judoca vizcaína, a la mejor cántabra (nació en Santoña y lleva en Bilbao desde los 15 años), la medalla de oro del Concilio de Maestros de las Artes Marciales de España, el trofeo Jigoro Kano, que fue el maestro de artes marciales japonés que fundó el judo... Acaba de regresar de impartir un curso en Portugal para 250 judocas profesionales, «casi todos hombres, así ha sido siempre, todo hombres y yo». Además, todos los años enseña judo en Colombia y en las Antillas francesas. «Siempre he sido una persona muy activa. Llevo más tiempo con el kimono puesto que con la ropa de calle», dice ella mientras enseña fotos de sus viajes y de las llaves, «las proyecciones», que enseña.

Carmen Solana se pide un expresso en la cafetería que está enfrente de su gimnasio, el Judo Club Ohisama Solana, un local ubicado bajo la plaza Indautxu de Bilbao donde da clase a 200 niños desde los tres años y a adultos de hasta 70. «Entre ellos tengo a varios campeones de España y a una cantera femenina muy buena que no para de conseguir trofeos». El café se le queda frío porque se arranca a hablar y se olvida de que lo tiene. Ella es un terremoto de mujer, «¿de qué otra manera he podido estar 25 años compitiendo y entrenando seis horas diarias?». Incansable, pasional, intensa, divertida, risueña. Enseña la muñeca estropeada, «me he quitado la escayola y me ha echado bronca el médico otra vez. Me operaron de una fractura de escafoides hace unos años, pero no he parado de entrenar y de vez en cuando la mano se resiente», comenta esta deportista que ha vivido y vive por y para el judo y que si abandonó la competición, explica, fue porque se vio obligada a ello.

Carmen Solana de joven, recibiendo el trofeo en uno de los campeonatos de España. E. C.

«En el cenit de mi carrera, por cuestiones extradeportivas, por defender a un compañero, me apartaron de la alta competición. No pude optar a las olimpiadas de Barcelona 92«. Explica que se le cerraron las puertas por enemistad manifiesta con el Presidente de la Federación Española de Judo de aquella época. »Me pidió que hiciera una carta de apoyo explícito a su política deportiva. Aseguró que, en caso contrario, no sería seleccionada para una concentración internacional en Cannes (Francia)«, evoca. Carmen Solana nunca envió esa carta. »Lo pasé mal, pero lo superé, y aquí estoy, no he abandonado nunca el judo«, señala con una sonrisa sincera. »Un maestro japonés me dijo una vez 'tú tienes un judo de hombre, eres la dama del judo'. Siempre ha sido un deporte muy machista, lo que me quiso decir es que era tan buena como ellos, y como en Japón valoran tanto la calidad, fue su forma de valorarme. No lo he olvidado nunca, me encantó«, añade.

«Siempre me ha gustado transmitir el judo. Considero que los secretos no existen y que hay muchas personas con ganas de aprender y que no pueden por muchos motivos. Por falta de dinero para ir a los stages o simplemente que no tienen personas que les ayude técnicamente. Por eso cuelgo vídeos en Facebook, donde me siguen 25.000 personas, y en Instagram. Siempre, eso sí, intentando evolucionar y aprender de todos. De lo contrario, me apagaría y yo quiero vivir el judo hasta que Dios quiera. Me preocupo de seguir aprendiendo y transmitiendo los conocimientos y sensaciones cuando me pongo el judogui todos los días. Cuando competía trabajaba duro y me dejaba mi vida en el tatami, pero creo que ni hay que olvidar los principios del judo, que son las buenas bases y, sobre todo, la técnica, que es el mayor secreto para ser un buen judoca en todos los sentidos», subraya. En sus clases, el trabajo que practica es «muy técnico, porque no quiero perder a los judokas a quienes les apasiona hacer judo pero no compiten. Después está claro que los competidores tienen otro trabajo, intento que mi gimnasio sea su casa que haya mucho ambiente de amistad y compañerismo«, indica. »La gente que hace judo tiene una calidad humana muy importante«, asegura. Algunos de sus alumnos, entre los que se cuentan «cada vez más niñas» y niños con necesidades especiales, le suelen decir '¿por qué tu cinturón es rojo y blanco?' (el correspondiente a los grados 7º y 8ª Dan). «Y yo le resto importancia, ¿qué más da el nivel? Lo importante es transmitirles unos valores. El coraje, la sinceridad, la amistad, el autocontrol, el respeto... Así que les digo, ¡pues porque es del Athletic!».

Carmen Solana sobre una de las esculturas de Fernando Botero en la ciudad de Medellín. E. C.

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