Detacón, el proyecto que trabaja por visibilizar el fútbol femenino
«El balón ha estado presente en los afectos e historias vitales de muchas mujeres», sostiene una de las ideólogas de esta iniciativa que cuenta, de momento, con una asociación cultural, un club deportivo gestionado por mujeres, un equipo de fútbol sala femenino, un restaurante de comida sana y un libro con testimonios
Detacón, con epicentro en la ciudad de Huesca, es la marca de un proyecto que trabaja por visibilizar, reforzar e impulsar el liderazgo de las mujeres en todos los ámbitos del fútbol. Está compuesto por diversas organizaciones, que van desde la asociación cultural DetacónLab; la asociación deportiva Detacón, el club deportivo gestionado únicamente por mujeres que cuenta con un equipo de fútbol sala en la segunda división, hasta el Detacón Healthy Food N'Drinks, restaurante de comida saludable inspirado en la mujer y el fútbol. Una de sus ideólogas, la periodista Ana Rosa Marza dice que Detacón es «un algo que reúne a personas, un no sé qué que me levanta de la cama con esa peregrina idea de dejar algo mejor para las que vienen. Es la esperanza de que esa chica que juega, esa que ve, esa que habla de fútbol no sea un error social, sino un acierto, una elección, una oportunidad de ser y hacer lo que quiera sin estar sometida a la extrañeza».
Y ha tratado de plasmar esta idea en una publicación titulada 'Remontada' y editada por libros.com, en la que la que reúne las historias de superación de algunas mujeres que sortearon todo tipo de obstáculos con tal de jugar al fútbol. «Este deporte ha sido construido por voces, miradas y experiencias masculinas, el balón ha estado presente en los afectos e historias vitales de las mujeres. 'Remontada' cuenta esas historias, las victorias del fútbol femenino, y reivindica ese juego más allá de la distinción de géneros, abordando las relaciones entre la mujer y el fútbol para abrir los ojos hacia una realidad que ha sido escondida, que ha comenzado a ser descubierta pero que todavía permanece oculta a ojos de la mayoría de la sociedad», explica.
Entre esas historias está la de Myriam, que a los cinco años les dijo a sus padres que quería jugar al fútbol y que cuando fueron a apuntarla al Lagunak, el equipo de su ciudad, Barañain, se encontraron con la negativa de la dirección. «Es chica, imposible». «En el Lagunak, que fue el primer club de fútbol femenino de Navarra, decían que no a una niña de cinco años y esto hace cuatro días, en 2008, cuando se supone que estas cosas ya no pasaban». Los padres de Myriam probaron en la Escuela de la Fundación Osasuna y ahí estuvo durante tres temporadas. «Lo primero que recuerda Myriam es estar jugando al fútbol en el patio del colegio y ser la única chica; un comienzo común para muchas. Jugaba con sus amigos. A ellos sí los admitieron en el Lagunak. Ella lo conseguiría a los ocho años, lo haría en un equipo de chicos un año menores que ella porque era una chica», revela la escritora, al tiempo que añade que «cuando Myriam empezó a jugar al fútbol, en la temporada 2008-2009, en España había 15.771 futbolistas federadas, mujeres, chicas y niñas. Seguro que nadie pensaba en ellas. España estaba ocupada viendo cómo su selección masculina ganaba su primera Eurocopa».
'Remontada' recoge también el testimonio de María Pardo, cantante de la orquesta Sangarrén, que lleva desde los 20 años recorriendo España con orquestas y formaciones musicales como el Trío Alcor, la Orquesta Atalaya, Nueva Alaska o La Dama. «Pese a lo conocida que es por su faceta artística, poca gente sabe que María, al mismo tiempo que se iniciaba en el cante, jugaba al fútbol», hasta el punto de que jugó al fútbol cinco años, oficialmente, en el que por mucho tiempo fue el único equipo de fútbol femenino de Huesca capital, el Peña Oscenses. «Jugar al fútbol durante los años 80 y 90 convirtió a algunas mujeres en pioneras de algo que no era para ellas, que estaba mal visto. Se sabía muy poco, casi nada, de aquellas pocas que se atrevían a darle patadas a un balón, pero sí lo suficiente, y más en provincias, para ser objeto del qué dirán, con el manido '¿y tu hija juega al fútbol?', acompañado del gesto desaprobatorio de turno. Esas valientes se empeñaban pese a la dificultad, jugando en el campo más apartado de todos, en el que todavía era de barro, vistiendo equipaciones de segunda o tercera mano. Sin recursos, pero de verdad, porque siempre han faltado posibles para el fútbol femenino», argumenta Ana Rosa Maza. María Pardo acabó siendo convocada por la Selección aragonesa. «Perder era la norma contra las madrileñas, las catalanas, las vascas. No ganábamos nunca», recuerda ella, que dejó de jugar a los 18 años, cuando su cuerpo se quebró. Dos hernias discales la apartaron del fútbol.
«Siempre fue una ilusión poder vivir de esto», comenta la entrenadora Patricia González, otra de las entrevistadas por Ana Rosa Maza. González es en la actualidad analista y observadora del fútbol femenino para FIFA y UEFA. Patricia fue jugadora del Rayo Vallecano y tras una lesión de espalda tuvo que retirarse. Por suerte, ya había empezado a prepararse como entrenadora. En febrero de 2013 se marchó de España porque aquí no podía vivir del fútbol. Había entrenado con éxito al Rayo B, pero no de forma profesional. Fue entonces cuando Azerbaiyán le brindó una oportunidad irrechazable, ser seleccionadora en este país. Empezó por la Sub-17, puso las bases del fútbol femenino en este país y acabó dirigiendo también a la Sub-19 y la Sub-21 y sentando también los cimientos de la competición nacional. Y eso que el primer año, debido al choque cultural y la barrera del idioma, estuvo a punto de abandonar el proyecto. «Allí es impensable que los chicos y chicas jueguen juntos. Desde hace unos años ellas ya tienen una estructura para jugar desde los 11 años. Intenté trasladar la esencia de nuestro fútbol, la cultura táctica y nuestro idea de juego». Patricia empezó jugando con chicos en una liga de fútbol mixto que se hacía entre las clases del mismo curso en el colegio. Con ella había otra chica, Alicia Gómez, hoy portera en el Rayo Vallecano.