La desigualdad entre hombres y mujeres en el Longboard

No descubro nada al afirmar que las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de hacer deporte siguen siendo todavía muy grandes. Es una evidencia. Me gustaría contaros aquí mi experiencia en el Longboard, una modalidad del surf en el que se utiliza una tabla más grande de lo habitual.

En general, la competición de surf femenina siempre ha estado marcada por la desigualdad. Tenemos menos competiciones, los premios son menores, competimos cuando el mar está en peores condiciones... Afortunadamente, esta situación está cambiando muy poco a poco gracias a que muchas deportistas están revindicando sus derechos.

Pero si nos centramos en el Longboard esto no se está produciendo. Muy al contrario, las diferencias se hacen, si cabe, más visibles. Tan es así que se puede decir que las competiciones brillan por su ausencia. En la mayoría de los campeonatos de esta modalidad –ya sean organizados por marcas o por federaciones-, las mujeres tenemos que competir contra los hombres, en campeonatos mixtos, es decir, no tenemos la oportunidad de competir en nuestra propia categoría. Esto conlleva que para la mayoría de nosotras sea imposible llegar a una final y que nos tengamos que conformar con pasar un par de rondas. Y en las pruebas en las que sí hay categoría femenina, los premios son menores que los que se entregan a los hombres

Estas desigualdades en las condiciones y las oportunidades suelen justificarse con fórmulas que, en mi opinión, no valen: que hay menos mujeres inscritas, que no generamos tantas ganancias… Desde mi punto de vista, creo que lo único que se consigue mediante estas fórmulas es que entremos en un círculo vicioso, donde a las mujeres no nos sale rentable competir –dado que los costes superan a los posibles beneficios que podamos obtener -, lo que provoca que haya menos chicas inscritas y que las organizaciones sigan con sus condiciones desiguales, lo que a su vez vuelve a empeorar nuestra situación en la competición.

Sí que es verdad que algunas organizaciones han hecho algunos cambios para mejorar esta situación, pero no dejan de ser superficiales. Lo que dice preguntarnos es qué está ocurriendo para que los progresos hacia la igualdad se den tan tarde y tan despacio.