

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Es el peor rival al que se enfrentan los luchadores de Kick Boxing. El más temido, aquel contra el que nada pueden hacer. Ni siquiera el golpe más certero logra derrotar a este férreo adversario. Porque las lesiones detienen en seco la trayectoria de cualquier deportista. Y en esta ocasión ha sido Izaro Blanco, del club Yin-Yang, quien lo ha sufrido en sus propias carnes. Un esguince de tobillo privó a la alavesa de colgarse el oro en el europeo de Kick Light, de Kick Boxing, celebrado en Gyór (Hungría). En su mejor momento de la competición, cuando apenas estaba a un paso de subirse a lo más alto del cajón. Porque sí, ella se veía con «fuerzas» y «opciones» de grabar su nombre en la historia de esta prueba internacional. Sin embargo, una desafortunada torcedura le dejó con la miel en los labios.
Y es que, Izaro llegaba a la cita europea con el objetivo de «ganar». «Este campeonato no tiene nada que ver con los nacionales, aquí todos van a por el triunfo. Es otro mundo. Y yo también tenía entre ceja y ceja la victoria», confiesa Blanco, que apenas tiene catorce años. Peleó por el oro en las disciplinas Light Contact y Kick Light, en la categoría cadete de 14 y 15 años de más de 65 kilos. En ambas fue avanzando con solvencia eliminatoria a eliminatoria, aunando en sus combates inteligencia y estrategia, quizá la única manera de derrotar a rivales que eran mayor que ella. Hasta que en su camino apareció la lesión. No obstante, EL CORREO quiere destacarla como 'Campeona de la Semana', ya que la luchadora alavesa se convirtió en la única representante femenina del combinado nacional en traer metales del europeo. Fue una plata en Kick Light, a la que se suma el bronce en Ligh Contact.
sin apoyos
Apenas se habían cumplido cincuenta segundos de la semifinal de Light Contact cuando «en un giro pisé mal», recuerda. «Puse todo mi peso sobre mi pierna y en un momento escuche 'crack'», describe. De golpe todo pasó al negro. La peor pesadilla se había cebado con Izaro. Ese terminaría siendo su último movimiento en el campeonato, porque no volvería a subirse al tatami. «Tenía un esguince, no podía ni moverme. Estuve esperando 24 horas rezando para ver si bajaba la inflamación, pero no hubo suerte y me tuve que resignar con no participar en la final Kick Light», para la que también había logrado un billete. «De golpe se me vino el mundo encima», confiesa. Y es que esta era «la modalidad que mejor se me da, porque las patadas bajas y los golpes duros son mi fuerte», se lamenta ahora, después de mostrarse como una seria aspirante al título. «Había ganado incluso a la croata, que me daba un poco de miedo porque llegaba muy bien preparada».
Pocas horas después de aterrizar de nuevo en casa, Blanco ya cuenta las horas para volver a luchar sobre el tatami. Ya tiene fijada la mente en su siguiente objetivo, el Mundial. «Va a ser mi última prueba dentro de la modalidad de cadete y quiero ganar el oro antes de dar el salto. Voy a por el Mundial». Aunque, también busca quitarse la espina de la experiencia del año pasado, en la que se tuvo que conformar con la plata por un malentendido. «Me dijeron que el combate sería por la tarde. Sin embargo, por la mañana, cuando estaba viendo otras disciplinas, escuché que la final iba a dar comienzo. Tuve que bajar corriendo y luchar sin haber calentado. No di lo mejor de mí», se lamenta.
Porque las medallas son la única recompensa para una deportista que, para sorpresa, no cuenta con patrocinadores. Y eso que en sus vitrinas apenas caben más trofeos. Suma diez oros en el campeonato de Euskadi y siete más en el campeonato nacional. Además, también cuenta con platas y bronces en las pruebas de España y Mundiales. Una entrega con resultados que es fruto del esfuerzo de sus padres. «Al no tener patrocinadores son mis propios padres los que pagan los gastos de cada competición. En esta última prueba han tenido que pagar 2.000 euros», asegura. Y un «sueño» por el que ella se entrega diariamente. «Entreno tres días durante cerca de dos horas». Aunque, su preparación llega a los cinco días, porque también practica baloncesto. «Me viene bien para mejorar en los desplazamientos laterales y en los movimientos». Un sacrificio que ya le da sus frutos y al que quiere estar ligado toda su vida. «En el futuro quiero seguir en este deporte, como luchadora y abriendo mi propio gimnasio», confiesa la laureada alavesa.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.